Por Alfredo M. Cepero
Director de La Nueva Nación
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Cuando Fidel Castro entró a la Habana el 8 de enero de 1959 fue adorado por las multitudes como el Santo Patrón del patriotismo cubano. Batista había salido corriendo el primero de enero pero Castro—acorde con su cobardía—no se apresuró a sustituirlo. Mandó por delante al mugriento Che Guevara a tomar la Fortaleza de La Cabaña y al idealista Camilo Cienfuegos a tomar el entonces Campamento de Columbia. Esta conducta estaba de acuerdo con su proceder durante toda su vida de fiera agazapada. Veamos.
Siendo todavía un adolescente se le acusaba de haber dado muerte al dirigente estudiantil Manolo Castro. Cuando fracasó la expedición de Cayo Confites para derrocar al dictador dominicano Leónidas Trujillo se lanzó al agua huyéndole a Rolando Masferrer y portando dos ametralladoras de las que sólo pudo salvar una.
Durante el ataque al Cuartel Moncada mandó a Abel Santa María por delante y destacó a su hermanito en la Audiencia de Santiago de Cuba. Ni Fidel ni Raúl entraron jamás al Cuartel Moncada. Cuando Herbert Matthews lo entrevistó para el New York Times hizo alardes de su rifle de “mirilla telescópica” para dar muerte desde “lejito” a los “casquitos” enviados por Batista.
LA MENTIRA
Haciendo un estimado atrevido yo diría que más del 80 por ciento del pueblo cubano se sentían o se declaraban “fidelistas”. La famosa cultura “arribista” u oportunista del cubano. Nadie podía encontrar a un batistiano ni siquiera con una lupa. Predominaba la frase célebre de “Se acostó batistiano el 31 de diciembre y se levantó fidelista en el primero de enero”. Cuando critiqué a uno de mis amigos batistianos por haber cambiado de lealtad de Batista a Fidel me dijo: “Yo no cambie, el que cambio fue el gobierno”.
LA ESPERANZA
En su discurso del 8 de enero en el campamento de Columbia, un Fidel con rostro angelical le preguntó a Camilo Cienfuegos—el más carismático de los comandantes de la Sierra— ¿Voy bien Camilo? Nadie habría podido pensar en aquel momento que se convertiría en el asesino de millares de cubanos. Y el primer Primer Ministro de la revolución, el Dr. Jose Miró Cardona lo confirmo durante una entrevista por televisión cuando dijo: “Venimos a servir, no a servirnos”. Cuba parecía que estaba de fiesta cuando en realidad sufría una “borrachera de mentiras”.
LA REPRESIÓN
Andando el tiempo la represión sustituyó a la mentira como arma de control del pueblo. Fidel Castro fue presidente del Consejo de Estado de 1976 a 2008. Se convirtió demás en “condotiero” de la Unión Soviética en las guerras de África. Entre ellas, la Guerra civil angoleña, la Guerra civil mozambiqueña y la Guerra de Ogadén; así como las revoluciones latinoamericanas. El General Arnaldo Ochoa fue su representante en esas guerras hasta que lo tiró por la borda fusilándolo y acusándolo de traficar con drogas.
MILITARES CUBANOS MUERTOS EN ÁFRICA
Según militares angoleños y cubanos, en los 15 años de duración de la operación Carlota participaron 300 000 combatientes y 50 000 colaboradores civiles cubanos. Murieron en ella no menos de 2655 cubanos.
CUBANOS ASESINADOS POR EL CASTRISMO
Hasta el último día de 2015, se habían documentado 7.062 muertes y desapariciones "atribuidas al régimen castrista" desde 1959. Sus registros indican que 3.116 fueron ejecuciones por fusilamiento.
CUBANOS EN EL EXILIO
Después de 65 años en el poder ya ningún cubano cree en las falsas promesas de la tiranía. La gente se fuga en botes, en balsas y hasta en el tren de aterrizaje de los aviones. Ya nadie cree en la revolución y los tiranos no han tenido otra alternativa para mantenerse en el poder que a base “de palo y pedrá”. Se estima que hay casi DOS MILLONES de cubanos en el exilio, el 28 por ciento de la población de 7 millones en 1959.
VIOLENCIA EN TIEMPOS RECIENTES
Recordemos que durante las históricas manifestaciones antigubernamentales de julio de 2021 (11J), fuerzas del Minint, con la colaboración de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y grupos paraestatales conocidos como Brigadas de Respuesta Rápida, también emplearon la violencia armada contra los ciudadanos.
CONCLUSIÓN
Todo indica que a la tiranía se le acaba la cuerda. Arriesgándome a hacer el ridículo con este vaticinio estoy convencido de que la vida de la tiranía se mide en meses más que en años. Después de 65 años de esclavitud hemos pagado con creces el precio de la libertad. De hecho, ya la tenemos “a la vuelta de la esquina”.
6-18-24