Dr Fernando Dominguez

 

El 18 de mayo de 1967, fue uno de los abundantes días que el monstruo de Birán escogió para adoctrinar al pueblo cubano prometiendo lo que sabía era imposible de cumplir. Era el aniversario de una de las tantas "fechas Revolucionarias" que los asaltantes al poder de 1959 seleccionaron para "encuadernar" una nueva historia. Se trataba de la llamada Asociación Nacional de Agricultores Pequeños", un "movimiento" que agrupaba "voluntariamente" a los pequeños agricultores que todavía sobrevivían del asalto a la propiedad rural ocurrido en la Primera y Segunda Reforma Agraria y cuyo único fin era disponer de una estructura burocrática más para vigilar, manipular y reprimir a esos pequeños sobrevivientes del desastre confiscatorio del sector agropecuario cubano, del cual jamás se ha recuperado.

En esa diatriba, haciendo gala de su supuesta sapiencia y certeza absoluta de los maravillosos resultados que traerían las "nuevas" políticas sociales y económicas, el "comediante en jefe" se burlaba descaradamente de la población cubana, afirmando "llegará el día en que las frutas, los vegetales, hasta la leche se distribuirá gratuitamente a todo el mundo".  Recordemos que estaba en su periodo "maoísta" que alcanzó su clímax menos de un año después, el 13 de marzo de 1968, con la "ofensiva revolucionaria" en la que copiando a Mao nacionalizó toda propiedad sobreviviente, como Mao en 1958 con "el gran salto adelante".

En ambos casos el fracaso de ese paso "revolucionario" fue desastroso. Y en ambos casos fue enmarcado con un recrudecimiento del adoctrinamiento, de la represión más cruda por el simple uso de palabras y conductas consideradas inapropiadas al proceso. En China se encargó a la "Guardia Roja" y en Cuba a las "Brigadas de Respuesta Rápida". Se ignora con exactitud cuántos millones de chinos murieron de la hambruna que trajo consigo el Gran Salto Adelante y tampoco se ha computado con suficiente amplitud las consecuencias de la "ofensiva fidelista" que llevó al país a un retraso social, económico y político de más de 100 años, retornando a Cuba a la época de Valeriano Weyler y su genocidio contra el pueblo cubano en la Guerra de Independencia en 1895.

Para profundizar en esa burla descarada a quienes tenían que soportar su mentiras y fantasías, prosiguió: "Es que nosotros sabemos lo que estamos haciendo, y nosotros sabemos cuáles van a ser los niveles de producción de este país dentro de algunos años; sabemos cuántas vacas se están inseminando; sabemos cuántas terneras están naciendo; sabemos cuánta leche da una ternera del primer cruce del Holstein con el Cebú, y podemos hacer cálculos. Y sabemos la cantidad de leche que se va a producir, cómo las cantidades de frutas. Sabemos cuántas matas de café estamos sembrando. Llegará un momento, señores, llegará un momento en que podamos decirle también al pueblo: El café que quieran vayan a buscarlo al mercado gratuitamente."

Han transcurrido 53 años de las descaradamente fantasiosas mentiras de esa noche de 1967. La escasez de alimentos en la Cuba sometida es hoy peor que nunca. Unido a la desastrosa administración de estúpidos escogidos por su lealtad y no por su capacidad, el monstruo de la corrupción se ha desbordado desde los altos niveles hasta nivel de cuadra. La insensatez de una política encaminada solamente a asegurar la supervivencia de la dictadura y no a un desarrollo de la prosperidad y la satisfacción de las necesidad ha desbordado esas necesidades. El recrudecimiento de la represión indiscriminada sobrepuesta a la miseria generalizada es asfixiante. El desprecio sistemático a los ciudadanos y a sus necesidades sociales, políticas y materiales crea un distanciamiento social y político abismal.

Todo ello ha generado un monstruo tal de miseria, inconformidad, destrucción de la base de la propia civilización humana, que asoma a pasos agigantados una implosión por la imposibilidad de la población de vivir en las condiciones cada vez más asfixiantes e insuficientes que la tiranía le impone sin alternativa alguna que no sea pedirle dinero a sus parientes desterrados y la esperanza de escaparse del país.

El recorte de prensa de la época es testigo de la mentira descarada:

El hecho de que las autoridades de la tiranía no permitiesen revisar en las bibliotecas públicas los discursos del monstruo anteriores a la fecha, es el mayor testigo de que todas las mentiras dichas en público desde el primer día de la tiranía eran mentiras a sabiendas y que la simple lectura de esos "discursos" permitía darse cuenta del engaño y era la obvia razón para esa prohibición. Nada era fortuito. Todo era planeado.