Por Angelica Mora.
Parodiando el título del clásico de Hollywood, "Este Mundo está Loco, Loco, Loco"... debo sentenciar, como la comiquita de Mafalda, "paren el mundo que me quiero bajar".
En Estados Unidos, la vacuna contra el Corona virus está todavía, lejos del alcance de la mayoría. Los festejos de final de año han tenido una vez más que postergarse, justo al cumplirse un año de la pandemia que azota a la humanidad. El Día de Acción de Gracias, en que tradicionalmente las familias de esta gran nación se reunen, ha quedado suspendido por la cuarentena, afectando además económicamente el tráfico aéreo, la industria hotelera y negocios que dependían de ésta y otras celebraciones.
Y ni que decir del trauma político que divide a los Estados Unidos, con el robo descarado de las elecciones presidenciales por parte del Partido Demócrata, ayudado por Cuba, Venezuela y los izquierdistas de España. América Latina ha hecho otro tanto -en su aporte a la locura- con Perú y sus sucesivos tres presidentes, Bolivia que no aprende y regresa a encadenarse con Evo Morales, y Venezuela con Nicolás Maduro reatornillado en el poder gracias a Rusia, China y otros poderosos aliados.
Venezuela
Como bien señala el periodista venezolano Humberto Seijas Pittaluga:
"Este régimen es despreciable por muchísimas razones. Pero una de las más resaltantes es la de haber acabado con la economía. Del colapso de ésta se derivan casi todas las demás calamidades que azotan al país: la fuga de cerebros, la emigración de cinco millones de compatriotas, la carestía de los bienes esenciales de consumo, las infinitas tribulaciones que causan los apagones y la falta de agua, las crisis en las instituciones que hasta ese momento habían tenido comportamientos más que aceptables (Pdvsa, las FAN, el BCV, etc.), el deterioro de la vida en sociedad, la pudrición del aparato policial y pare usted de contar".
Agrega Seijas:
"Las conversaciones diarias ya no son acerca del peligro del bicho chino y a quiénes ya agarró entre los conocidos, ni si Trump ganó o perdió; ni siquiera de lo desenfrenados que están los malandros. Ahora todas se refieren a la economía (doméstica, pero economía al fin): lo raudo que van subiendo en los supermercados los precios de los alimentos y demás requerimientos hogareños, de cuántos meses sin cocinar con gas tenemos, lo mala y cara que está la gasolina importada —porque los ineptos no son capaces de producir algo que ya exportábamos a mediados del siglo pasado: combustibles.
Finalmente, el periodista culpa directamente al comunismo de todos los males que vive la nación bolivariana: "Todo, por la infame, nefasta, combinación en el poder de unos “socialistas” obcecados en que todos debemos ser iguales (sin importar los méritos hechos para sobresalir en algo) y, por tanto, hay que emparejar por debajo; con unos politicuchos que creen legítimo gastar hasta lo que no se tiene para complacer a sus amos allende el mar (cubanos, chinos, rusos, iraníes) y comprar amigos internacionales; más unos corruptos que no les importa si el país se va al diablo con tal de no ser tan iguales como preconizan los ilusos nombrados de primero."
Chile
La panorámica latinoamericana se cierra con Chile, gravemente afectado por el comunismo, disfrazado en las últimas medidas como "cambios sociales". En la capital de la nación andina, la abogada Rosita A. está de acuerdo con el analisis del periodista venezolano. Humberto Seijas al afirmar que los culpables de la crisis son los comunistas. "Acá gobierna la izquierda. Piñera ha sido un títere y se hace lo que dice la tolda roja. Lo más patético es que hay muchos diputados y senadores de derecha que terminan votando como dice la izquierda.
Los colegios y las universidades están llenas de alumnos con "lavados de cabeza", que repiten las consignas comunistas como un mantra. Hablan todos igual... que la dignidad, que la desigualdad... que el aborto libre..."
La abogada chilena termina diciendo: "Personalmente pienso que el mundo entero lo han podrido los comunistas".
Como ven... este mundo está loco, loco, loco...
Director de Edición