Dr. Oscar Elías Biscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Presidente del Proyecto Emilia
Medalla Presidencial de la Libertad
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La dictadura comunista cubana no concibe que después de largos años de opresión y adoctrinamiento, la población reclame la libertad de expresión.
La libertad es un proceso intrínseco natural de la vida humana. Esta consustancialidad es la génesis de la dignificación de la persona humana. La libertad encuentra su profunda realización en la justicia y la verdad, que conlleva a la materialización de la verídica e inmaculada paz en una sociedad libre.
La libertad y la vida son valores absolutos que se transfieren al sujeto como derechos inalienables de la persona humana. Ambas se complementan y son inseparables, la censura de la libertad disminuye intensamente el desarrollo natural y la calidad de la vida. Una destrucción de esta socaba la armonía en la naturaleza, tanto personal como social.
La libertad es un proceso abstracto que destruyeron como derecho y convirtieron en una necesidad para dominar a la gente dentro del colectivo y elaboraron un nuevo tipo de conciencia para atar fuertemente a sus vidas al sistema nervioso vegetativo autónomo. Ahora el miedo supera la conciencia humana y la vida adquiere mucho más valor que la libertad por tener su existencia en una sociedad de miedo.
Si bien, muchos darían sus vidas por vivir mejor e incluso por estar en libertad, aunque sea con desarraigo de su entidad personal y social, no está mal buscar esas oportunidades pero son procesos profundamente personales. Sin embargo, otros darían sus vidas por la libertad de una persona ajena, estos son los que camina en el amor altruista y aunque sean pocos, mueven la conciencia de todo un pueblo.
La rebelión de liberación del 11 de julio de 2021 (11J) en toda Cuba hizo emerger la cubanía del pueblo cubano y el ideario de todos los mártires y héroes de la nación sobresalió con luz propia para levantar la conciencia popular contra las injusticias y la opresión del régimen castro-comunista. Estos pregonan hasta el cansancio que fue una conjura desde el extranjero y de sus servicios de inteligencia, con el único objetivo malsano de opacar esa posición digna del pueblo cubano.
Los cabecillas de la tiranía cubana, adheridos hasta el fanatismo a su libro El manifiesto comunista, no pueden concebir los anhelos autónomos de libertad del pueblo cubano y se enfurecieron y bloquearon sus mentes ya mediocres, que mostró su verdadero lado oscuro y terrorífico. Los principales comunistas se reunieron y levantaron a sus viejos voceros y testaferros ideológicos para aplastar las ideas libertarias de la nación cubana.
La dictadura comunista cubana no concibe que después de largos años de opresión y adoctrinamiento, la población reclame la libertad de expresión, de hablar y de prensa; la libertad de religión; la libertad de reunión y asociación pacífica, que se complementan con la libertad de conciencia, la libertad de creación, de catedra e intelectual, que en su conjunto es la libertad de pensamiento de toda persona humana.
Cualquier persona que viva en la autocracia, tiene derecho a buscar y conquistar la libertad, tanto personal, familiar y para sus conciudadanos; cuando se lucha por hacer a una nación libre solo podrá encontrarse el reproche de los opresores y depredadores de la libertad y el beneplácito de los librepensadores.
Los tiranos para sentirse ad libitum -a gusto- siempre tuvieron aduladores de la esfera de la creación, pero en sus falsas actuaciones intelectuales. Los verdaderos intelectuales por la libertad de pensamiento no dejaron esta herencia para actuar frente al despotismo: en 399 a.C., Sócrates fue juzgado con acusaciones falsas y lo condenaron a muerte, pudiendo escapar del martirio, prefirió estar encarcelado y tomar la cicuta para ser libre y reafirmar la libertad intelectual.
En el siglo IV a.C., el filósofo Diógenes vivía en un barril. Se apareció ante él, un rey famoso y todopoderoso y le preguntó qué podía ofrecerle. El filósofo con la sapiencia y moderación acostumbradas le respondió que se apartara que le ocultaba el sol. Asimismo el sabio Mencio, 371-289 a.C., dijo: “Lo más importante es el pueblo, el estado lo es menor, y el soberano, menos aún”. También comentó que un pueblo oprimido tiene derecho al justo regicidio.
En siglo V a.C., varios ministros envidiosos y arrogantes incitaron con engaños a su rey a tomar medidas contra tres jóvenes de su administración, Sadrac, Mesac y Abed-negó. La orden era que dejaran sus ideas religiosas o serían castigados y echados a un horno de fuego. Ninguno dejó sus pensamientos e hicieron objeción de conciencia, no fueron oídos y recibieron el castigo por las autoridades. Prefirieron la muerte a violentar sus ideas. También en lo inicio del siglo I d.C. el bondadoso Esteban fue apedreado por una turba por su objeción de conciencia y mantenerse firme en su ideario.
Los casos mencionados en párrafos anteriores son síntesis de las muchas personas luchadoras por las libertades fundamentales. Luchar por la libertad es un precepto humano que, en sus formas y métodos, las mejores personas en el mundo regalaron sus sacrificios inolvidables para la humanidad. En estos conceptos, el pueblo cubano continuará la búsqueda de los derechos humanos y las libertades fundamentales, que nos harán salir pronto de esta servidumbre revolucionaria miserable de falsa paz y establecer la República de Cuba libre.
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