Por Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nación

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Con enemigos fanáticos como Hamas no se negocia, se les destruye.

El ególatra, mentiroso y corrupto que se robó la presidencia en 2020 muestra por estos días una deplorable “guapería”. Obligado por los intereses políticos se ha declarado solidario con el estado de Israel en el conflicto entre Tel Aviv y los palestinos. Pero todo es una pantomima del títere que sirve la ideología del musulmán solapado de Barack Hussein Obama. Por eso ha enviado 100 millones de dólares a la Franja de Gaza y a la ribera occidental. De ahí que su solidaridad con Israel no sea otra cosa que “un cuento de caminos” que los americanos ya no se tragan, ni los israelíes tampoco.

Mientras tanto, el pueblo americano está de luto por la violación, la tortura y el asesinato de 27 de sus compatriotas. Mártires que el miserable de Joe Biden ha mencionado en muy pocas ocasiones. Y cuando los menciona siempre pone por delate sus sufrimientos personales. ¡Qué tipo tan despreciable! Y cuando los periodistas han preguntado a los asesores de Biden sobre la ausencia de una reacción contundente ante estos actos terroristas la respuesta ha sido que el gobierno de Israel no quiere involucrar a los Estados Unidos. Esto me confirma que Biden es un mentiroso y que está más interesado en apaciguar a gobiernos extranjeros que en proteger la vida de los americanos.

Al mismo tiempo, el silencio de Biden sobre un posible acuerdo nuclear con Irán es motivo de una gran preocupación. No hay indicio alguno  sobre el hecho de que las relaciones con Irán cambiarán después de la participación de Teherán en el reciente conflicto palestino. El anterior Plan Amplio de Acción adolecía de numerosos defectos porque permitía que Irán continuara con sus actividades nucleares y sufriera muy limitadas inspecciones. El expresidente Donald Trump se retiró del proyecto pero ahora Biden se propone entrar en un nuevo acuerdo. El silencio ensordecedor me indica que Irán no será responsabilizado por su financiamiento y control de los terroristas de Hamas.

Pero las cosas no fueron siempre tan deplorables. En tiempos ancestrales “con los americanos no se jugaba”. Cuando Thomas Jefferson fue electo presidente en 1801 los berberiscos del norte de África aumentaron los impuestos a los barcos mercantes que navegaban por sus aguas. Historiadores dignos de crédito han indicado que aquellos piratas eran musulmanes y, como tales, sujetos a la sección del Koran que estipula: “Todas las naciones que no reconocen al Profeta son pecadoras y no tienen el derecho ni el deber de los creyentes de despojar y esclavizar; así como todos los musulmanes muertos en estas guerras tienen la seguridad de ir al Paraíso.”

Cuando los berberiscos comenzaron a hostigar a los barcos mercantes Jefferson les subió la parada. En vez de mercantes, les envió barcos de guerra al Mediterráneo que bombardearon los asentamientos de los piratas. En 1805 los piratas se rindieron y Washington mantuvo su prestigio. Era la época en que los presidentes americanos tenían pantalones, no como un Biden que anda encueros y hay que llevarlo de la mano al baño.

Por otra parte, las negociaciones de Biden y Obama con Irán crean el riesgo de que Israel se vea obligado a enfrentarse a un Irán nuclear. Estos es algo que Israel no puede tolerar porque equivaldría a un suicidio colectivo. Irán ha dicho en numerosas ocasiones que su objetivo es incinerar al Estado de Israel con todos sus habitantes dentro.

Entonces si estaríamos muy cerca de una Tercera Guerra Mundial. Con enemigos fanáticos como Hamas no se negocia, se les destruye. Así lo ha dicho y esa fue la estrategia anunciada hace unos días Benjamin Netanyahu. Lamentablemente, todo indica que los apaciguadores Obama y Biden le han amarrado las manos. Ese fue el objetivo del viaje de un Biden que nunca viaja a Tel Aviv. De la invasión israelí a la Franja de Gaza ya no se habla. Por lo que estoy convencido de que la barbarie le ha ganada la batalla a la civilización.

En conclusión, el mundo mira hacia los Estados Unidos y la forma en que solucione este conflicto se reflejará en la manera en que lo respete o hasta le tema. Si Biden fuera un hombre de agallas—que no lo es—como lo era Trump, le exigiría a Irán que obligara a Hamas devolver todos y cada uno de los americanos secuestrados. Si no lo hacen, tanto Irán como Hamas sufrirían las consecuencias.

Finalmente, los Estados Unidos no pueden permitir que la cautela o  la moderación condicionen su respuesta al terrorismo. Es imperativo que Washington forme filas con aliados como Israel y tome medidas para proteger a los americanos secuestrados por Hamas. Nunca debemos olvidar el sacrificio de esas víctimas y de sus familiares en su confrontación con el diablo. Dios proteja a los que todavía viven y acoja en su santo seno a los que ya han muerto.

10-24-23