Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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“Cuando el gobierno teme al pueblo brilla la libertad. Cuando el pueblo teme al gobierno se instaura la tiranía.” Thomas Jefferson.
“Obreros del mundo únanse. Ustedes no tienen otra cosa que perder que sus cadenas.” Esas fueron las palabras de Carlos Marx. Él escribió esas palabras infames en 1848. Es altamente probable que Carlos Marx jamás haya conocido a un obrero. Un momento. Este hombre no pasó diez años en una fábrica de algodón siendo testigo de la opresión y los abusos en ellas. Él fue un niño rico—“bitongo” en el argot cubano—que practicó el periodismo.
Sin embargo, durante más de 150 años, Carlos Marx sirvió de inspiración a otros niños ricos que también se convirtieron en periodistas que repitieron la misma frase, o una variante de la misma. Eso es precisamente lo que está pasando en este momento con las élites americanas y canadienses encabezadas por Joe Biden y Justin Trudeau. Ambos miran a los camioneros como una “chusma” indigna de ser tomada en cuenta. Por eso no negocian con ellos. Pero cuando esa “chusma” se indigna la tierra tiembla y, con ella, tiemblan Biden y Trudeau. Por eso, aunque no quieran admitirlo, a estos dos farsantes les ha llegado la hora de negociar.
Consideremos lo que está pasando en Canadá. Millares de camioneros se han presentado en Ottawa, la capital del país, con sus camiones, sus canciones y sus quejas para protestar contra la tiranía del gobierno de Trudeau. Justin Trudeau no simpatiza con los camioneros. Los considera seres despreciables. Tal como solíamos decir en la década de 1960: “Rasguña a un izquierdista y te encontrarás con un fascista.” Ese es Jutin Trudeau.
La pregunta que se hacen Biden y los compinches que toman las decisiones por él, es en qué momento saldrán a las calles los camioneros americanos. La misma pregunta agobia a los medios de comunicación que simpatizan con la izquierda. Ellos están sumamente preocupados con esta clase obrera a la que consideran soberbia e intransigente. A todos estos elitistas les digo una frase que escuché decir con frecuencia a mi abuelo: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo”.
Los camioneros de este país están observando lo que está pasando en Canadá. ¿Qué pasaría si los camioneros americanos decidieran que han sufrido bastantes abusos por parte de las élites y se lanzan a la huelga? No hay que ser un genio para concluir que los Estados Unidos se paralizarían. Y dentro de ese contexto, un grupo de camioneros americanos anunció hace cuatro días que saldrán a las calles para protestar contra los mandatos de vacunas de Joe Biden. La protesta comenzará el 5 de marzo en California y se desplazará hacia el este hasta llegar a Washington, una ciudad que—contra toda prueba en contrario—todavía se considera la capital de los Estados Unidos.
Los habitantes de los estados americanos del Medio Oeste ya han sentido el impacto. El 25 por ciento de todo el comercio entre los Estados Unidos y Canadá—siendo ambos los mayores socios comerciales uno del otro—en la cantidad de miles de millones de dólares pasan por el Puente del Embajador. Esa es la razón por la cual la Administración de Biden le ha aconsejado al gobierno de Trudeau que “utilice los poderes federales para poner fin a esta protesta.”. Dicho en forma directa, que los aplaste por la fuerza. Por su parte, el arrogante y asustado Justin Trudeau ha declarado: “Los habitantes de Ottawa no se merecen ser hostigados en sus barrios. No se merecen ser confrontados con la violencia inherente de una ‘cruz gamada’ de Hitler o una bandera confederada americana.”
Este Justin engreído y malcriado nació y se crio rodeado de lujos en el hogar de su padre, Pierre Elliot Trudeau, un admirador no solo de Fidel Castro sino de China Comunista y de la Unión Soviética. Una prueba fehaciente. Bob Plamondon, uno de los biógrafos de Pierre Trudeau, recuerda la forma en que el “viejo” Trudeau visitó la Unión Soviética en 1952 para discutir temas económicos, acompañado nada menos que por cuatro miembros del Partido Comunista de Canadá. Justin ha resultado ser una copia al carbón de su despreciable padre. Por ejemplo, en cuestiones relacionadas con la economía y el ambiente, en un extraño momento de sinceridad en un político, Justin dijo en 2013 que tenía “cierto nivel de admiración por China Comunista”. El problema para Justin es que está violando los derechos humanos de unos canadienses que no son chinos. Y, para mayor vergüenza, todo indica que la familia Trudeau jamás ha conocido un sátrapa que no sea de su agrado.
