*Dr Fernando Dominguez

 

Los tiempos en que vivimos se han ido tornando muy diferentes a los que existían en años anteriores. Puede ser coincidencia o no, pero la llegada del musulmán abiertamente antinorteamericano a la Casa Blanca en 2008, inmediatamente incorporó una manera muy diferente de ver el mundo y a los propios Estados Unidos de la que existía hasta entonces. De repente, todo era racista, imperfecto, abusivo…

Y eso ha ido in-crescendo, hasta llegar a los tiempos actuales, donde es casi un delito ser patriota, tener fe cristiana, cultivar valores familiares tradicionales, pretender educar a nuestros hijos de acuerdo a nuestras convicciones, repudiar a los tiranos, tener sentido de pertenencia a un género determinado y defender lo que consideramos bueno para nuestro futuro, para nuestra familia, para nuestra comunidad y para nuestro país. Sobre todo cuando lo que defendemos es continuación de la política, los principios económicos y el tipo de sociedad que, precisamente escogimos para refugiarnos de los tiranos, de los odiadores, de los fanáticos, de los mítines de repudio contra los que piensan diferente.

Los tiempos que vivimos empujan a que los fanáticos, de los que logramos huir para refugiarnos en lo que creíamos era el mejor país del mundo, nos vuelvan a imponer mítines de repudio (ahora disfrazados de exclusión, censura de la palabra y lenguaje rebuscado para ocultar la verdad) pues ahora son la “nueva clase” que pretende dirigir el mundo, el país, la comunidad, el sistema educacional, una nueva salud pública impositiva, un sistema empresarial más preocupado por los dogmas sociales, por la protección de los seres diferentes a los demás, que por la economía, por la prosperidad.

Esos dogmas que han guiado al fracaso, a la pobreza, al retraso tecnológico, económico, político y social, en todo lugar donde se ha ensayado en los últimos 100 años y que han costado la vida a unos 150-200 millones de seres humanos, ahora han llegado al “poder”. Guían todo lo que se pretende hacer, con el mismo resultado conseguido que en todo otro lugar anterior: ninguno. Y como siempre, coludidos con el poder escondido, eliminando toda verdad y cubriendo de mentiras todo lo que dicen y hacen, en lo que por cierto, ni un solo pequeño logro han conseguido, excepto enquistarse en todas partes, y apoderarse de todos los poderes. ¿Les extraña? Siempre que haces y repites lo mismo, el resultado es idéntico…

La banda que pretende erigirse en “salvadores del planeta” (esa es la cantaleta actual) ha ido sembrando a sus miembros en todas las esferas, empezando por la educación (desde la llegada a Columbia en New York, de los neomarxistas un poco antes de la II Guerra Mundial) hasta infiltrarse en la mayoría de las Universidades, donde han logrado “formar” cientos de miles de profesionales con un sistema de valores trastocado, una falta de perspicacia, una rara habilidad para entregar las riquezas del país a otros, particularmente si son enemigos de los valores que hicieron nacer esta gran nación. Por supuesto, mediocridad genera resultados mediocres. Fanatismo genera empantanamiento de todo tipo y poder escondido para destruir la sociedad que teníamos solo requiere mirar alrededor…

La penúltima estupidez es de una “socióloga”, fanática confesa de las mentiras encuadernadas por la tiranía castrista y pagada para publicar una sarta de estupideces, todas mentiras descaradas, que sirven de base para su afán dividir la comunidad de exiliados cubanos del resto de los inmigrantes. El exilio cubano, victima histórica de lo que ellos pretender imponer para crear esa misma barbaridad  que retrasaría nuestra nación unos 200 años, para volver al quinqué, a la esclavitud disfrazada de régimen “revolucionario”, es el principal obstáculo para el empeño de imponer la mentira como verdad, el atraso como progreso, el hambre como regla de igualdad y el abuso como sistema de gobierno.

Una gigantesca trompetilla, arma secreta de los cubanos contra sociólogos e intelectuales de pacotilla, fue estruendosamente escuchada la semana pasada en FIU. Otra prueba de los tiempos. La Iglesia en manos de Lutero. Ese es el marco de referencia de esta época. FIU amparando a una estúpida fanática en su descarado intento de lavar la cara a la tiranía castrista mediante el arma contraria: denostar al exilio, a quien debe su existencia…

Dios nos coja confesados.