Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero

 

Este FBI es una agencia izquierdista y corrupta en la que no se puede confiar para que garantice el imperio de la ley.

Por encima de todas sus divisiones y diferencias de criterio los demócratas y los republicanos del pantano de Washington tienen dos puntos en común: Un odio bestial contra Donald Trump y un miedo paralizante ante el expresidente como el de Drácula ante la cruz. Por eso han creado una maligna alianza para atacarlo y seguir disfrutando de sus privilegios y riquezas tradicionales. El multimillonario neoyorkino les ha aguado la fiesta de enriquecerse sin trabajar. Y eso no se lo perdonan ni los demócratas ni los republicanos.

Pero esta no es la primera vez que se produce una situación similar. El 16 de junio de 1858, mil delegados se reunieron en Springfield, estado de Illinois, con motivo de la Convención Estatal del Partido Republicano. En la misma resultó postulado Abraham Lincoln, cuya plataforma incluía la libertad de los hombres de raza negra. En su discurso de aceptación Lincoln defendió su posición afirmando que: "A house divided against itself cannot stand." En español: “Una casa dividida contra sí misma no puede perdurar.” Fiel a su promesa de campaña el ya presidente Abraham Lincoln otorgó la libertad a los esclavos el primero de enero de 1863.

Todas estas criaturas del pantano se han reunido bajo la sombrilla de un “Deep State”—estado profundo en español—el cual niegan rotundamente que exista. Pero la realidad es que el “estado profundo” existe y determina el rumbo político del país. Estos millones de burócratas ven aumentar sus sueldos cuando tienen a uno de sus aliados en la Casa Blanca como Joe Biden y los ven reducirse y hasta llegan a perder sus empleos cuando gobierna un Donald Trump. Como en la obra de Don Jacinto Benavente: “No es cuestión de principios sino cuestión de intereses”.

Lo lamentable es que nosotros los hemos creado con nuestra indiferencia a las cuestiones políticas y hasta con nuestros votos. La lista de los enemigos de Trump dentro del Partido Republicano es larga. Por lo tanto, mencionaré solamente unos pocos como: El senador Mitt Romney (R-Utah), el gobernador de Georgia Brian Kemp y su Secretario de Estado Brad Raffensperger, la representante a la Cámara Liz Cheney (R-Wyo.), el líder de la minoría en el Senado Mitch McConnell y la senadora por el estado de Alaska Lisa Murkowski. Bien lo dijo Gaspar Melchor de Jovellanos que: “Los pueblos tienen el gobierno que se merecen.” En sólo unas tres semanas tendremos la oportunidad de pasarles la cuenta a los corruptos, tanto demócratas como republicanos.

Por otra parte, los burócratas más poderosos dentro del “estado profundo” son los organismos de inteligencia como el FBI y la CIA. Dos semanas antes de las elecciones de 2020, más de 50 funcionarios de inteligencia suscribieron una carta donde afirmaban que los datos dentro de la computadora de Hunter Biden tenían todas las características de “una campaña rusa de desinformación”. Esta mentira y otras parecidas facilitaron la trampa por la cual le robaron las elecciones a Donald Trump.

Pero ahí no terminan las trampas, las mentiras y las intrigas. La investigación del Fiscal de Delaware, John Durham, sobre la interferencia rusa en el proceso electoral americano ha revelado que el FBI trató de sobornar con un MILLÓN de dólares al agente de MI6 inglés, Chris Steele, para que falsificara detalles sobre las relaciones de Trump con los rusos. Esto es una locura de república bananera que no se supone que ocurra en los Estados Unidos. Ante esta barbaridad el escándalo de Watergate parece un juego de niños. Un FBI parcializado y corrupto utilizó dinero de nuestros impuestos para derrotar a un candidato republicano a la presidencia y sabotear el mismo proceso democrático que estaba obligado a garantizar.

¿Qué va a pasar ahora?  La campaña del FBI contra Donald Trump continúa a viento en popa. Este FBI es una agencia izquierdista y corrupta en la que no se puede confiar para que garantice el imperio de la ley. Estamos en una situación en que el zorro se encuentra a cargo del gallinero. Lo confirma el registro de la oficina privada del ex presidente Trump y la incautación de sus documentos más sensibles cuando era presidente. Esto no  había ocurrido con anterioridad en la historia política de los Estados Unidos.

La pregunta que surge es si un expresidente puede o no reclamar privilegio ejecutivo. La idea es que un presidente necesita asesoramiento sincero para desempeñar los deberes de su cargo y que esa sinceridad de sus asesores demanda una promesa de confidencialidad. En esencia el privilegio ejecutivo es el principio que permite que algunos documentos de la Casa Blanca sean protegidos del conocimiento de legisladores y tribunales para que el presidente pueda recibir asesoramiento sincero en cuestiones de importancia nacional.

Aquí existe un antecedente relacionado con el expresidente Harry Truman. El 9 de noviembre de 1953—siendo ya expresidente—Harry  Truman fue citado a declarar ante el Comité de la Cámara sobre Actividades Anti-Americanas. Truman pasó revista a la historia de la doctrina del privilegio ejecutivo y concluyó que aún un expresidente podría invocar dicho privilegio siempre que se le fuera a interrogar sobre acontecimientos ocurridos durante su período como presidente.

Basados en el caso de Truman, muchos analistas opinan que Trump pisa tierra firme cuando argumenta su derecho a acogerse al “privilegio ejecutivo”. Podría no ganar el caso pero sus argumentos tienen méritos. Trump argumenta que el Comité del 6 de enero en la Cámara no tiene derecho a documentos de la Casa Blanca que pudieran revelar los nombres de sus asesores y lo que estaban haciendo ese día.

Muchos analistas han expresado escepticismo en cuanto a que un expresidente pueda reclamar el “privilegio ejecutivo” como lo ha hecho Trump. Pero la ley está muy lejos de haber sido concretada. En última instancia, Trump cuenta con suficientes argumentos legales para mantener el caso ante los tribunales durante meses y posiblemente años, lo que lograría el objetivo deseado de retrasar la investigación—y quizás hasta de ponerle fin si los republicanos se adueñan de la Cámara de Representantes en un par de semanas.

Donald Trump brilla con su propia luz y como en el “Yugo y Estrella” de Jose Marti: “Cual un monstruo de crímenes cargado, Todo el que lleva luz se queda solo”.  La suerte es que Donald Trump—tal como la “Vitola que se defendía sola” y era interpretada por Luis Echegoyen en la farándola cubana—no necesita que lo defiendan.

10-18-22