Dr. Oscar Elías Biscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Presidente del Proyecto Emilia
Medalla Presidencial de la Libertad
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Este análisis fue presentado en la Sección de Resistencia Activa Noviolenta del programa Lawton Libre, de Radio Martí. Basado en el libro De la dictadura a la democracia de Gene Sharp y otros autores de la noviolencia. Este tema refleja mis opiniones y no de la institución.
Como sabemos ante una tiranía solo hay dos métodos para ponerle fin: el militar y la desobediencia civil. Nosotros los del Proyecto Emilia hemos escogido la desobediencia civil o desafío político noviolento. Este es efectivo, puede lograr sus objetivos de liberación rápidamente y con el menor costo de vida para la población y puede asegura el paso de una dictadura a la democracia, alejando el peligro de la instauración de una nueva tiranía en el país. Se basa en el amor y la práctica de los valores democráticos. Pero la pregunta es si podemos hacer esa resistencia activa noviolenta en una sociedad democrática y libre.
Por supuesto que sí e incluso, es mucho más fácil su ejecución que en los países dominados por tiranías. Las fuerzas de orden y militarizadas tienen una educación elevada en los derechos y libertades de la gente en la sociedad. Por eso, existe el derecho a la libre expresión en sociedades libres, a través de las protestas o huelgas, y está garantizado por constitución.
En una sociedad libre, donde estén consolidadas las instituciones democráticas, siempre existe oídos receptivos y la disposición de solucionar los problemas por las vías legales y pacíficas. Donde domina el imperio de la ley, la ley y el orden son para mantener la justicia, la libertad y el derecho de las personas.
Sin embargo, que pasará en una sociedad libre, aunque consolidad por el tiempo, pero que ha empezado a quebrarse por el brazo tóxico de la corrupción.
Por ejemplo: Algunas sociedades libres, en ese contexto, han buscado el menos daño en una justicia mal administrada por las instituciones del estado y abolieron la pena de muerte por la cadena perpetua; porque se había conocido de ejecutados a muerte y después se comprobó que eran inocentes, ya no se podía repararse el daño de la injusticia a la persona mal juzgada. O sea, las instituciones pueden errar y mucho más si están manipuladas y corruptas. También existen circunstancias desde la ley, las autoridades las utilizan para obtener beneficios personales. Claro está, la sociedad debe ir en busca de la limpieza de esas instituciones democráticas y de justicia y elevar su concepto ético moral para un mejor servicio y fortalecer la sociedad libre.
Como hemos afirmado en las democracias también se pueden utilizar la desobediencia civil o lucha cívica noviolenta para reclamar sus derechos. Generalmente, los reclamantes de esos derechos hacen protestas pacíficas en esos países, pero no están adheridos a las enseñanzas de la desobediencia civil, o sea de Gandhi y King. Al no tener ese conocimiento asido firmemente, es más fácil quebrar la posición pacífica y excitar la violencia. Incluso puede existir provocadores infiltrados que, en la tensión del momento, promueven la violencia y es de muy fácil contagio en la multitud.
Asimismo, existen autoridades policiales que conociendo de esas características de los manifestantes estimulan la violencia para justificarse y usar la fuerza, acusar de desacato y resistencia a los activistas. Además, harían ver a los manifestantes ante la opinión pública como brutales e incivilizados, con la pérdida inmediata de su credibilidad en sus justas demandas.
Algunos de los individuos, que están en posición de autoridad, buscarán desviar la atención de las acciones de los manifestantes creando otro problema de igual o de mayor magnitud para distorsionar o enmascarar la situación demandante u otra circunstancia para apartarla de la crítica de la sociedad y así opacar una situación levantado otro problema.
Las personas cuando viven bajo una tiranía, les es más fácil discernir que se vive bajo una situación de injusticia y puede quebrar la ley en busca de esas desmandas, pues las tiranías en sí, no son fuente de derechos, porque le fue arrebatada al ciudadano a la fuerza y violentan los derechos humanos básicos y las libertades fundamentales.
Hay leyes que son necesarias en toda sociedad, sea democrática o tiránica, como la prohibición de matar a personas, no robar o simplemente detenerse en la luz roja del semáforo. Esto hace una mejor vida de los individuos en la sociedad. Un ciudadano civilizado no quebraría la ley porque se supone que participa de ese proceso en su gestión democrática directa o por sus representantes. Se sobreentiende que las leyes son para dignificación de las personas en la sociedad. Aunque la ley es ley por sí misma y no les importa a sus guardianes la justeza o no.
A esto solo le importan su cumplimiento.
Sin embargo, a los individuos que miran a la justicia en la sociedad o los que son afectados por esa ley que desencadena una situación de injusticia, pueden hacer objeción de conciencia y la violarán, aunque lleven el castigo que implica el no reconocimiento de ese mandato. Estos irán a cumplir la sanción disponible y con gusto cumplirán la pena de cárcel para levantar la conciencia social y condenación de tal estado de arbitrariedad. Estos son los héroes y mártires de una nación.
Por supuesto, la lucha sería mejor a través de la resistencia noviolenta o resistir al mal con el bien como diría un gran maestro. La búsqueda de la justicia a través de la fuerza necesaria y limitada, aún se ve mucho hoy, a pesar de la evolución civilizada y desarrollada del mundo.
Del mismo modo, es la gran hipocresía de los tiranos o democráticos, los primeros tuercen el derecho e imponen una sociedad de miedo y luego asesinan, encarcelan, o denigran públicamente al que se opone a ese estado de injusticia violadora de la dignidad humana o el caso de los segundos, que viven en naciones democráticas que aprueban hacer guerras y lanzar bombas en otros países y cuando su propias gentes se manifiestan en busca de la justicia y la verdad y profanan sus recintos de labor, convertidos en templos intocables pero no impolutos, aunque sean con un mínimo de fuerza, entonces asustadizos, quieren pedir las cabezas de esos justos protestantes.
Agustín de Hipona nos regaló este legado: “Una ley injusta no es tal ley”. (...) “La ley humana tiene razón de ley solo cuando se ajusta a la recta razón. Y, así considerada, es manifiesto que procede de la ley eterna. Pero, en cuando se aparta de la recta razón, es una ley inicua; así no tiene carácter de ley sino más bien de violencia”.Continuaremos con el tema en otro programa de Lawton Libre.
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