Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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Biden no es un anciano desorientado sino un viejo corrupto, degenerado y malo que le está haciendo daños irreparables al pueblo americano.

Es innegable que Joe Biden está decrépito y que tiene limitaciones para conectarse con la realidad. Pero no lo está tanto como para no distinguir el bien del mal o para no sacar provecho de sus oportunidades de robo como presidente. Es el “Capo di tutti capi” de una mafia que ha hecho de la política un medio de enriquecimiento ilícito. Biden no es un anciano desorientado sino un viejo corrupto, degenerado y malo que le está haciendo daños irreparables al pueblo americano. Desempeñó muy a gusto el papel de payaso del circo perverso montado por el racista y siniestro Barack Obama, el presidente que más ha odiado a los Estados Unidos y el mayor error de los votantes americanos en más de cien años.

Biden fue elegido al Senado de los Estados Unidos a la edad de 29 años y pasó a ser el quinto senador más joven en la historia de esa institución. Representó al estado de Delaware durante 36 años en el Senado hasta convertirse en el 47th Vicepresidente de los Estados Unidos. Hasta el momento en que escribo estas líneas, Joe Biden ha estado un  total de 46 años en la política federal. Por lo tanto, es un experto en el pantano de Washington. Se presenta como un hombre del pueblo pero jamás se le ha ocurrido ser zapatero, herrero o soldador porque nunca ha hecho otra cosa que “vivir del cuento”.

Allá en mi pueblito polvoriento de Amarillas, junto a la Ciénaga de Zapata, en Cuba, lo habríamos llamado “vividor”, un holgazán que hace carrera viviendo de lo que producen otros. Biden proclama ser un hombre de origen humilde pero se ha convertido en multimillonario con un capital estimado por Forbes en 10 millones de dólares. ¿De dónde ha salido esa fortuna? Nadie lo sabe a ciencia cierta porque es muy difícil verificar la fortuna de un ladrón que realiza sus operaciones y sus trampas por “debajo de la mesa”. De lo que sí estoy seguro es que su capital es muy superior a los 10 millones que se le han estimado.

Por otra parte, Biden fue uno de los miserables que hostigaron el nombramiento de Clarence Thomas como magistrado del Tribunal Supremo y que descarriló el nombramiento de Robert Bork al mismo tribunal. Ambos hombres dos luminarias de la jurisprudencia americana. El apandillado de Biden en éste deplorable menester fue Ted Kennedy, el cobarde que puso su ambición política por encima de la vida de Mary Jo Kopechne y la abandonó a su muerte en una noche lúgubre de la isla de Chappaquiddick.

Yo trabajaba en aquel momento para la Voz de los Estados Unidos de America a sólo tres cuadras del Capitolio. Recuerdo aquellas audiencias como si hubieran tenido lugar ayer. Aprendí cuan ensañados y miserables podemos ser los seres humanos. La acusadora, Anita Hill, profirió todo tipo de mentiras pero Thomas no bajó la guardia. Son muy contados los hombres capaces de mantener su compostura en un interrogatorio mal intencionado y bajo juramente. Clarence Thomas es uno de ellos.

Pero volvamos a Biden. “Dime con quién andas y te diré quién eres”, reza el refrán español y Biden no es la excepción. Su mentor y amigo en la Cámara Alta fue el Senador por el estado de Virginia Occidental,  Robert C. Byrd. Éste hombre navegó el pestilente pantano de Washington por 51 años, 5 meses y 26 días. Pero el mayor reclamo a la fama de Byrd fue haber sido miembro de la organización racista y terrorista del Ku Klux Klan. Esto hace de Biden un simulador desde la cuna hasta la tumba. Además—como los años multiplican la maldad y hace más ostensibles los defectos—el malo del senado se ha convertido en el actual Satanás de la Casa Blanca.

Porque hay que ser un Satanás político para decir como ha dicho Biden que: “Los republicanos de MAGA no amenazan únicamente nuestros derechos personales y nuestra seguridad económica. Ellos son unos fascistas que amenazan a nuestra misma democracia.” Después de catalogarlos de fascistas, Biden procedió a describir lo que hacen los fanáticos de MAGA. Los nazis asesinan personas. Los de MAGA  también asesinan. Eso es lo que hacen y así lo dice el presidente de los Estados Unidos. Ningún presidente anterior se había atrevido a proferir un insulto de tal naturaleza contra sus adversarios.   

