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Alfredo M. Cepero

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El error garrafal de Fox News fue despedir a Tucker Carlson, la estrella polar en el firmamento de sus estrellas periodísticas.

La ley infalible de la vida apunta a que cuando unos lloran otros ríen y viceversa. Eso explica por qué Newsmax está de fiesta y Fox News se ha comprado el luto. Sin hacer otra cosa que mantenerse en el aire, Newsmax se ha convertido en el “Rey de la Derecha” y Fox News ha escogido ser el “Mendigo de la Izquierda”. FOX llegó tarde a una fiesta que ya estaba controlada por CNN, MSNBC, CBS, NBC, ETC, ETC, ETC…El error garrafal de Fox News fue despedir a Tucker Carlson, la estrella polar en el firmamento de sus estrellas periodísticas.

Según el biógrafo de Tucker Carlson, Fox News despidió a su buque bandera—un periodista carismático y experimentado que ganaba 20 millones de dólares al año—como parte de sus negociaciones para evitar un juicio con Dominion Voting Systems. La demanda acusaba a Fox de transmitir falsedades sobre las máquinas de votación de Dominion. Fox argumentó, por su parte, que estaba llevando a sus televidentes declaraciones formuladas por figuras públicas sobre las elecciones de 2020.

Al mismo tiempo, las encuestas de la televisión por cable muestran que desde que Carlson fue despedido el horario de su programa ha caído en un 50 por ciento de televidentes. Mientras tanto, las cifras del día 9 de este mes de mayo muestran que los televidentes de Fox entre los 25 y los 54 años de edad se redujeron nada menos que en el 60 por ciento.

Continuando con Fox, la compañía es controlada por la familia Murdoch, a través de un fideicomiso que posee el 39.6 por ciento de las acciones de la compañía. El patriarca Rupert nombró a su hijo mayor Lachlan—que según íntimos de la familia es más izquierdista que Rupert—presidente de la compañía en 2019. Mientras tanto, su otro hijo James dice sentirse “horrorizado del ‘Trumpismo’,  que prevalece en Fox News”.

El ya mencionado biógrafo, Chadwick Moore, dijo en un video de promoción de su libro que las acciones simultáneas—el arreglo fuera del juicio por difamación de Dominion contra Fox por la cantidad sideral de 787 millones de dólares el 18 de abril y el inesperado despido de Carlson el 24 de abril—no fue una coincidencia sino fueron acciones coordinadas. Curiosamente, un vocero de Fox declaró la semana pasada a The Washington Times que esa versión era “categóricamente falsa.” La pura verdad es que el despido de Tucker Carlson por Fox News es como si el equipo de béisbol de los Yankees en su época de oro en 1927 hubiera despedido a Babe Ruth.

Mientras tanto, Newsmax se encuentra en sus mejores tiempos desde su fundación el 16 de junio de 2014. El lunes pasado, el programa de Eric Bolling, a las 8 de la noche en Newsmax, atrajo a 531,000 televidentes, según la encuestadora Nielsen. Una semana antes, el mismo programa había sido visto únicamente por 146,000 televidentes.

Por otra parte, es importante entender la gigantesca influencia de Tucker Carson y de Fox News en el mercado de las noticias televisivas. Según The New York Times—que no es amigo de Carlson ni de Fox News—el programa de Carlson promedió 3 millones, 250,000 televidentes diarios en el primer trimestre de este año. Esto lo convirtió no solamente en el programa más visto de Fox News sino de toda la televisión americana.

Antes de despedirnos escuchemos al mismo Tucker Carlson. Según él, “la izquierda y la derecha ya no tienen un significado en América. La guerra es entre los que se benefician y los que no se benefician del status quo.” Tucker concluye que: “nuestros líderes son unos idiotas que no están conscientes de que el barco se está hundiendo”. En este caso y de acuerdo son su incisivo y pintoresco estilo Tucker se hace la pregunta inevitable de: ¿Cómo podemos salirnos de este pantano? Que yo me temo no es ya de los tradicionales 64000 dólares sino de los millones de millones que han tirado por la borda los “falsos benefactores que compran poder con dinero de los contribuyentes”. 

6-3-23

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El país se convirtió en la fábrica ‘low cost’ del mundo, lo que ha tenido profundas implicaciones a nivel internacional.

