Por Macky Arenas
Reporte Católico Laico
En Jerusalén es donde residirá en un futuro una de las claves principales del conflicto palestino-israelí. ¿Qué sucederá con Jerusalén, la ciudad santa por excelencia de judíos, musulmanes y cristianos? La fijación del territorio de los dos Estados será un gran problema, pero la batalla por Jerusalén esperemos que se libre calle por calle en los planos.
El punto de partida de su problemática específica lo cifraríamos en estos interrogantes: ¿Se imaginan un Estado de Israel sin que su capital sea Jerusalaim? ¿Es posible un estado palestino sin que Al Quds sea su capital?
¿Cómo una ciudad podría llegar a ser la capital de unos estados que han vivido en odio y hostilidad durante tantos años? Teniendo en cuenta que Jerusalén es innegociable e irrenunciable por ambas partes, y que la solución no es dividir la ciudad.
En Jerusalén es donde residirá en un futuro una de las claves principales del conflicto palestino-israelí. ¿Qué sucederá con Jerusalén, la ciudad santa por excelencia de judíos, musulmanes y cristianos? La fijación del territorio de los dos Estados será un gran problema, pero la batalla por Jerusalén esperemos que se libre calle por calle en los planos.
El punto de partida de su problemática específica lo cifraríamos en estos interrogantes: ¿Se imaginan un Estado de Israel sin que su capital sea Jerusalaim? ¿Es posible un estado palestino sin que Al Quds sea su capital?
Por otra parte, los que han vivieron, los muros y las alambradas de antes de 1967, no desearían en absoluto la vuelta a dicha situación. ¿Cómo una ciudad podría llegar a ser la capital de unos estados que han vivido en odio y hostilidad durante tantos años? Teniendo en cuenta que Jerusalén es innegociable e irrenunciable por ambas partes, y que la solución no es dividir la ciudad. Solo un milagro podrá hacer posible el acuerdo. Este punto bloqueará por mucho tiempo las negociaciones, mucho más que los nuevos asentamientos en Cisjordania, o cualquier otro aspecto. Estas cuestiones nos sitúan en la complejidad de un acuerdo en torno al estatuto definitivo de esta ciudad. Aunque Israel ya da por definitiva la situación actual.
El día 17 de mayo – el 28 del mes hebreo de iyyar – se celebra el día de Jerusalén. Los judíos en este día recuerdan la unificación de Jerusalén, es decir la victoria militar de Israel sobre Jordania, lo que les permitió obtener el control de la ciudad vieja, que aquel año cayó el día 7 de junio de 1967. Desde esta fecha, las autoridades israelíes se empeñaron en desterrar todos los vestigios de la separación que existía desde 1948, y extendieron su soberanía, también, sobre una superficie de 70 kilómetros cuadrados. Sin embargo, esta anexión de Jerusalén este no conllevó la concesión de la ciudadanía israelí a los ciudadanos árabes. Los responsables judíos llegaron a un compromiso: les concedieron el estatuto de residentes, sometiéndoles a la reglamentación de Israel. Tenían derecho a participar en las elecciones municipales, pero conservaron el pasaporte jordano; de ahí que no participen en las consultas al Parlamento judío –la Kneset- . En el tema jurídico, los tribunales islámicos no fueron integrados en el sistema judicial israelí; continuaron la gestión a través de un Consejo Supremo Musulmán, financiado por Amman, tolerando Israel su existencia, aunque sin reconocer oficialmente sus decisiones.
En el campo educativo, la cosa es todavía más complicada: Israel nombra los profesores de las escuelas, controla el presupuesto, pero el programa y los exámenes son los que están en vigor en Jordania.
PALESTINA E ISRAEL
En contraste, en el terreno urbanístico, la estrategia ha sido la expansión de la presencia judía, y la reducción del espacio disponible para los árabes. La planificación urbana ha sido un arma política que los israelíes han utilizado con éxito. Los barrios fortalezas que rodean la ciudad y que dominan las vías de comunicación han estado al servicio de la idea geopolítica de manifestar la supremacía de Israel sobre la ciudad. Sin embargo, esta estrategia urbanística no ha tenido la respuesta demográfica prevista. La alta tasa de natalidad de los musulmanes ha permitido mantener el mismo equilibrio de población que existía antes de 1967. Por otro lado, en Jerusalén la tendencia nunca ha sido la integración sino la diferenciación. Los diferentes grupos etnoreligiosos viven en barrios separados, Jerusalén es una ciudad universal, pero sus habitantes viven cada uno en el sitio que le corresponde, unos al lado de los otros, pero sin relacionarse entre sí.
