Por Oriana Rivas

PANAMPOST

 

El comunismo chino dice que "la economía nacional resistió la presión", pero está lejos de esa premisa, pues sufrió una desaceleración con respecto al año anterior. Por otro lado, la tasa de natalidad cayó a su nivel más bajo desde 1961, año cuando ocurrió la Gran Hambruna.

China, en especial el régimen comunista de Xi Jinping, está pasando por un momento complicado. El país no solo está registrando los segundos peores indicadores económicos en medio siglo, sino que además la tasa de natalidad está bajando. Por ende, a una economía que solo creció 3 % en el año 2022 —de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística de ese país (ONE)— ahora hay que sumarle la primera caída de la tasa natalidad desde 1961, año en que finalizó la Gran Hambruna, el trágico episodio que dejó más de 50 millones de muertos en China bajo el mandato de Mao Zedong.

La ONE publica las cifras bajo el título «La economía nacional resistió la presión y alcanzó un nuevo nivel en 2022». Pero la afirmación está lejos de la realidad. Xi Jinping esperaba cerrar el año con un crecimiento de 5,5 % de su Producto Interno Bruto (PIB). Además, 2021 para China cerró con un crecimiento de 8,1 %, así que eso da una idea del escenario actual. La frase de «resistir la presión» posiblemente responda más a fines propagandísticos propios del comunismo.

Una de las causas de esta desaceleración fue la severa política de «Covid Cero» que impuso el Partido Comunista de China (PCCh) para controlar los contagios en pandemia. Puede que haya contribuido a que no proliferaran más casos en la enorme población que supera las 1400 millones de personas, pero eso no evade el tinte totalitario que le dieron los encierros, los estrictos pases sanitarios y la excesiva cantidad de pruebas a la población para detectar la enfermedad. Eso por supuesto afectó a la empresas por los largos cierres porque los empleados no podían trabajar. Sin comercios e industrias abiertas, las decisiones de Xi Jinping terminaron golpeando a la economía.

MENOS NACIMIENTOS

El nacimiento de niños también es un problema para el PCCh, interesado en tener cada vez mayor influencia desde África hasta América Latina, pero sin población joven que ejecute sus planes, las cosas en un mediano plazo podrían complicarse. Cifras publicada por el ONE también revelaron que en 2022 la natalidad en China se desplomó por 850.000 personas.

Quizás el número es pequeño ante la enorme densidad poblacional, el problema es que si esto se vuelve progresivo, podría hablarse de país envejecido. Como un efecto dominó esto «desacelerará la economía a medida que disminuyan los ingresos y aumente la deuda del gobierno debido a los crecientes costos de salud y bienestar», tal como apuntó Reuters.

No solo hay que incluir los ingresos o los gastos en salud, también hay que sumar la posible reducción de la fuerza laboral y del volumen de fabricación. Las consecuencias se verían reflejadas en los altos precios en Estados Unidos y Europa, a donde llegan productos chinos. Sería toda una cadena con varios orígenes. La primera es la política de un solo hijo vigente desde 1980 hasta 2015. La segunda, los encierros por la medida «Covid Cero» que incidieron en la perspectivas demográficas.

El tercer motivo son los altos costos económicos que implican tener un hijo. Ha sido tan fuerte este factor que el Partido Comunista organiza citas y eventos románticos; en paralelo gobiernos locales decidieron reducir impuestos o subsidios de viviendas a matrimonios. Pero la población joven está molesta. En agosto de 2021 ya trascendía cómo estos ante el descontento por el adoctrinamiento y la explotación laboral sin progreso, comenzaron a ver en el maoísmo una salida.

Que Xi Jinping admitiera la desaceleración del PIB y que pusiera fin a la política de «Covid Cero» demuestra que ante las presiones, al mandatario no le queda otra que ceder. Lo necesita porque se encamina a objetivos expansionistas con aliados en varias partes del mundo.

Pero los recientes percances erosionan las metas del gigante asiático, eso aseguran expertos. Aunque China y sus aliados, Irán y Rusia, quieren tener presencia militar en América Latina o multimillonarios proyectos de desarrollo en África, primero deberán superar sus retos internos. Por eso, quizás 2023 sea más de argumentos y pocos hechos.

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ORIANA RIVAS