Jorge Hernández Fonseca

 

Cuba enfrenta hoy un peligroso porvenir, la implantación en la isla del Capitalismo Mafioso Ruso. Es la derrota de la ideología comunista, sin disfraces ni medias tintas. Pero también es la victoria de la continuación del castrismo, ya sin ideología, mandando dentro de la isla. El capitalismo ruso funciona, aunque no de la manera democrática que debería. Es el “regalo” de despedida que Raúl Castro da a los cubanos, a los que --como Fidel-- siempre ha ninguneado.

Acaba de firmarse en la isla, entre un enviado directo de Putin y las autoridades castristas, un convenio para la implantación del experimento. Previamente Díaz Canel y los líderes rusos habían firmado un acuerdo para implantar en la isla el “sistema político-económico ruso”, como declaración de incompetencia de la parte cubana para gobernar y dar a su pueblo lo mínimo.

Ya entregaron a Rusia el central Uruguay en Jatibonico y los rusos entraran en la isla simulando hacer “inversiones”, que no será más que tomar cuenta de todas las empresas productivas del país que Díaz Canel se ha mostrado incapaz de hacerlas producir, para adueñarse de todo el sector productivo, repartiéndolo con la nomenclatura comunista e incompetente local.

Como parte del rejuego --desde luego-- tendrán que darle a los campesinos cubanos cierta libertad económica para que produzcan y entonces ya veremos los sobrantes de producción agrícola que siempre que el castrismo ha dado un mínimo de libertades para producir, los campesinos cubanos han llenado el país de falta producción de todo tipo de alimentos.

La dictadura política continuará intacta, la represión a opositores se incrementará para mantener prebendas materiales y de poder y aquellos innovadores bien intencionados fuera del partido, tendrán limitado su accionamiento, porque la idea es, como en Rusia, sólo los “socios” del dictador pueden ser “oligarcas”, asociados a la dictadura para proteger el poder político.

Muy probablemente habrá “comida”, algunos bienes materiales y el día a día será más llevadero. Faltará libertad política y social, y la única esperanza estará en el dictador y su cuadrilla, que como en Rusia, oprime a su pueblo, pero sin libreta de racionamiento.

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