Eugenio Trujillo Villegas

Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción

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¿Arde París? Esa fue la pregunta siniestra que le hizo Hitler al gobernador nazi de París en agosto de 1944, Dietrich Von Choltitz, pocos días antes de la reconquista de la ciudad por los aliados, en el final de la Segunda Guerra Mundial. El ejército nazi ocupaba Francia y ante su inminente derrota, Hitler dio la orden de incendiar y destruir París antes que sus ejércitos emprendieran el camino de regreso a Berlín.

El general nazi se negó a cumplir la orden, para lo cual inventó disculpas y pretextos que enfurecieron a Hitler. Para gloria de la Civilización, París se salvó de semejante orden demencial, que ha pasado a la historia como uno de los mayores delirios de gobernante alguno.

Aunque París se salvó de la destrucción en ese entonces, las intenciones de reducirla a cenizas persisten en la actualidad, por cuenta de otro enemigo, tal vez más feroz y siniestro que Hitler. Se trata del islam, que ejecuta una guerra de exterminio contra Francia, contra Europa y contra la Civilización Cristiana.

MAHOMA PRETENDE CONQUISTAR EUROPA

Desde el fin del colonialismo europeo en África, hacia 1960, una silenciosa invasión musulmana ha venido penetrando a Europa. “Hordas de lobos”, como se hacen llamar, que huyen del colapso de África, producido porque el comunismo marxista reemplazó a los gobiernos coloniales, provocando una oleada de guerras civiles y de miseria en casi todas las naciones africanas.

Esos inmigrantes musulmanes que llegan a la Unión Europea son recibidos con los brazos abiertos por una legislación cada vez más permisiva con ellos, con sus costumbres y con su religión de odio y de violencia contra el cristianismo. Exigen subsidios del Estado porque son pobres, pero no trabajan; odian la educación, la religión y la cultura de los países que los reciben, porque en su universo mental solo hay espacio para Mahoma.

Mientras los europeos casi no tienen hijos, ellos tienen más de cinco por cada familia, con lo cual aumenta la población musulmana, al igual que los subsidios que reciben. Se han instalado en la periferia de las grandes ciudades, convirtiéndolas en guettos donde la policía y las autoridades no pueden entrar. Cometen todo tipo de crímenes y de robos, violan a las mujeres y a los niños que no son musulmanes, pues esos territorios funcionan como repúblicas independientes ante la indolencia de los gobiernos.

Apuntan su dedo amenazador y lleno de odio contra la cultura occidental, amenazando a Europa con arrogancia, con un mensaje claro y fuerte: Te vamos a destruir; construiremos mezquitas encima de tus iglesias; vestiremos a tus mujeres con la burka y vamos a demoler lo que ustedes han construido porque no es del agrado de Mahoma. Esta es la jihad (guerra santa) del islam contra la Civilización Cristiana, que ellos pretenden imponer a sangre y fuego por la sharía, la ley musulmana del Korán.

En Francia hay unos 7 millones de musulmanes, casi el 8% de la población. Hay unos 5 millones en Alemania y otro tanto en Inglaterra. En total hay en Europa unos 25 millones de musulmanes, creando los mismos problemas y profiriendo las mismas amenazas.

Pues bien, desde hace una semana se desataron vientos de furia y destrucción sobre Francia, donde hordas de manifestantes musulmanes se lanzaron a las calles a destruir todo lo que encuentran. Han incendiado unos 5.000 vehículos, más de 200 supermercados, locales comerciales, bancos, iglesias y todo lo que encuentran a su paso.

Este es el escenario que se ha ido creando durante las últimas décadas, ante el cual Europa no ha hecho sino claudicar. Un asunto son las migraciones que siempre han existido a lo largo de la historia, pero otro muy diferente es cuando los inmigrantes anuncian que van a destruir los países a donde llegan. Y la respuesta de Europa ante esa amenaza es la despreocupación, la irresponsabilidad y la cobardía.

¡Estamos ante una declaración de guerra! Pero Europa no parece haberse notificado que los fanáticos de Mahoma la quieren destruir. Aunque las naciones europeas sufren las consecuencias de esta invasión cultural y religiosa, ninguna de ellas ha tomado hasta el momento ninguna medida eficaz que impida su destrucción y proteja a sus ciudadanos.

UNA GUERRA ANUNCIADA DESDE HACE DÉCADAS

¡Al parecer, Europa quiere morir! No hay que dudar que el mundo musulmán quiere conquistar Europa, imponer la tiranía y desatar una implacable persecución religiosa contra los cristianos. Ante este letargo decadente y suicida, la legislación europea es cada vez más tolerante con el Islam. Los políticos, los intelectuales y las élites sociales prefieren claudicar ante la presión radical y fanática de los que quieren la destrucción de la cultura occidental, pues siempre es más cómodo y menos arriesgado no hacer nada frente a un adversario que embiste con furia.

En realidad, esta es una guerra de dos mundos totalmente diferentes. El nuestro, que está enfermo y decadente, abandonó sus principios y se sumerge en el caos de la corrupción, de la inmoralidad y de la auto-demolición. Mientras tanto, el mundo musulmán es inflexible, radical, agresivo, y al igual que el marxismo, su gran aliado, utiliza la combinación de todas las formas de lucha para conquistar y destruir.

Este es el estilo de guerra de los periodos de la historia en donde pareciera que no hay guerra. En realidad, es el modelo de guerra más profunda, que genera las mayores transformaciones, porque el enemigo musulmán va quitando sutilmente a los europeos la voluntad de luchar por lo que deberían defender, mientras el cristianismo se sumerge en el mundo de la droga, de la diversidad sexual y del placer sin límites.

Las generaciones que reconstruyeron Europa después de las guerras del siglo pasado ya desaparecieron. Van siendo reemplazadas por un remedo de seres humanos, cuya principal preocupación consiste en resucitar a Sodoma y Gomorra, proclamar la absurda ideología de género, y transformarse en personas delicadas y homosexualizadas por la influencia de una colosal propaganda destructiva. ¿Estas gentes serán capaces de enfrentar el peligro? ¿Acaso se dan cuenta que nuestra civilización está en riesgo? Se parecen a los pasajeros del Titanic, en una permanente fiesta, con la convicción de que ni Dios los podrá destruir.

https://www.lalinternaazul.info/2023/07/08/arde-paris-arde-francia-arde-europa/