Es una premisa generalmente aceptada que la “Cuna de la Civilización China” estuvo situada en el valle del Río Amarillo hace 5,000 años. De hecho, China es una de las cuatro civilizaciones más antiguas del  mundo y su historia escrita data de la Dinastía Chang, hace alrededor de 3,000 años. Por otra parte, los chinos tienen en su haber—entre otros—inventos tales como el papel higiénico, el papel moneda, el futbol soccer, la ballesta y la pólvora. Y en una época en que no existían las mezcladoras de concreto construyeron la Gran Muralla China. La estructura más larga del mundo hecha por el hombre con una longitud de 21,196 kilómetros.

Los chinos son taimados, sigilosos y despiadados. El mayor genocida de la historia de la humanidad se llamó Mao Zedong. Aunque las cifras de muertos son siempre aproximadas, ellas son una prueba de que la masacre fue verdadera. Jean-Louis Margolin, en el clásico «Libro negro del comunismo» (1997), habla de 65 millones de asesinados en China. De este lado, nuestras opiniones están distorsionadas por la avaricia de los capitalistas rancios y la ignorancia de un pueblo que no ve más allá de su ombligo. Estos dos factores representan un peligro que podría llevarnos al suicidio como primera potencia mundial.

En estos momentos—con los resabios del perro huevero—China sigue en sus mismos trajines. Un grupo de genómica está trabajando para crear super-soldados en el Ejército Popular de Liberación. Están construyendo un drone cuya misión será vigilar los campos de concentración. Trabajan en un servicio de computación cuyo programa de reconocimiento facial podría ser adaptado para vigilar a los musulmanes Uighures.  Estos tres proyectos son controlados por el Partido Comunista de China. Y los tres han recibido miles de millones de dólares en la forma de inversiones de Wall Street.

Por otra parte, hace 20 años la economía mundial cambió para siempre. China entró en la Organización Mundial del Comercio (OMC) el 11 de diciembre de 2001 tras tres largos lustros de negociaciones y con el beneplácito del entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton. Este hecho supuso un cambio drástico para el comercio global: China, que hasta finales de los 90 tenía una participación del 3,5% en las exportaciones mundiales de bienes, multiplicó por cuatro su peso en apenas quince años, consolidándose por encima del 13%. El país se convirtió en la fábrica ‘low cost’ del mundo, lo que ha tenido profundas implicaciones a nivel internacional.

Numerosas compañía americanas se aprovecharon de esta coyuntura. Se estima que en este momento hay más de 50,000 compañías americanas operando en China. Muchas de ellas con nombres famosos como Starbucks, Nike y Under Armour. China es dueña también del banco más grande del mundo. En 2021, el Banco Industrial de China contaba con activos superiores a los 5.5 trillones (Trillones con T) de dólares. Se ha llegado al punto de que hasta atletas americanos famosos y apátridas como LeBron James defienden a China más que a su “madre patria.” Tal como vaticinó Lenin: “Los burgueses nos van a vender la soga con la que los vamos a ahorcar”.

Además, los chinos no se conforman con atraer compañías americanas a su territorio. Se proponen nada menos que controlar grandes porciones del territorio americano. Según cifras recientes de la Secretaría de Agricultura de los Estados Unidos, los chinos comunistas son dueños de más de 384,000 acres en este país.

Afortunadamente, algunos funcionarios de alto nivel se han dado cuenta del peligro a la seguridad nacional que representa esta invasión económica china. El gobernador del estado de la Florida, Ron De Santis, ha tomado medidas para defendernos del gigante sigiloso y taimado. Para ello, ha firmado tres proyectos de ley que reducen la influencia del gobierno chino en el estado de la Florida. Dichos proyectos limitan la cantidad de territorio floridano que puede adquirir el gobierno chino, prohíben las plataformas chinas de medios sociales y limitan las relaciones entre las universidades americanas y gobiernos de países que puedan ser “motivo de preocupación”.

Ahora bien, los Estados Unidos no son el único país en la mira de Pekín. La mafia china arribó a Chile con un sofisticado sistema de granjas para producir marihuana a gran escala; así como para agregar agua, luz y calor a las plantaciones de cannabis en invernaderos. Después de 26 operativos, el decomiso de 7000 plantas, 470 kilos de cannabis procesado, drogas sintéticas, 11 armas, 400 municiones y 500 millones de pesos en efectivo (636.000 dólares), era innegable el objetivo y la autoría del proyecto.