En el universo simbólico del cristianismo, el judaísmo y del islamismo, Jerusalén ocupa un lugar muy importante. Para el judaísmo, Jerusalén es única en el plan histórico (realización de la unidad política en el reinado de David), mítico (el Santo de los Santos era el ombligo del mundo) y escatológico (redención final de toda la humanidad). Todo esto se proyecta en el muro occidental, resto de la magnífica construcción del templo de Herodes.
Jerusalén, en la tradición islámica, es el lugar del viaje nocturno y de la ascensión celeste del profeta Mahoma. Desde el siglo VIII, la santidad de Jerusalén –subordinada a Medina y a la Meca- fue definitivamente reconocida en el Islam. La construcción de la magnífica mezquita de la Roca, por el califa Abd al-Malik, en el 692, reafirmó esta creencia. Aunque Jerusalén es evidente que es el eje simbólico del judaísmo, como la muestra la presencia contra viento y marea de la comunidad judía desde siempre en torno a sus sinagogas, esto no niega la importancia para el Islam. El judaísmo tiene el privilegio de la primogenitura, ya que está asociado a Jerusalén desde hace tres mil años; el Islam más reciente ha marcado sin duda la ciudad con su presencia en el período medieval y moderno.
También los intereses cristianos debemos tenerlos en cuenta. Desde que, en el año 335, Constantino el Grande construyó la basílica del Santo Sepulcro, la presencia cristiana en Jerusalén es una realidad tangible. Iglesias y monasterios, asociados a los acontecimientos decisivos de la vida de Jesús y marcados por el sello de la santidad, fueron construidos en la época bizantina, cruzada y en el siglo XIX.
Este carácter dual, que caracteriza de manera única a esta ciudad, es muy importante, pero la confusión entre el nivel religioso y el profano puede ser peligrosa para cualquier negociación sobre la misma. La dimensión religiosa deberá llevar a una lógica distinta de respeto y reconocimiento únicos. El tema político es un nivel totalmente diferente. Por eso cuando decimos que Jerusalén es santa, ¿de qué Jerusalén hablamos? En realidad, lo que le da a Jerusalén el aura de santidad son los lugares santos a los que se refieren los acontecimientos reales o mitológicos que han marcado a las tres religiones de Abraham: estos lugares son perfectamente localizables y están concentrados en un kilómetro cuadrado, que es la ciudad vieja. Las murallas edificadas por Solimán el Magnífico encierran los santuarios de las tres religiones monoteístas: el muro occidental, el Santo Sepulcro y el Haram al Sharif.
Este carácter tan particular y específico de la ciudad vieja apunta, para muchos analistas tanto judíos como palestinos, a dotarla de un estatuto que protegiera su idiosincrasia religiosa.
Desde el principio hay que tener en cuenta que las pretensiones de israelíes y palestinos sobre Jerusalén no son simétricas. Los primeros desean conservar la soberanía sobre la integridad de la ciudad, mientras que los segundos únicamente pretenden la soberanía sobre el sector oriental. Las batallas urbanística y diplomática, podemos imaginarnos, serán terribles. El tema Jerusalén se presenta siempre como una situación bastante delicada. Cualquier cuestionamiento sobre la capitalidad judía de Jerusalén pone nervioso a los partidos políticos israelíes. Pero también es evidente que los palestinos no pueden dejar de soñar en Jerusalén como capital de su Estado. Este impasse conllevará, esperemos, solamente discusiones durante bastante tiempo.
Los nombres de Palestina o Israel se asocian espontáneamente a guerra o violencia. Suenan a conflicto incomprensible e interminable. Posiblemente son muchos los que sospechan de las profundas raíces de esta terrible pugna. Las razones religiosas no están ausentes, a la hora de explicarnos los porqués de lo que está sucediendo actualmente. En el corazón de este conflicto, y sobre todo, en lo que se refiere a Jerusalén particularmente, anidan con fuerza lo sentimientos religiosos en ambos bandos. Jerusalén es una ciudad sagrada, por excelencia, no sólo para los judíos, sino también para los cristianos y musulmanes. Shalom, Salam, Paz en Jerusalén.-
https://reportecatolicolaico.com/2023/11/15/jerusalen-al-quds-jerusalaim/