Eugenio Trujillo Villegas

         Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción

 

Ha renunciado a su cargo el arzobispo de Cali, Mons. Darío de Jesús Monsalve, lo cual ha sido recibido con júbilo por los católicos de la arquidiócesis. Una vez que se dio a conocer la noticia se hizo una precisión, afirmando que lo sucedido realmente, es que el arzobispo pidió al Papa que se le nombrara un obispo auxiliar con derecho de sucesión, para preparar el retiro obligatorio de Mons. Monsalve cuando cumpla los 75 años, edad que ya está próximo a cumplir.  

La noticia obliga a varias consideraciones de importancia. La primera es que todos los obispos católicos del mundo están obligados a presentar renuncia protocolaria al Papa antes de cumplir los 75 años de edad. Sin embargo, eso no obliga al Papa a aceptarla en forma inmediata, pues algunos obispos han permanecido en sus cargos mucho tiempo después de renunciar, y también después de cumplir la edad límite para ejercer el cargo. Todo depende de la voluntad del Papa, quien puede hacer lo que quiera al respecto.

Una vez aceptada la renuncia de un obispo y posesionado el sucesor, también es posible que el Papa lo designe cardenal de la iglesia, pues su autoridad es soberana y autónoma. Esto fue lo que sucedió con Mons. José de Jesús Pimiento, quien fuera arzobispo de Manizales, y fue hecho cardenal a los 95 años por el Papa Francisco, al comienzo de su pontificado.

Dios no quiera que ese sea el futuro de Mons. Monsalve, pues eso llevaría al propio escenario del Vaticano sus acercamientos inaceptables y escandalosos con las FARC y el ELN. Pero, una vez que el Papa ya se ha involucrado varias veces en la política colombiana, la última de ellas recibiendo en su despacho al candidato marxista a la presidencia, nada extraño sería que ese apoyo a la izquierda marxista sea apuntalado con ese extravagante nombramiento.

Francisco conduce a la Iglesia hacia el caos

Francisco ya ha dado suficientes muestras de que quiere conducir a la Iglesia Católica hacia la más absoluta confusión. Es así como le ha dado todo su apoyo al Episcopado Alemán, que está en abierta confrontación con la autoridad de Roma, pretendiendo unir la Iglesia Católica con la Luterana, aprobando dar la comunión a los luteranos, y proponiendo la ordenación sacerdotal de mujeres y hasta la consagración de ellas como obispos. Si esas aberraciones doctrinarias fueran aceptadas por Francisco, la Iglesia será devorada por un nuevo cisma, mucho peor que el ya producido por Martín Lutero hace 500 años.

También, el Papa Francisco promueve el culto a la Pachamama, en abierta contradicción con la doctrina milenaria de la Iglesia. Y además, apoya sin ambages la revolución izquierdista en Latinoamérica, nombrando hace poco en Chile y en Perú como cardenales primados, a obispos que promueven las ideas de la izquierda y de la revolución social. Además, ha apoyado y ha recibido con frecuencia inusitada a los presidentes socialistas de la región. Por estas razones, es posible que tengamos una desagradable sorpresa con respecto al futuro del arzobispo Monsalve.

El Papa es infalible en asuntos de fe, de doctrina y de moral

Es evidente que ninguna de esas decisiones y actitudes del Papa, por equivocadas y absurdas que sean, compromete el dogma de la infalibilidad pontificia. Ella solo es válida en asuntos de fe, de moral y de doctrina. Y para que alguna proclama del Papa quede cobijada por el principio de la infalibilidad, debe hacerse en forma pública y explícita, usando su poder absoluto de Vicario de Cristo en la tierra. Ninguna de estas decisiones del Papa compromete ese principio infalible. En todos los demás actos de gobierno el Papa se puede equivocar, y de hecho muchos sucesores de Pedro se han equivocado a lo largo de la historia. Comenzando por el propio San Pedro, que tuvo que ser confrontado por San Pablo para que corrigiera una decisión equivocada.

Los católicos de la arquidiócesis de Cali quedamos a la espera del nombramiento del sucesor del arzobispo Monsalve, que esperamos sea un verdadero prelado que la gobierne con la fe de un verdadero discípulo de Cristo. Y que regrese a la arquidiócesis el verdadero espíritu católico, alejado de la politiquería, y sobre todo, de las andanzas criminales de la subversión marxista, que tanto daño le ha hecho a Colombia y que ha sido protegida por el actual arzobispo.