Regresando a los Estados Unidos, la confrontación con China es una de las pocas áreas en que ambos partidos coinciden en el empeño. Si quienes determinan la política americana se ponen de acuerdo hay grandes esperanzas de que logremos un progreso real en nuestro distanciamiento de China. Una buena noticia es que el Congreso de los Estados Unidos ha otorgado poder a los reguladores para que bloqueen las operaciones de firmas chinas sospechosas en el mercado americano. Esto ha sido hecho a través de la Ley de Exigir Responsabilidad a las Firmas Extranjeras.

En conclusión, Washington no necesita ni debe imitar a Pekin en la micro administración de su economía. Pero el “status quo”—en que su mayor adversario geopolítico es financiado por miles de millones de dólares americanos—es sencillamente inaceptable. El Tío Sam necesita un nuevo marco de inversiones en que los intereses financieros estén en concordancia con los intereses nacionales. De lo contrario, serán los mismos Estados Unidos los únicos responsables de su desastre.

5-23-23

Alfredo M. Cepero

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La “vieja guardia” del viejo Joe y la nueva izquierda radical están enfrascados en un juego que los beneficia a ambos.

No siento desdén alguno por los ancianos porque yo soy uno de ellos. Pero sí siento desdén por los ancianos perversos. Además, soy consciente de que a mis 85 años estoy viviendo en “tiempo prestado.” Les he advertido a mis hijos que no me lloren en el momento de la despedida porque he vivido una vida plena de satisfacciones y emociones. Una vida llevada hasta alturas siderales por la ternura de una mujer con quién he compartido 58 años de mi vida. Dedico mis días a publicar una revista cibernética pero jamás se me ocurriría participar en política; porque digo las cosas tal como las veo sin importarme lo que piensen otros. Ese lujo no pueden dárselo los políticos. Además, a los pueblos se les respeta y se les sirve. No se les hacen promesas para no cumplirlas. Eso es lo que están haciendo los demócratas que están enterrando a su partido.

El más notorio de los enterradores es Joe Biden. Un anciano decrépito que a sus 80 años de edad es un hombre totalmente divorciado de principios y manipulado por gente empeñada en destruir a los Estados Unidos. Al final de su campaña por la presidencia en 2024, Biden habrá cumplido 82 años y, en la remota probabilidad de que fuera electo, éste hombre inmoral y desorientado habrá cumplido 86 años de edad al final de su segundo mandato. Por desgracia para el Partido Demócrata Joe Biden no está solo en su afán de aferrarse al poder.

La expresidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, tiene actualmente 83 años de edad. El demócrata de Maryland y ex líder de la minoría, Steny Hoyer, tiene también 83 años de edad y ha sido un funcionario electo durante más de 60 años. El líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, tiene 74 años de edad y ha estado en el gobierno durante 48 años. La senadora por California, Dianne Feinstein, ha roto todos los records con 89 años de edad y 53 años en cargos electivos. El representante por Carolina del Sur, James Clyburn, tiene 82 años de edad. Estas son las caras del Partido Demócrata. Todos ellos llegaron a Washington hace 30 años, durante la presidencia de Bill Clinton 1993-1999.

Hace varias décadas—cuando todavía eran novatos en el “pantano”—defendieron en algunas ocasiones una fuerte defensa nacional, fronteras seguras, desarrollo de fuentes de gas y petróleo, fondos para la policía y unas pocas restricciones para el aborto. Eso era antes. Ahora han dado un giro de 180 grados. Su papel ha cambiado de una izquierda moderada bajo Clinton a una izquierda solapada y extrema que actúa bajo una máscara de normalidad y se ha apoderado del partido.

El cambio del Partido Demócrata ha sido tan radical que ya no se parece al de John Kennedy. Los que mandan ahora son los senadores Bernie Sanders, Elizabeth Warren, Jon Ossoff y Raphael Warnock. El grupo que se hace llamar “la escuadra” bajo la dirección de Alexandria Ocasio Cortés, el Comité Negro del Congreso, así como los grupos externos de Antifa y de Las Vidas Negras Valen. Sin embargo, Biden y compañía todavía son caras familiares. Su misión es acostumbrar al electorado al nuevo Partido Demócrata.

Los radicales hacen lo indecible para salirse del camino. Ellos saben que todavía necesitan las caras osificadas de la vieja guardia para llegar a la transición de los que son ahora los partidos verdes del socialismo europeo. El nuevo Partido Demócrata promueve la eliminación de los fondos a la policía y apoya a los fiscales de distritos financiados por George Soros.

