Por Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nación

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Trump podría ser el primer presidente preso.

Todas las encuestas de opinión pública daban como ganador a Donald Trump en las elecciones generales que tendrán lugar el próximo mes de noviembre. Joe Biden era víctima de su política equivocada—en muchos casos mal intencionado—sobre todo en lo relativo a fronteras abiertas a cuanto vagabundo buscaba una nación adonde vivir sin trabajar. Confrontado con esa desventaja Joe dio un salto al vacío y aceptó la invitación de Donald Trump a un debate televisado. Esta decisión resultó ser su suicidio político.

Dicha decisión equivale a lo que en futbol americano se conoce como el pase de “Hail Mary”, también conocida como “el milagro de Miami.” El mismo es un juego de futbol americano que tuvo lugar el 23 de noviembre de 1984 entre las Águilas del Boston College y los Huracanes de Miami. Dicho juego fue calificado por el escritor deportivo de Fox News, Kevin Hench, como el acontecimiento de mayor importancia en la historia de los deportes.

El debate entre Trump y Biden fue tal desastre para Biden que hasta ese bastión tradicional de la izquierda que es The New York Times le pidió que renunciara a su aspiración presidencial. Incluso los propios demócratas comenzaron una vertiginosa carrera para buscarle un sustituto a Biden en la candidatura del partido.

Pero el lector y yo sabemos que contrario al texto del consabido refrán “del dicho al hecho no hay más que un  paso” la realidad es que en muchos casos “del dicho al hecho hay más de un paso”. Porque no hay nada más terco que la vanidad de un loco. Sobre todo en el caso de Biden, quién ya sea por vanidad o por demencia, o por ambas, no se da cuenta de que está loco. Por lo que a este sujeto habrá que sacarlo de la candidatura demócrata a las malas.

Ahí es donde entra en juego la élite del partido, entre ellos Barak Obama, Hillary Clinton  y Nancy Pelosi. La bronca será, como decía mi amigo Francisco Cortina, para “alquilar balcones”, pero yo vaticino que ganará la élite del partido. Porque los partidos son la voluntad conjunta de muchas personas.

La excepción ha sido Donald Trump porque nadie tiene el carisma ni la energía para sustituirlo. Si alguien tiene dudas que se lo pregunte a los exiliados George W. Bush, Dick Cheney o Mitt Romney. Esta gente es tan arrogantes y resentidas que prefieren retratarse con Obama antes que con Trump.

Por otra parte, se barajan varios nombres para sustituir a Biden en la candidatura demócrata. Los que parecen tener mayor probabilidad de ser seleccionados son: los gobernadores Gavin Newsome, de California y Gov. JB Pritzker, Illinois, así como la sempiterna aspirante presidencial Hillary Clinton. También se menciona con mucho interés y mayores probabilidades de derrotar a Trump a la ex Primera Dama Michelle Obama.

Yo vaticino que—a pesar de sus altas probabilidades de ganar—Michelle no aspirará porque esta mujer está acostumbrada a los elogios y no a la crítica. Una cosa es ser Primera Dama y otra muy distinta ser candidata en un proceso electoral. De hecho, estemos seguros de que Trump la sometería a su artillería verbal y la bautizaría con alguno de sus punzantes adjetivos. Una frase que la retrata fue la que pronunció cuándo el marido fue elegido presidente: “Por primera vez me siento orgullosa de mi país.” Con la notoriedad le vino el patriotismo y el dinero que le abrió las puertas a la alta sociedad.

Nos queda ahora el hostigamiento del poder judicial utilizado como arma para obstruir la aspiración política de Donald Trump. Los jueces que lo juzgan por delitos que no ha cometido son todos militantes del Partido Demócrata. Es, por lo tanto, altamente probable que lo manden a la cárcel. Pero nada en la Constitución Americana estipula que un preso no  pueda ser elegido presidente. Trump podría ser el primer presidente preso. Ahora bien, Trump puede perdonarse a sí mismo y mudarse a la Casa Blanca. Y misión cumplida.

Mientras tanto, vivimos días de hostigamiento, de odio y de trampas en que el comunista Barack Obama—amigo de Raúl Castro y alumno de la “gatica de María Ramos”—proyecta su sombra tenebrosa sobre todo lo malo que ocurre en los Estados Unidos. Maldita la hora en que resultó electo. Su antídoto se llama a Donald Trump. Mientras tanto, nosotros tenemos que dormir siempre con un ojo abierto.

7-1-24