En cuanto a Biden, se las ha arreglado para ser objeto del ridículo solamente un año después de haber tomado posesión de su cargo. Está remando a solas en un pantano que se ha convertido en un charco de fango. Y su soledad no se limita a los gobernadores republicanos. Los miembros de su propio partido no quieren ser vistos con él. Para todo el que albergue esperanzas de triunfar en política, esta malévola escusa de hombre se ha convertido en la “kryptonita” que paralizaba a Superman. Hasta el cuchillo menos afilado en la gaveta demócrata sabe que Biden no tiene la menor idea sobre la forma de poner fin al problema más grande de su presidencia, que no es otro que la inflación.
Al mismo tiempo, los mandatos de Biden sobre las vacunas se están desintegrando, aún antes de ser puestos en vigor. Desde los que prestan asistencia médica hasta los camioneros y todos los que desempeñan otras labores el mensaje es muy claro: millares de ellos están dispuestos a perder sus empleos antes que ser obligados a someterse a un procedimiento que no quieren. Un nuevo estudio sobre la efectividad de las vacunas de COVID no es buena noticia para la Administración Biden. Publicado el 4 de noviembre en la revista científica “Science”, los investigadores siguieron a 800,000 veteranos americanos durante seis meses después de haber sido vacunados.
Los resultados fueron devastadores para corruptos y mensajeros del miedo como Anthony Fauci. Entre los meses de marzo y septiembre la efectividad de Moderna cayó de 89 por ciento a 58 por ciento. Las dos vacunas de Pfizer perdieron efectividad del 87 al 45 por ciento. Y la de Johnson & Johnson cayo la cifra astronómica del 86 al 13 por ciento.
Pero si mal le ha ido a Biden con las vacunas peor le ha ido con el déficit comercial. El déficit comercial de los Estados Unidos en 2021 se disparó a la cifra galáctica de 850,000 millones de dólares, el mayor en la historia americana. Esta cifra representa el 27 por ciento de aumento con respecto al año anterior.
Tal como las lluvias traen sus lodos, los errores se pagan caro, sobre todo en política. Según una encuesta de CNN—una empresa parcializada a favor de la izquierda—los niveles de aprobación de Biden son del mísero 41 por ciento; mientras el 58 por ciento no puede verlo ni en pintura. Me imagino lo felices que deben de estar los senadores Joe Manchin y Kyrsten Sinema que no se dejaron intimidar para que votaran a favor de la trampa electoral propuesta por los demócratas. Los aliados de Pelosi en la prensa mentirosa los sometieron a intensas presiones, pero ambos resistieron. Y después fueron agredidos por la izquierda virulenta. Ellos no le prestaron atención y tomaron la decisión correcta.
Como si no tuviera bastantes problemas, la mayoría de los americanos cree que Biden no está en condiciones de gobernar al país. Y que les parece, el resto del mundo también lo sabe. Este es realmente un momento para estar asustados. El 58 por ciento de los americanos lo rechazan. Eso es un motón de votos para los republicanos, que incluye el 22 por ciento de los que votaron por Biden en 2020 y que ahora lo rechazan. Ese 58 por ciento se compone de un 22 por ciento de demócratas, 25 por ciento de izquierdistas, 25 por ciento de Afroamericanos, 50 por ciento de hispanos y 45 por ciento de los votantes en áreas urbanas. El Partido Demócrata se está desmoronando y, al menos por el momento, se ha convertido en un cadáver. Todo esto resulta increíble.
Por otra parte, Biden podrá ignorar la forma de hacer felices a los americanos pero ha logrado que los chinos lo adoren. Los mismos chinos que entregaron 1,000 millones de dólares a Hunter Biden para que los invirtiera en el mercado americano. Porque el déficit comercial de los Estados Unidos con China Comunista creció en el 15 por ciento el año pasado en la cantidad de 355,000 millones de dólares. Esto es una marcha atrás a las políticas del Presidente Trump que lograron reducir ese déficit por medio de límites a las importaciones y de tarifas aduaneras.
Según están las cosas, las elecciones parciales de este año podrían resultar en una soberana pateadura para los demócratas que se han dejado dominar por la minoría izquierdista de Bernie Sanders y las fanáticas de la Escuadra. No hay que ser sabio para darse cuenta de que, al menos por el momento, el cadáver del Partido Demócrata no tiene probabilidades de ser resucitado.
2-15-22
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