Estos fiscales tienen como política devolver los criminales a las calles o reducirles sus sentencias. Su credo son las teorías de la “raza crítica”. Argumentan que los delitos tienen poco que ver con la voluntad del delincuente. Que los criminales no son intimidados por las leyes. Que, por el contrario, el crimen refleja las injusticias de una jerarquía racialmente opresiva.

Al mismo tiempo, las empresas de “Alta Tecnología” son sus aliados. Mucho mejor cuando se asocian con el gobierno para suprimir la “desinformación” como lo hacen el Buró Federal de Investigaciones y la Agencia Central de Inteligencia. Todos ellos demandan un “Nuevo Trato Verde” en este mismo momento. Un nuevo trato que propone la abolición del gas natural, del petróleo y la electricidad como medios de combustión para los automóviles. El aborto es un “derecho” dado por Dios hasta el instante en que la criatura transita por el canal del nacimiento.

Su religión es el “cambio climático” por encima de cualquier consideración del sufrimiento de la clase media por la inflación, los intereses y la recesión. Quieren prohibir los rifles semiautomáticos y los permisos de portar armas. Prefieren la votación por correo—que es más fácil de manipular—antes que la votación en persona. Ya no hay “dinero oculto” sino “dinero correcto”. El dinero que envía, el Valle de Silicon y Wall Street a los grupos de izquierda.

Una proporción considerable de la nueva ideología tuvo su origen en las universidades, tales como la teoría crítica de las razas y la moderna teoría monetaria. La palabra clave es “teoría’. Esa palabra les proporciona una máscara con la cual encubrir cualquier doctrina absurda con una sofisticada doctrina innovadora.

El papel de unos calcificados Biden, Pelosi, Feinstein, Hoyer y Clyburn es asegurar a los votantes—utilizando su notoriedad—que ellos no son el tipo de gente que participa en una revolución. Irónicamente, eso mismo es lo que están haciendo.

La “vieja guardia” del viejo Joe y la nueva izquierda radical están enfrascados en un juego que los beneficia a ambos. La nueva mayoría de los demócratas radicales le permite a los vejestorios darse baños de rosas hasta que desfallezcan sin sufrir críticas o exigencias de que se retiren. Mientras tanto, el asilo de ancianos le asegura a la nación que ellos están muy viejos para ser socialistas revolucionarios de polyester. Sin embargo, estemos seguros de que, a pesar de la publicidad y del teatro, la catástrofe radical está ganando terreno sin que nos demos cuenta. Es tiempo de que despertemos.

5-15-23

Alfredo M. Cepero

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Es tal el deterioro que nuestros enemigos no nos temen y nuestros amigos no nos respetan.

En las elecciones de 2020, los demócratas utilizaron a Joe Biden para bloquear la postulación de Bernie Sanders, el socialista confeso que pasó su “luna de miel” en Rusia y que es senador por el estado de Vermont. Ahora se han arrepentido porque Biden se niega a obedecerlos. Estimulado por su esposa, la “doctora” Jill y por su degenerado y ambicioso hijo Hunter, Biden se niega a seguir siendo manipulado por la izquierda demócrata que maneja desde la sombra el siniestro Barack Obama.

Nadie lo quiere pero eso no le importa al viejo degenerado que se duchaba con su propia hija y sentaba en sus piernas a la madre de esa niña—ahora la “doctora Jill’—cuando ésta tenía quince años y cuidada de los hijos de su primer matrimonio. Pero lo peor es que nadie lo quiere y no saben qué hacer con él. Según el Diccionario de la Lengua Española la frase hecha “pasar una papa caliente es pasar un problema grave e incómodo y de difícil solución, que alguien, inhibiéndose en su responsabilidad, traslada a otro”. Para los demócratas, ese problema se llama Joe Biden.

Los Biden se han enriquecido con los negocios sucios que hicieron con el Partido Comunista Chino, con Ucrania y con otros países que hoy mantienen silencio como arma de chantaje. El viejo Biden lleva más de medio siglo en política sin otro medio lucrativo conocido. En 2022 era el décimo noveno senador con más tiempo en el cargo en la historia del Senado. Se han hecho multimillonarios sirviéndose a sí mismos en vez de servir a su pueblo.

