Dr Fernando Dominguez

 

Nuestros Padres Fundadores diseñaron una nación inspirados en tres columnas fundamentales:

 

  • Una democracia erigida sobre una organización sólidamente asentada en una República, con tres poderes independientes que asegurasen que ninguno de ellos abusara de su autoridad por encima de los otros dos.
  • Una economía sólidamente fundamentada en la Libertad del intercambio mercantil, regulado por el mercado libre, que fomentase perennemente la creatividad, la racionalidad y el progreso social por la imposibilidad que ninguna clase dominante impusiera restricciones sobre los demás y que el impulso y el sano interés de ganancia fuese regulado por la competencia.
  • La organización de la nación como una unión de estados libres, con una administración federal basada en el respeto a esa independencia de los estados, y encargada de asegurar la defensa de toda la nación, sus relaciones internacionales y las necesarias regulaciones globales que, respetando los poderes de cada estado, asegurase los principios constitucionales y las libertades que le son inherentes, en el ámbito de toda la nación, sin detrimento de ninguno de los estados.

 

El surgimiento, desarrollo y consolidación de esos principios quedó a cargo de los funcionarios electos que representan a cada territorio en el Congreso, de los que obtuviesen la mayoría en las elecciones nacionales, resultado de un colegio electoral diseñado para evitar que cualquier territorio abusase de su tamaño y población, para asegurar el balance de poder de los estados.

 

Ambos poderes, de forma razonable, intervendrían para organizar el funcionamiento del poder judicial, a cargo de juristas reconocidos y experimentados, que dictarían sentencia sobre los que violen las leyes, organizados en jurados, que compuesto de sus congéneres asegurasen el verdadero poder del pueblo, por encima de los posibles abusos de poder de los otros dos poderes.

 

El paso del tiempo ha puesto en manos de esos oficiales electos la regulación práctica del funcionamiento de los poderes públicos, quienes no han sido capaces de asegurar que esos principios se mantengan en el epicentro de su actividad. La práctica social ha convertido los principios de la libertad empresarial que formaron la República norteamericana en una regulación aplastante de esa libertad, en una abigarrada suma de todo tipo de acciones que la niegan y hasta la prohiben. Todo en nombre de unos nuevos principios que nadie ha validado, como el igualitarismo, la protección del medio ambiente, un progresismo racial, de género, y de cuántas cosas le han parecido crear a los políticos, que se han convertido en una nueva clase dominante, totalmente apartados de la concepción original de los Padres Fundadores.

 

El impresionante crecimiento y desarrollo de la nación nacida de sus columnas fundacionales está totalmente en riesgo de un empantanamiento. La enorme riqueza de recursos que ha situado a la nación en la cima del desarrollo humano, incluyendo sus libertades sociales, económicas y políticas, se dilapida de forma increíble. Los principios de la libertad empresarial están en una cárcel, enrejados por regulaciones, decretos, manuales, y sistemas de concesiones que no producen más que una huída de los emprendedores hacia otros lares, con más libertades y menores costos de operación, ya que no necesitan mantener el ejército de reguladores que nosotros albergamos. Los principios de libertad socio-política que distinguieron a la nación, ahora son un agrio recuerdo del pasado ya que estamos inmersos en censuras de la libertad de opinión, en acoso de aquellos que quieren volver a la nación que demostró sus potencialidades y está siendo destruída ante los ojos de todos.

 

La moneda nacional, producto de la riqueza creada por sus libertades de antaño, ha sido seriamente dañada, comprometida, debido a un descontrolado uso de un papel moneda que ha hecho de su antiguo papel de medidor universal de la riqueza y palanca del desarrollo cada día es más destruía por un furioso endeudamiento del gobierno, producto de su descocado uso del dinero como palanca y no como herramienta.

 

El papel de los poderes públicos para mantener el necesario orden social y asegurar la tranquilidad ciudadana se ha convertido en su contrario. Ha pasado a ser una palanca de presión descarada sobre quienes tienen criterios diferentes, empoderados en su favor y no a favor de la nación.

 

Buscar a los culpables de todo este peligroso apartamiento del país de sus fundamentos y su carrera hacia  otro tipo de nación, opuesta a lo que sus fundadores planearon, no es un ejercicio que nos llevará por sí solo a regresar al camino original, a menos que se tomen medidas reales y efectivas de que eso no siga ocurriendo, ni ocurra otra vez en un futuro. La conclusión es que es necesario legislar para que los poderes públicos estén obligados por ley, a trabajar en el marco que los fundamentos de esta nación tiene, para lo cual debe ser obligatorio para todo poder público:

 

  1. Balancear sus presupuestos de ingresos y gastos.
  2. Toda regulación de cualquier tipo, federal, estatal, condal y municipal tiene que asegurar el cumplimiento de los principios de libertad empresarial y promoción del accionar productivo o de lo contrario quedará anulada. Y poner en orden el actual embrollo de regulaciones en un marco de tiempo determinado.
  3. Los funcionarios del Poder Judicial, a niveles de ciudad, condado, estado y federal, deberán supervisar la ejecución de estos principios, ya que es la rama independiente que está calificada para hacerlo.
  4. Toda actividad pública, privada o de grupo que interfiera con la libre emisión del pensamiento, la palabra y su divulgación, será enjuiciada por el nivel judicial correspondiente a su campo de accionar para todo lo que se interponga con este principio y actuación.

 

Tener conciencia de que es necesario salvar nuestra nación requiere un primer paso: elegir a quiénes pueden hacerlo en todos los poderes públicos en las próximas elecciones en  Noviembre.