Por Dr. Fernando Domínguez

 

Todos recordamos ciertas fechas del calendario, ya sea por razones personales, familiares, sociales, laborales o históricas. El día del cumpleaños propio, y el de los más cercanos. El aniversario de bodas. La fecha que comenzamos a laborar.

Hay fechas que impactaron nuestra historia y le cambiaron el rumbo. La peor fecha, es el 26 de Julio. Nos trastornó toda la vida; la social, la familiar, la política, la laboral, la histórica; fuw el retroceso a las peores condiciones que jamás haya tenido nuestro país; fue la que dividió la familia, trastornó los valores, erradicó el análisis sereno; fue la que implantó el fanatismo irracional y convirtió la mentira, el disimulo y la doble moral en un modo de vida; fue la que convirtió la miseria en  vida cotidiana, la mentira en un noticiero y un periódico oficial; la que desterró a parientes, amigos y coterráneos; la que nos arrebató la Patria en que nacimos y la convirtió en propiedad exclusiva de una mafia empoderada, fue la que nos borró como parte indisoluble de la tierra en la que nacimos; fue la que convirtió la prosperidad en un delito y la miseria y la escasez en una virtud; fue la que convirtió la delación en un feliz cumplimiento del deber y la guataquería en un empoderamiento; fue la que convirtió la verdad en mentira y la mentira en progreso social.

Esa fecha borró de los libros y las memorias a aquellos que pensaban diferente. Convirtió el robo de la propiedad ajena en una forma de vida. Desterró los libros de historia, los hechos reales y el orgullo nacional los convirtió en consignas de opresión para callar la realidad y promulgar la apostasía como un mérito supremo. Fue la que creó fusilar a aquelllos que le parecían demasiado amantes de la probidad y encarcelar a quienes se atrevan a señalar la verdad. Y todo ello delante de nuestros ojos y con la anuencia de una gran cantidad de cómplices y colaboradores que posteriormente se han convertido en sus propias víctimas, arrepentidas, pero aplastadas por su propia idiotez, que les impidió ver lo que todos podían atestiguar con la simple observación objetiva de una realidad aplastantemente opresiva.Una fecha que ha retrotraído a la nación a la época colonial del siglo XIX.

Una fecha que ha convertido en una receta maléfica el método para que otros pueblos caigan en la misma trampa, que prioriza la subversión y la propaganda en otros países por encima de la satisfacción de las necesidades del propio. Una fecha que ha creado una perversa manera de oprimir a los demás en beneficio de un pequeño grupo de fascinerosos que viven por encima de los demás, por encima de la Ley y en connivencia con los peores especimenes de la raza humana para, agavillados, someter a todos y disfrutar del poder omnímodo al peor estilo de las monarquías feudales, no importa lo que hagan, todo es para mantener ese poder ilegítimo.

La receta empleada ya hasta ha sido convertida en un procedimiento con marca registrada: Destruir el sosiego y la paz públicos para que su arribo al poder sea recibido como un alivio y una vez allí instalados aterrorizar a quienes osen discutir u oponerse, negando hipócritamente sus verdaderos propósitos, vestidos con un oropel falso de populismo ejercido a costa del robo de la propiedad ajena y que durará hasta que se agoten esos recursos robados ya que no se ocuparán jamás de crear nuevos recursos, sino solo de reprimir; robar la propiedad para erradicar cualquier forma de poder alternativo e imponer un sistema oprobioso de lavado de cerebros a través del monopolio de la difusión, la prensa y la propaganda; convertir toda la vida social es un cuartel que impida la disensión y emplear los recursos que tienen a su alcance en propaganda internacional, compra de voluntades de organismos y países extranjeros y crear la miseria como un método de vida para oprimir sin piedad a sus súbditos.

Priorizar el único gasto justificable: un ejército de comisarios políticos a cargo de todas las organizaciones sociales, un ejército de soplones, un ejército de represores empoderados y un cuerpo de leyes que “legalicen” toda esa barbaridad. Impedir a toda costa que haya surgimiento alguno de propiedad que no sea la que ellos administran, para evitar cualquier chispa de autonomía en el pensamiento popular.

Para que este modelo de opresión absoluta funcione, pues es necesario inicialmente “nacionalizar” para destruir las principales industrias, la producción agropecuaria y cualquier otra fuente para crear la dependencia absoluta de la población a sus amos, que racionalizarán y distribuirán la escasez que asegure la mansedumbre y la dependencia absoluta de la población a sus mecanismos de supervivencia racionada.

Lo peor de esto es que al matar el legítimo orgullo patrio y sustituirlo por generaciones por esta forma elemental de supervivencia domesticada por la irracionalidad, la delación sistematizada y la mansedumbre instigada por años, debilitan la herramienta que permitiría el renacimiento de la Libertad: La sublevación efectiva, la ola humana que arrastre a quienes pretendan refrenarlos.

La participación social y los mecanismos de comportamiento cívico que son orgánicamente parte de la Democracia resultan quiméricos frente a la fuerza bruta descarada. Ellos saben muy bien que ningún campo de concentración ha sido liberado por sus priosioneros. La represión desembozada, e impúdica tienen una sola forma de ser enfrentadas y barridas: la insurrección popular. Por ello, una de las armas más importantes de la Tiranía es la adulteración de la verdadera historia, de las luchas populares ejercidas con efectividad, pues son una inspiración para que las masas oprimidas puedan desahacerse en forma real de sus opresores.