Están tan comprometidos moralmente que su  política exterior está siempre expuesta al chantaje de los apandillados internacionales que compraron sus favores. Se vendieron como cerdos en el “Pantano de Washington” y prostituyeron la vicepresidencia de los Estados Unidos. Como resultado vendieron a los Estados Unidos. Son más corruptos que la pandilla mafiosa de Vito Corleone porque Corleone impuso su voluntad por el terror. Ellos traicionando a su patria. Vito era un león, Biden una serpiente del “Pantano de Washington”.

El resultado ha sido la transformación de los Estados Unidos de Primera Potencia mundial a nación del Tercer Mundo. Le suplicamos a Venezuela y a Arabia Saudita que nos vendan el petróleo que sobra en el subsuelo americano y vemos como nuestro aliado Emmanuel Macron va a besarle el anillo a Vladimir Putin. Al mismo tiempo, los comunistas chinos aumentan su poderío militar y los taiwaneses están preocupados por la probabilidad de una invasión por parte de China Comunista.  Es tal el deterioro que nuestros enemigos no nos temen y nuestros amigos no nos respetan. Una parodia de “I get no respect” al estilo del cómico Rodney Dangerfield.

En la política interna la situación es igualmente precaria para Joe Biden. Según una encuesta del New York Times el 64 por ciento de los demócratas no quieren que Joe Biden aspire a la presidencia en las generales de 2024, mientras la aprobación de su desempeño como presidente es de sólo el 33 por ciento. Y peor todavía, únicamente el 13 por ciento de los americanos piensan que el país va por buen camino.

Por otra parte, la piedra que nadie esperaba es el juicio por paternidad contra Hunter Biden en Arkansas. La Casa Blanca puede bloquear los peligros originados contra los Biden en el Poder Ejecutivo pero puede hacer muy poco contra los que se originen en el Poder Judicial. Este juicio tiene la capacidad de poner al descubierto la fortuna ilícita de mafia de los Biden. El juez de Arkansas ha condenado a Hunter a pagar 20,000 dólares mensuales a una niña que se ha demostrado que es su hija y que él se había negado a reconocer.

Este caso de mantenimiento de esta niña está forzando un examen más profundo de las finanzas de Hunter en el momento en que él confronta una investigación federal sobre delitos impositivos y una investigación del Congreso sobre lucrativos negocios internacionales. Aunque los Biden han navegado siempre dentro de la impunidad, en este momento la barca podría hundirse.  

Sin embargo, el presidente parece no darse por enterado. Este 25 de abril, el Joe Biden lanzó oficialmente su candidatura a la reelección. “Cuando me postulé para presidente hace cuatro años, dije que estábamos en una batalla por el alma de Estados Unidos. Y todavía lo estamos”, dijo en un video. Y agregó: “La pregunta a la que nos enfrentamos es si en los próximos años tendremos más o menos libertad. Este no es un momento para ser complaciente. Por eso me postulo para la reelección.” El anuncio del presidente se produce mientras un fiscal especial está investigando documentos marcados como clasificados que se descubrieron en su antigua oficina y en su residencia en Wilmington, Delaware.

Ahora bien, a pesar de la vulnerabilidad de Biden, es siempre muy difícil retar a un presidente que aspire a la reelección. Por eso son pocos los demócratas que se han lanzado al ruedo hasta este momento. El que podría contar con más probabilidades de confrontarlo es Robert Kennedy, Jr, el demócrata, activista antivacunas y descendiente de una de las familias políticas más famosas del país. Pero la primera en lanzar su candidatura en marzo de este año fue Marianne Williamson. La autora y consejera espiritual buscó la nominación demócrata en 2020 pero no logró ganar terreno entre tantos candidatos.

Sin embargo, todavía es muy temprano para que se cierre el proceso. La ambición de poder es más poderosa que cualquier otro sentimiento de amistad o gratitud. Hay muchos esperando la oportunidad de declararse candidatos. Entre ellos, la vicepresidente Kamala Harris; el Alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg; la senadora por el Estado de Minnesota, Amy Klobuchar; el Gobernador de California, Gavin Newsom; la senadora de Massachusetts, Elizabeth Warren y la Gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer.

Lo que necesitan estos candidatos es un Biden todavía más debilitado por sus escándalos familiares. Además, si se demostrara que no puede ganarle a Donald Trump—el tornado que más teme la izquierda demócratasería abandonado por la prensa que hasta ahora ha encubierto sus limitaciones. Esa sería la  llave que abriría las compuertas por donde entraría la luz de la esperanza para un pueblo explotado por un presidente corrupto.  

5-8-23

 

EL MUNDO

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