Por lo tanto, no debe de sorprendernos que Biden dijera hace unos días que el 6 de enero: “Los republicanos asesinaron a varios policías del Capitolio”.

Este fue otro de los habituales resbalones mentales de Biden. La única muerte el 6 de enero en el Capitolio fue la de una partidaria de Trump llamada Ashli Babbitt, a manos del Teniente Michael Byrd. Lo demás son puras mentiras de una gente—que a falta de aciertos—no tiene otra alternativa que mentir, mentir y mentir.

Una de esas mentiras tuvo que ver con la muerte del hombre negro George Floyd a manos de la policía de la ciudad de Minneapolis el 25 de mayo de 2020. La muerte de Floyd dio lugar a manifestaciones a todo lo largo y ancho del país por parte del Movimiento BLM (Black Lives Matter). Entre el 26 de mayo y el 22 de agosto de 2021 tuvieron lugar 7,750 manifestaciones en 2,440 lugares en los 50 estados de la Unión Americana.  Además de pedir que se redujeran los fondos destinados a la policía, el grito de guerra de BLM fue: “Cerdos en frazadas, friámoslos como tocino.” El “castigo” de Biden fue invitar a  sus líderes a la Casa Blanca.

La realidad es que, en escasamente los dos años de Biden en la Casa Blanca, los Estados Unidos se han convertido en un páramo de miseria, destrucción y criminalidad. Esta no es la nación que yo encontré el 26 de noviembre de l960 cuando me bajé del avión en el Aeropuerto de Miami con 5 dólares en el bolsillo. Y cuando me pregunto la razón tengo una sola respuesta.

Porque las prioridades de Biden y de la izquierda que lo controla se encuentran “patas arriba” y, por lo tanto, han fracasado rotundamente.

Antes que el calentamiento global, las cuestiones género, las teorías críticas de las razas y el adoctrinamiento ideológico de nuestros estudiantes lo que necesita este país son alimentos y medicinas a precios razonables, combustible abundante y barato, moneda sólida, militares capaces de derrotar a cualquier enemigo, una política internacional que reafirme su soberanía y una educación que forme a los estudiantes en materias que les permitan ganarse la vida cuando sean adultos. Lo demás es puro veneno en manos de una minoría que odia a los padres fundadores y que quiere crear un país acorde a sus demenciales caprichos ideológicos.

La otra parte de la respuesta a mi pregunta es que este país ha pasado por la patraña de la colaboración con los rusos, por la farsa de la computadora de Hunter y por la insurrección e intento de golpe de estado del 6 de enero. Y para completar, ha pasado por la patraña de los “secretos nucleares” “encontrados” por el desprestigiado FBI en la residencia de Donald Trump. Primera vez que se invade el hogar y la privacidad de un ex presidente americano.

Por su parte, Biden dijo estar a favor de la unidad cuando su nivel de popularidad estaba por encima del 50 por ciento. Pero entra en un estado de desesperación cuando las encuestas—como ocurrió hace unos días según Reuter—lo sitúan por debajo del 38 por ciento.

En conclusión, la carrera política de Joe Biden termina en un vendaval de amargura y fracaso. Lo ha sacrificado todo para lograr su ambición personal pero no lo ha conseguido. No tiene amigos íntimos y su familia es un verdadero desastre. De los dos hijos que aún viven, Hunter es adicto a las drogas y Ashley ha sido arrestada en numerosas ocasiones. Ella afirma que sus compulsiones sexuales se deben a las duchas que su padre le obligó a tomar con él cuando era una jovencita. Biden podrá negarlo pero, teniendo en  cuenta su falta de escrúpulos, todos sabemos que es una verdad incontrovertible.  

En retrospección, la vida de Biden ha sido un lamentable fracaso, y lo más lamentable, es que está llegando a su final. Dentro de muy poco tiempo cumplirá 80 años. Este es el momento en que las personas decentes miran hacia adentro. Pero no este hombre corrupto y degenerado que ha sobrevivido casi medio siglo en la vida pública engañando al mundo. Ahora bien, para su desgracia, estoy seguro de que no ha podido engañarse a sí mismo. Ese es su castigo pero no debe de ser el nuestro. Salgamos de él lo más pronto posible.

9-12-22