Por el Dr. Fernando Domínguez

 

La tiranía castrista, (me niego a usar el gentilicio cubano, por razones obvias; esa gente no tiene gentilicio, son bárbaros, nacidos en incubadora) es ampliamente conocida por su crueldad, su inhumanidad, su insensibilidad,  su odio a la tierra que les vió nacer y el desprecio a sus congéneres esclavizados. Por circunstancias cultivadas, por la compra de conciencias, por la ignorancia, goza de una cierta complicidad de lavadores de dinero, apapipios y miserables, tanto nacional como internacionalmente.

La falta de visión de las administraciones norteamericanas y la existencia de personas con “afinidades” dentro de cada administración, han hecho posible la impunidad internacional de la tiranía castrista.

Sus largos 64 años de destrucción diaria, sistemática, implacable de la nación cubana, de su economía, de su historia, de su cultura, de su patriotismo legítimo, de sus héroes, del carácter de sus ciudadanos han transformado una nación orgullosa de si misma, próspera, líder del desarrollo científico, tácnico y económico en su continente, en un desierto productivo, social, cultural, educacional y ha sembrado en sus pobladores la desidia, la indolencia por sus semejantes, el egoísmo y el otrora orgullo nacional en vergüenza; el inmenso atractivo de la nación que la llenó de emprendedores inmigrantes, de esperanza de una mejora de cada día, la tornó en una estampida de huída de la miseria, el abuso y la desesperanza, que ha llegado a casi un 40% de sus pobladores.  

La incesante condena “ejemplarizante”, el “escarmiento cruel e inhumano” en sus represiones, encarcelamientos, persecución, y ejercicio cotidiano del poder impune, han creado esa atmósfera de temor, de miedo a su omnipresencia dictatorial en todos los aspectos de la vida cotidiana, en la cuadra, en el barrio, en el centro laboral, en la escuela, en la universidad, en el deporte, en la radio, la televisión, el cine, la prensa, la asamblea, la reunión…perfeccionado sin contrapeso alguno por 64 años de ese manto opresivo sobre la vida humana.

Como toda toma del poder comunista, al principio se robaron todas las propiedades, bancos, industrias, fincas, ganado, minas, edificios y un largo etcetera, con el cual se crea una cierta aparente atención a los problemas sociales. Con las escuelas robadas, más las públicas, se creó un aparente impulso a la educación “gratuita” que se ha ido desmoronando sistemáticamente por su pésima administración ya que la destrucción cotidiana, la falta de mantenimiento, la ausencia de maestros y profesores verdaderos la ha convertido en una caricatura, que sigue viviendo del cuento de los primeros años.

En forma similar sucedió con la salud pública. El abundante, sólido y bien creado sistema de centros de salud privada fue robado y junto a un impulso inicial de hospitales y atención, se creó el mito de una salud pública de “potencia médica” para exportar a otros países, fundamentalmente. Propaganda y obtención de dinero por trabajo esclavo. Ahora, no hay una aspirina para un dolor de muelas.

Se robaron las industrias, las fincas, las minas, los centrales azucareros, y un largo etcetera. En 1968 llegaron a “nacionalizar” las costureras, los vendedores ambulantes, todo… absolutamente todo.

Se acabó con la pesca, se lastimó la industria del tabaco, se desmanteló la industria azucarera… en fin todo se destruyó sistemáticamente y con ese paso destructivo se condenó a la población a una creciente, absoluta y apabullante hambruna y una desesperanza omnipresente.

Los ingresos por exportaciones, turismo, personal médico alquilado, etc se vieron muy menoscabados. Mientras, se vieron crecientemente engordados los gastos en fuerzas represivas, organización militar y para-militar, aparato “político” que mantiene la opresión, una administración pésima y dilapidadora, por lo que la parte a dedicar a la población se redujo a una pequeña fracción de lo que era.

La solución salomónica: inventar un comercio paralelo en moneda extranjera, creado y mantenido para obligar a los que se marcharon al exterior a mantener a sus familiares. La vida se ha tornado tan difícil para el ciudadano común que el espectáculo creciente de ancianos que mueren en la calle por hambre, que se alimentan de la poca basura que la población bota, la ausencia de alimentación, medicinas, atención médica, la discriminación con los turistas que disponen de alimentos y hoteles a los que los nacionales no pueden acceder, aún con moneda extranjera.

