Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero
Nadie como estos comunistas se ha robado la inocencia y ha humillado la dignidad de la mujer cubana.
1959 comenzó en Cuba con un desfile de campesinos, estudiantes y jóvenes imberbes bajados de las montañas cuyo líder prometía un renacimiento de la libertad, de la democracia y de la moral. Atrás quedarían los esbirros de la dictadura batistiana, los pobres, los casinos, las prostitutas y las playas. Para impresionar a los escépticos, desfilaron con rosarios en el cuello y mostrando expresiones angelicales. Unos santos políticos que nos salvarían del infierno de la dictadura batistiana. El pueblo cubano se enamoró de los “barbudos” y hasta las señoritas de la alta sociedad consideraban un honor ser vistas y retratadas con personajes que parecían escapados del cuento de Ali Babá y los cuarenta ladrones.
Sin embargo, todo era una farsa de una banda de ignorantes manipulados por un personaje diabólico. Cuba era un país sin libertad política pero con una relativa libertad económica y, gracias a una poderosa empresa privada, se encontraba entre los más desarrollados del Continente. Una nación que exportaba azúcar, café, tabaco y ron en tales cantidades que la convirtieron en la sociedad con más autos, televisores y cines de América Latina.
Durante los primeros años, aquel desgobierno de facinerosos consumió los recursos creados por sus predecesores. Pero, en muy poco tiempo, no pudieron escapar la sentencia lapidaria de aquella campeona del capitalismo que se llamó Margaret Thatcher: “El problema con el socialismo es que, tarde o temprano, a usted se le acaba el dinero de los demás.”
Incapaces de producir por sí mismos le pusieron precio a sus servicios de meretrices políticas. Los Castro—no las mujeres que ellos han forzado a la prostitución—se han convertido en nuestras indignas prostitutas políticas. Son los cipayos de un mundo moderno que ponen sus armas al servicio de quién les pague mejor. Como las aves de rapiña consumen sin producir. Ahí estaba una Unión Soviética que necesitaba “carne de cañón” para implementar su agenda de crear colonias africanas. Fidel Castro pagó el petróleo soviético con la sangre de diez mil jóvenes cubanos.
Pero fue más allá. Convirtió a la isla en un prostíbulo para turistas pobres. Un contraste dramático con los turistas ricos que visitaban la Casa Marina de los tiempos de la república. Nadie como estos comunistas se ha robado la inocencia y ha humillado la dignidad de la mujer cubana. Esta vileza tienen que pagarla. Si no se las cobramos ni somos hombres ni merecemos tener patria.
Pasemos ahora a contemplar algunos ejemplos. Fuentes dignas de crédito afirman que en los buenos tiempos de la Unión Soviética, Moscú enviaba a los Castro una asistencia económica de 11 millones de dólares diarios. El petróleo enviado todos los años se estimaba entre 4,000 y 5,000 millones de dólares. Y más importante aún, Cuba recibía de la Unión Soviética 600 millones de dólares anuales en equipos militares.
Pero la Unión Soviética no fue la única que financió con préstamos sin garantías las arcas famélicas de la tiranía comunista cubana. En forma cuantiosa lo hicieron las naciones integrantes del llamado Club de Paris. Entre ellas: España, Francia, Gran Bretaña, Alemania Occidental y Japón. La deuda a todas ellas asciende a 2,400 millones de dólares. El régimen comunista debe además 3,100 Millones de dólares a varios bancos occidentales. Esto representa 2,000 dólares por cada habitante de la Isla, que es uno de los per cápita más grandes del mundo.
Como todos los de su clase, los comunistas cubanos no tienen vergüenza. Se arrodillan hasta ante el odiado “imperialismo yanqui”. Como decía un anuncio de la televisión de Miami: “Lo que importa es el cash”. Aunque las sanciones económicas se mantienen vigentes, los Estados Unidos son la fuente principal de productos alimenticios y agrícolas a Cuba que—en 2018—alcanzaron un valor de 221 millones de dólares. Este país es además uno de los principales proveedores de productos humanitarios a Cuba, incluyendo medicinas y productos médicos que—en 2018—alcanzaron un valor total de 276 millones de dólares.
Las remesas de dinero en efectivo—en la cantidad aproximada de 3,500 millones de dólares anuales—constituyen un elemento importante en la economía controlada de Cuba Comunista. Ese dinero es enviado por el MILLON, 300 MIL cubanos que viven en los Estados Unidos. Un espectáculo repulsivo de los esclavos financiando al dueño de la plantación. Al mismo tiempo, se estima que el PIB de Cuba anda por los 20,000 millones de dólares. De estos 20,000 millones se calcula que 6,600 millones corresponden al dinero en efectivo y mercancías enviados por los cubanos en el exterior, 6,400 millones corresponden al salario de los médicos que prestan servicios en el exterior y 7,500 millones son atribuidos al resto de la economía, incluyendo las exportaciones.
Pero la semana pasada las prostitutas políticas del régimen cubano se cogieron el trasero con la puerta. Todo mal llega a su fin y “a todo cerdo le llega su San Martín”. La Cámara de Representantes de Estados Unidos votó el miércoles en contra de una enmienda que buscaba otorgar créditos al Gobierno de Cuba sin condicionamientos, presentada por la congresista demócrata por Detroit (Michigan), la palestina Rashida Tlaib.
Por su parte, el representante cubanoamericano Mario Diaz Balart, manifestó: "Si bien las dictaduras marxistas tienen sus apologistas dentro de la mayoría demócrata, estoy agradecido por el apoyo de colegas de ambos partidos que apoyaron al pueblo cubano en su lucha por la libertad. Debido a un fuerte apoyo bipartidista, que se tradujo en una votación de 260 a 163, pudimos derrotar el otorgamiento de créditos a los opresores del pueblo cubano".
Esta situación caótica ha puesto a la defensiva a la tiranía castrista. Carentes de financiamiento exterior, saben que tienen los días contados. Porque llega un momento en que los pueblos le pierden el miedo al “palo y fusil”. No hay dudas de que se avecinan días tormentosos para el pueblo cubano; pero si esa tormenta nos trae la libertad démosle la bienvenida.
Hace quince días vimos al régimen desplegar a policías y militares en todo el país para disuadir a los ciudadanos de marchar con motivo del aniversario de 11j. Sesenta años podrían parecer una eternidad para quienes luchamos por la libertad. Pero una eternidad de pie es preferible siempre a sesenta años de rodillas.
7-25-22