Por Oriana Rivas
Luego de dos días de boletines parciales sobre las elecciones presidenciales y denuncias de un presunto «fraude sistemático», finalmente el país inca torció su andar hacia la senda izquierdista. El 50,21 % de los votantes se decantó por el partido Perú Libre. Por su parte, Keiko Fujimori obtuvo 49,78 % de los votos, según el boletín de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
Los resultados también incluyeron los sufragios desde el exterior. La diferencia fue de un valor cercano a los 74276 votos a favor del profesor que defiende una supuesta igualdad social y lucha contra la corrupción. Esto será lo que viene para Perú según el plan de gobierno de Castillo: estatización de «sectores estratégicos», reforma de la Constitución, redistribución de riquezas, programas de «educación», control de tarifas para clínicas privadas y un sinfín de medidas que conforman el mismo libreto de los demás regímenes socialistas de la región.
Castillo anunció a pocos días de las elecciones un supuesto plan de gobierno más «moderado» tratando de desmarcarse del libreto radical escrito por Vladimir Cerrón, el fundador del partido Perú Libre que defiende a capa y espada la dictadura castrista. Pero solo se trató de una estrategia política para llegar al poder, tal como lo hizo Hugo Chávez. A partir del 28 de julio, Perú se embarcará en ese destino que en redes sociales ya bautizaron como “Perezuela”, debido a las similitudes ideológicas con la dictadura chavista y el futuro que se espera para el país.
Durante su cierre de campaña, Castillo terminó de mostrar su lado más radical: el mismo día que tome posesión del cargo, firmará una orden para expulsar extranjeros. Precisamente en ese país hay 1,2 millones de venezolanos. Denuncias por irregularidades Keiko Fujimori perdió el balotaje por un estrecho margen. Previo a los resultados finales indicó que desde el partido Fuerza Popular detectaron irregularidades “preocupantes” en el proceso electoral.
También pidió a los ciudadanos denunciar casos que hayan presenciado. En efecto, varias irregularidades ya eran conocidas desde que el proceso seguía abierto. Por ejemplo, una supuesta militante de Perú Libre quedó detenida por tener 256 boletas marcadas a favor de Pedro Castillo, minutos antes otro ciudadano quedó detenido con otras 60 boletas, informó Infobae. Para Fujimori se trata de un «fraude sistemático». La ONPE verificó la veracidad de dichas denuncias.
Cuando se dieron a conocer los resultados a boca de urna, la entonces candidata por Fuerza Popular dejaba en claro lo que representaban las cifras: que en el país hay dos bloques de ciudadanos que quieren un cambio. En efecto, así se mantendrá Perú tras conocerse los resultados: casi la mitad del país será opositor a Pedro Castillo.
El socialismo se expande ¿Por qué el socialismo sigue vigente en la región? Es una pregunta que ha sido analizada por expertos. La respuesta es porque, apela al resentimiento y culpa constantemente a otros de sus propios fracasos. La misma línea la vienen siguiendo Argentina, Bolivia, Chile y sobre todo Venezuela, uno de los países más interesados en que la izquierda cobre fuerzas para volver a formar alianzas como el Foro de Sao Paulo.
“El socialismo en su discurso promete una introducción del Estado que te va a dar felicidad, bienes, te va a solucionar los problemas de la vida y eso es muy tentador desde el punto de vista electoral”, aseguraba en entrevista a PanAm Post, Nicolás Márquez, conferencista, abogado, analista político. “Puede ganar pero no será él quien mande. Detrás está Cerrón y detrás está La Habana, Maduro, Petro y todo el Foro de Sao Paulo que sabe bien qué hacer y cómo saquear las minas y la pesca y la coca del Perú”, adelantaba el europarlamentario Hermann Tertsch al ver una entrevista de Castillo mientras era candidato.
El profesor de izquierda no fue capaz de justificar las acusaciones de supuestos monopolios económicos. Perú eligió su destino y los próximos años dirán si fue o no la decisión correcta. Sin embargo, a juzgar por otros países con la misma ideología, es ingenuo esperar resultados positivos.