Eugenio Trujillo Villegas

Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción

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La noche oscura de la infamia se precipitó sobre el expresidente Juan Manuel Santos. Aunque todas sus corruptelas y traiciones parecían blindadas, el tiempo se encargó de descubrir sus delitos y crímenes ante el mundo. 

Después de varios años de investigaciones el Departamento de Justicia y la SEC (Comisión de Bolsa y Valores) de los EEUU, descubrieron la ruta de entrada de los dineros corruptos de Odebrecht para conseguir el contrato de la Ruta del Sol, una autopista de 700 km que conecta al centro del país con la costa atlántica. Ese contrato tenía un valor aproximado a los US $1.000 millones de dólares y abría las puertas para muchos otros negocios en Colombia. Con un presidente en la nómina corrupta de la constructora brasilera, el abanico de negocios futuros no tenía límites.

Financiación ilegal de las campañas presidenciales 

Pero también, al seguir esta pista, se descubrió la financiación ilegal de las dos campañas presidenciales de Santos, en 2010 y 2014. Hasta ahora se estima que el total de los sobornos fue de 80.000 millones de pesos (unos us $40 millones al cambio de la época). Pero cuando se conozca la totalidad de la trama de corrupción, la suma llegará al doble.

El socio de Odebrecht en Colombia era el empresario más rico del país, el banquero Luis Carlos Sarmiento. A través de dos de sus conglomerados, el Grupo Aval y Corficolombiana, era dueño del 33% de la Ruta del Sol. Pero como sus empresas cotizan en la Bolsa de Nueva York, en donde supuestamente se prohíben las prácticas corruptas, desde allá se les impuso una multa de us 80 millones de dólares. Ese acuerdo, que al parecer era secreto, apareció en todos los medios de comunicación. Suspende los procesos penales en EEUU, lo cual es una forma elegante de comprar impunidad, pues no es frecuente que los mega-ricos vayan a la cárcel. Pero demuestra que el delito sí existió y deja en evidencia al propio Santos, a su gobierno y a muchos de sus funcionarios y aliados políticos.

El lavado de dinero del proceso de paz

¡Pero eso no es todo! Una de las más graves denuncias que hizo Tradición y Acción durante el proceso de paz de Santos, fue que se realizó un inmenso lavado de activos a favor de las FARC. La fortuna criminal de este grupo terrorista, acumulada durante muchos años de narcotráfico, secuestro, extorsión y minería ilegal, fue legalizada y entró al sistema bancario gracias a la mediación de Santos.

¿A cuánto dinero asciende esa fortuna? ¿Cuánto se pagó por legalizarla? ¡Son interrogantes que todavía no se conocen! Esa fortuna es el producido durante varios años de miles de hectáreas sembradas en coca, que gracias al proceso de paz pasaron de 50.000 a 200.000 has., gran parte de ellas controladas por las FARC. Lo cual equivale a varias Rutas del Sol…

Al igual que con los sobornos de Odebrecht, las autoridades de EEUU están a la procura de esa fortuna oculta de las FARC. Son los únicos con capacidad para averiguarlo, pues tanto dinero no puede circular secretamente por el mundo, así es que tarde o temprano se sabrá la verdad. 

Cualquiera podría pensar que este entramado de corrupción y de maldad es imposible, pero se equivoca rotundamente. Un inmenso iceberg comienza a salir del pantano de la mentira donde estaba sumergido, para que el mundo lo pueda ver con claridad.

Santos se compró el Nobel de Paz

Aquí entra en escena el capítulo siniestro del Nobel de Paz, que tuve la honra de ser el primero en denunciar en el año 2018, con un artículo publicado en el prestigioso diario italiano Corrispondenza Romana, de Roma, donde salieron a la luz pública las primeras denuncias que le dieron la vuelta al mundo. En ese artículo decía lo siguiente:

“En ese escándalo, han aparecido graves informaciones relacionadas con el Comité Nobel de Noruega, que otorga el Premio Nobel de Paz, que en diciembre del 2016 fue concedido al presidente de Colombia. Acontece que quien presidía ese Comité, la señora Kaci Kullman, antes había sido Ministra de Estado de Noruega, y como tal representó los intereses de la estatal petrolera noruega Statoil, que recibió del presidente Santos grandes negocios petroleros en Colombia, en asociación con Ecopetrol, la petrolera estatal colombiana. En ellos, el presidente de Colombia le entregó a la petrolera noruega vastas regiones colombianas para la exploración de petróleo, justo antes de ser honrado con el premio Nobel de Paz”. (Crf.  https://es.corrispondenzaromana.it/el-proceso-de-paz-de-colombia-al-borde-del-abismo/   Abril 27 de 2018.)

Esos hechos ahora son ampliamente conocidos. Una vez más, alguien podría decir que es imposible sobornar a los comités que entregan los premios Nobel. Quienes lo dudan, deberían saber que no solo es posible, sino que ya aconteció en el año 2018, un poco después que le fuera otorgado el Nobel de Paz a Santos.

Ese año se descubrió que las grandes editoriales del mundo sobornaban a los miembros del Comité sueco que entrega el Nobel de Literatura, para así vender los libros del escritor galardonado, además de otras extorsiones relacionados con abusos sexuales dentro del mismo Comité. En consecuencia, la mitad de sus 18 miembros fueron destituídos aunque sus cargos eran vitalicios y por primera vez el Nobel de Literatura no fue otorgado ese año. En el 2019, se otorgaron dos premios Nobel de Literatura, el de ese año y el del año anterior, que estaba vacante.  

Con gran sigilo fue mimetizado el escándalo ante los ojos del mundo. Entonces, si esto pasó con el Nobel de Literatura, ¿por qué ocultan que también pasó con el Nobel de Paz? Seguirán apareciendo más evidencias que lo demuestran y seguiremos esperando hasta que la verdad se conozca, para que el Nobel de paz de Santos sea revocado, tal como se solicitó en la época.

Se creen llenos de gloria, pero son unos traidores 

Mientras tanto, es bueno recordar lo que también escribí pocos días antes del Plebiscito de 2016, cuyo resultado se robó Santos, que fue publicado a página entera en varios periódicos:

“Cuando baje la polvareda de mentiras a favor del proceso de paz y se conozca la realidad de lo pactado, Colombia despertará del letargo en que se encuentra y esa euforia artificial se transformará en indignación. Y cuando se comience a convertir la verdadera Colombia en otra totalmente diferente, y ese proceso sea dirigido por una minoría obtusa, radical y totalitaria, llevándonos a la miseria, al caos y a formas de violencia aún mayores de las que ya tuvimos, los promotores del proceso pasarán a ser objeto del más profundo rechazo de la inmensa mayoría de los casi 50 millones de colombianos. Y la gloria que se atribuyen a sí mismos estos personajes se transformará muy pronto en vergüenza y repudio de todo el País”. (El País, septiembre 30 de 2016. El Colombiano, octubre 1 de 2016).

Es evidente que el País no se pacificó, ni los guerrilleros entregaron las armas como se dijo, ni cumplieron uno solo de los puntos del Acuerdo. Fue la mentira más grande de nuestra historia reciente, con el agravante de que todos los colombianos sabíamos que era mentira, aunque el Episcopado, los políticos y los gremios empresariales aplaudían con total hipocresía.

Siembra vientos y cosecharás tempestades, reza un sabio adagio popular. Por esa razón Colombia se precipita en el caos.