Dr. Oscar Elías Biscet

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos

Presidente del Proyecto Emilia

Medalla Presidencial de la Libertad

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La tiranía en su esencia es un proceso injusto, impuesto por la fuerza de la violencia que conlleva a la depredación de los derechos humanos básicos.

El 11 de julio de 2021 (11J) el pueblo cubano disfrutó horas de felicidad y libertad en la jornada del 11J. La auto dignificación popular y las esperanzas en la libertad no pudieron ser aplastadas por la tiranía castrocomunista, este sueño está vivo en el pueblo. El terror de estado era tan intenso que logró imponer nuevamente la paz de los sepulcros. Con la represión y militarización de la sociedad la tiranía obtuvo la tan deseada tranquilidad ciudadana, que no es más que esta falsa paz nacida de la coartación de libertad. De esta paz de los sepulcros se vanagloria públicamente el títere continuista Miguel Díaz-Canel.

La tiranía castrista neutralizó las manifestaciones cívicas y restableció el orden comunista. El designado Díaz-Canel aseguró que fue aplastado un golpe de estado. ¿Es esto una realidad?

La profunda intención propagandística del régimen castrocomunista por devaluar las demostraciones de libertad de expresión y reunión de los ciudadanos cubanos del 11J, no solo uso el terror de estado sino la mentira y la difamación contra las personas que exigían sus derechos. Esas manifestaciones cívicas y pacíficas del pueblo cubano son la respuesta natural ante un fenómeno continuo de carencia absoluta y total de libertad y la más lógica reacción humana es la rebelión.

La tiranía en su esencia es un proceso injusto, impuesto por la fuerza de la violencia que conlleva a la depredación de los derechos humanos básicos, con la perdida de la libertad y la soberanía del pueblo. Todo esto hace que la tiranía sea un ente en sí mismo de ilegitimidad, que en el caso de la impuesta en Cuba es doblemente ilegitima por violentar y sustituir de facto y no de derecho a la auténtica y democrática Constitución de 1940.

En una república la soberanía radica en el pueblo, su usurpación irremediablemente llevará a la justa rebelión, por lo que las manifestaciones cívicas del 11J están bajo el amparo del Artículo 40 de la aún vigente Constitución de 1940, incluso si no existiera esta ley constitucional, ante la falta de libertad y vivir en la humillación como objetos -cosas- y no como sujeto de derechos tenemos el deber de liberarnos de la intolerable y tremenda injusticia.

Por lo descrito no es un golpe de estado, como quiere hacer creer al pueblo y al mundo el títere tirano Díaz-Canel, porque son una tiranía totalitaria comunista, que secuestraron a la nación cubana y su país, que le arrebataron la fuente de derechos al pueblo cubano e hicieron dueña de esta por usurpación al Partido Comunista de Cuba (PCC), estalinista y no cubano.

El designado continuista Díaz-Canel cuando habla de golpe de estado, quizás sea porque él y su régimen comunista saben que de los 23 altos oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de ellos 15 generales, murieron en menos de un año tras las protestas pacíficas del 11 de julio de 2021, posiblemente, muchos de esos oficiales estaban por apoyar o apoyando al pueblo cubano en su liberación de la tiranía neoesclavista de Castro Díaz-Canel.

Por supuesto, en el caso del General de Brigada Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, quizás su muerte sea un asesinato de las conspiraciones por la competencia para la toma del poder absoluto del país o un asesinato extrajudicial para lavar la cara del régimen cubano de sus largas andanzas en el tráfico de drogas y lavado de dinero hacia los EEUU y Europa, al estilo del asesinato judicial, de la Causa No. 1 de 1989, los fusilamientos del general Arnaldo Ocho y otros oficiales del régimen.

En el 2018, el general López-Callejas fue denunciado en el Subcomité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representante de EEUU por su participación en el tráfico de drogas hacia EEUU en asociación con las trasnacionales internacionales delictivas que involucran a los narco-estados de Cuba y Venezuela.

No está demostrado por las ciencias, ni la ciencia política ni en la vida cotidiana, la posibilidad de que un número elevado de alta oficialidad militar muera de forma natural y continua sin la existencia de guerra y en plena crisis política, social y economía. El régimen castrocomunista ha llevado al país a una grave crisis humanitaria y a un Estado fallido.

A los militares cubanos, FAR, PNR, MININT y DSE, compórtense como dignos militares de carrera, verdaderos soldados de la patria, no cumplan la orden de combate de la tiranía y sus directivos contra el pueblo cubano, único soberano. Este manifestó su pensamiento el 11J en las calles de toda Cuba. Disparar contra personas desarmadas y porque exigen derechos es un crimen de lesa humanidad, delito que no prescribe en la jurisprudencia nacional e internacional hasta la celebración del juicio.

En Cuba existen muchas historias de soldados dignos que se comportaron como militares de carrera desde el tiempo de la colonia, la Republica hasta hoy. No se compliquen sus vidas y profesión con la sangre inocente del pueblo cubano, no manchen sus manos con sangre de un pueblo que busca libertad y el cumplimiento de los derechos humanos. Le describo sobre un caso de dignos militares relacionados con su sistema comunista en la Unión Soviética (URSS).

En 1991, en la URSS, el Partido Comunista Soviético (PCUS) lazó los tanques de guerra contra el pueblo que reclamaba libertad y bienestar en las calles del país. El objetivo era abatir a la muchedumbre sedienta de libertad y cambios profundos en el sistema. Los militares comprendieron sus justos reclamos y no obedecieron la orden de combate de disparar al pueblo; entonces, enfocaron sus cañones contra los verdaderos culpables del desastre nacional, la dirigencia del PCUS, poniéndole fin a esta casta política que se había adueñado del país y la soberanía regreso al pueblo. Se desintegró la tiranía comunista y nació la república libre de la Federación Rusa. Esto también es posible en Cuba.

El Dr. Oscar Elias Biscet es un líder de derechos humanos, ex preso de conciencia durante 12 años y ganador de la Medalla Presidencial de la Libertad. Vive en  La Habana, Cuba, y puede ser contactado a través de su teléfono 011-537-699-1774. y de su sitio web: www.OscarBiscet.com.

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