El ambiente social es tan asfixiante por la angustia de la carencia total, la desesperación por la creciente mortalidad, la injusticia de multas y represiones, la carencia de fluído eléctrico, de agua potable, de alcantarillado, y un larguísimo etcetera que lograron que las protestas comenzaran espontáneamente. La solución única que saben aplicar: represión extrema, condenas ejemplarizantes, escarmientos de 30 años de cárcel por comentar la pobreza extrema en las redes sociales…

Esa gran parte de la población cubana que vive en el exterior en su mayoría nos sentimos tan atrapados por la situación como los que viven dentro del infierno fidelista. Los familiares necesitan ayuda incesante. El descarado castrismo ha organizado un “racket” para que mantengamos funcionando la tiranía, mediante pagar desde fuera los alimentos, los servicios teléfonicos, las medicinas, y hasta los servicios fúnebres. Pero sin derecho a expresar tus opiniones (solo se permiten las favorables). Lógicamente se ha desarrollado una enorme cantidad de “influencers” que tratan del tema inevitable, publican las quejas y denuncias de los de adentro, opinan, ofrecen criterios, etc etc.

Y los que viven del miedo, de la opresión, de la represión, de la desunión, pues se las agencian para “contaminar las opiniones”, sembrar la discordia, extender el manto de miedo y sembrar la duda frente a la esperanza. Muchos caen en la trampa de no entender que mientras nosotros vivimos en libertad, los de adentro no. Y sus quejas y posiciones reflejan ese “manto de miedo” o el despiste de no saber cómo funciona o debe funcionar algo lógico,  pues han nacido y crecido en lo ilógico, en lo prohibido, en la doble moral… No somos sus tutores, ni sus fiscales. Somos sus colaboradores, sus consejeros…

En la situación actual, en mi humilde opinión, hay que ayudar mediante el diseño de cómo solucionar varias realidades:

1.- La tarea de liquidar la tiranía, rebelarse y arrebatarle el poder para vivir en libertad pertenece a los que están allí. Pensar que desde el Versailles se puede liberar a Cuba es un eufemismo, lleno de buenos deseos pero sin posibilidades reales. Cómo lo logró José Martí fue organizando una expedición que llevó la guerra a la nación para poder ser libres. Aunó a Maceo, Máximo Gómez, y muchos otros. Ofrendó su vida como ejemplo.

2.- Es necesario que los líderes del exilio se pongan de acuerdo y ayuden a diseñar un plan de gobierno para recuperar la nación. No es que vayan a imponerlo a los liberadores, sino que les ayude a seguir una ruta de cómo organizar un nuevo gobierno que no tenga influencia alguna de la tiranía, castigue a los culpables de represiones, castigos ejemplarizantes, etc. Y sobre todo, erradique la semilla del mal. En un futuro organizarán una Constituyente que refleje la época y la sociedad del momento histórico que corresponda.

3.- Resulta muy positivo que les demos a los que no conocen otra cosa que la horrorosa realidad que viven, elementos de la sociedad en libertad, sus potenciales y ejemplos de lo alcanzado por los pueblos que han logrado erradicar la tiranía comunista. Hay que abrirles los ojos de lo peligroso de mantener vivo el cáncer comunista con una postura idealista de cambio que incluya a los culpables y que mantenga al cáncer que irremediablemente tratará por todos los medios de salvarse y volver a imponer su tiranía. 

4.- La tiranía tiene sus días contados. Por mucha ayuda rusa, china o iraní, no tiene tiempo, recursos, ni habilidad para “capear el temporal” y la explosión social, de alguna manera, forma y lugar, aparecerá. Resulta raro pensar que en las propias fuerzas del régimen no haya personas con algun elemento de dignidad, hombría y sentimiento patriótico que la encabecen o la secunden…Quizás esperen el momento o la tiranía erradicó toda hombría de bien, patriotismo, entereza y amor por sus semejantes.

Como toda opinión, estas líneas les agradarán a unos y no a otros. Es parte de la libre expresión y del ejercicio de una democracia que me encanta practicar…bienvenidas las opiniones a favor, en contra o en el medio…el enemigo es uno solo: la tiranía comunista.