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Por Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nación

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Trump es probablemente el único presidente americano a quien el cargo le ha costado dinero.

En los 63 años que llevo en este país he visto muchos programas de televisión. De hecho, la televisión es mi entretenimiento preferido. Pero el programa en el cual Donald Trump aceptó la postulación presidencial del Partido Republicano la semana pasada rompe todos los patrones. En el mismo se combinaron todos los factores de talento, carisma, patriotismo y servicio que adornan la personalidad de Donald Trump. Como dice uno de los contados amigos—que como yo estamos desafiando al almanaque—el show fue “para alquilar balcones”.

No tengo la menor idea de la razón por la cual este hombre privilegiado dio un salto mortal a la política y ha puesto en peligro su fortuna y hasta su vida como le ocurrió hace varios días. Pero sí recuerdo vagamente una pregunta que le hiciera hace varios años Oprah Winfrey sobre su posible aspiración política y a la cual Trump contesto en forma negativa. Eran los tiempos en que Trump contribuía económicamente a los candidatos de ambos partidos. Todos buscaban su compañía y era admirado tanto por la derecha como por la izquierda. Pero cuando se le ocurrió aspirar a la presidencia por el Partido Republicano la izquierda le hizo la cruz como se le hace a los vampiros. Lo han llenado de improperios. La peor de todas sus comparaciones con Hitler. Ya Trump no es “Rico McPato” sino el lobo feroz que amenaza comerse a la “caperucita americana”. Una prueba fehaciente del poder del dinero.

Además, todo indica que un día Donald Trump se despertó patriota. Que se dio cuenta de que si quería servir al pueblo los Estados Unidos tenía que hacerlo ostentando él mismo el poder político. Después ser elegido no recibió salario por su cargo y puso a sus compañías en manos de sus hijos. Trump es probablemente el único presidente americano a quien el cargo le ha costado dinero.

Se convirtió en una amenaza para las sabandijas que pululan el pantano de Washington. Por eso todas le han declarado la guerra. Pero este hombre ha demostrado ser inmune tanto a las palabras y a las balas. Por otra parte, es importante anotar que Donald Trump es un hombre polifacético. Lo mismo construye un edificio que dirige un programa de televisión. Su programa de Celebrity Apprentice  en la cadena de televisión NBC fue un rotundo éxito y en el mismo puso de moda la frase de “you're fired”.

Eso es precisamente lo que está haciendo con un partido demócrata que pone al ladrón de Biden en la Casa Blanca y es manipulado desde las sombras por el resentido Barack Obama. Todos ellos se han lanzado al vacío sin paracaídas. El aterrizaje será violento.

Por otra parte, Donald Trump es un populista que después del 5 de noviembre gobernará para beneficio del gran pueblo americano. No tiene más compromiso que el dado por el voto de ese movimiento que es el MAGA. Entre los beneficios estarán fronteras vigiladas, mejores precios en los mercados, gasolina en abundancia y seguridad nacional. Nuestros enemigos—entre ellos los rusos, los chinos y los iraníes—sabrán muy bien que hay un nuevo “Sheriff in Town” y disfrutaremos de una ‘Pax Americana”. Muy parecida a la que disfrutamos en el primer período de Donald Trump.

Tenemos, por lo tanto, que velar y rezar por la seguridad y el bienestar de este hombre. Él es la tabla de salvación de la democracia y la prosperidad de esta nación y de todos nosotros. Para ello tenemos que asistir a las urnas en forma multitudinaria el 5 de noviembre y mantener los ojos abiertos para que no se repita el fraude de 2020.

Si no lo hacemos estaremos pavimentando el camino para reunirnos con “Trucutú” en las cavernas de la miseria y de la desvergüenza. Porque la democracia no es un regalo sino un trabajo de todos los que aspiramos a vivir en libertad.

7-23-24

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nación

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La mano de Dios desvió la bala del asesino Thomas Matthew Crooks.

Siempre he creído que Donald Trump es un instrumento de Dios para salvar a esta nación de la crisis política, económica y moral en que la han sumido el simulador Barack Obama y su marioneta Joe Biden. Después del milagro de ayer en Pennsylvania estoy convencido de que estaba en lo cierto. Dos pulgadas hacia la izquierda habrían puesto la bala en el centro de la frente de Donald Trump y la mafia del “capo” Barack Obama habría seguido vendiendo al país y robándose los impuestos del pueblo americano. Pero, como decimos los cubanos, “les salió el tiro por la culata”. La mano de Dios desvió la bala del asesino Thomas Matthew Crooks.

El ex presidente estaba mostrando una gráfica del número de ilegales que había cruzado la frontera abierta por orden de Joe Biden cuando se escucharon cinco disparos y Donald Trump se puso la mano en la oreja derecha y se lanzó al piso. En ese momento su equipo del Servicio Secreto entró en acción y creó un cordón de protección alrededor del ex presidente. Cuando finalmente se puso de pie su cara estaba ensangrentada, cerró el puño y—siempre desafiante—maldijo a su atacante. Ese es el Donald Trump que conocemos y que siguen los millones de miembros de MAGA. Este ataque fue el intento más serio de asesinato desde el efectuado contra Ronald Reagan en 1981.

Ahora bien, estemos claros de que este no fue un incidente aislado. Es el resultado de la campaña vitriólica de Joe Biden contra Donald Trump. Biden y Obama han llegado al extremo de utilizar el Poder Judicial como arma de campaña política. La premisa central de la campaña de Biden es que Donald Trump es un fascista autoritario que debe de ser detenido a cualquier precio. Este fue el gatillo que disparó el rifle del asesino. Porque las palabras son más mortíferas que las balas. Los cubanos somos “expertos” en la fuerza destructiva de las palabras porque el diletante que se robó nuestra libertad y jamás fue capaz de disparar un tiro cerca de cualquiera de sus adversarios.

Como Pilatos, todos los adversarios de Trump ahora se lavan las manos y se compadecen de la víctima. No hay tratado de hipocresía más completo que el de los políticos que se compadecen de su adversario. Todos “ponchan el boleto” para parecer compasivos pero su compasión tiene tiempo limitado. Son como serpientes que comparten un nido, porque más temprano que tarde una matará a la otra. El ejemplo lo tenemos en las palabras de Joe Biden con motivo del atentado contra Donald Trump. El vejestorio mentiroso y ladrón dijo: “No podemos permitir que esto pase en América. No podemos tolerar que esto pase en este país.”

Yo digo es que lo que si pasa en este país son declaraciones como las Chuck Schummer contra Gorsuch y Kavanaugh. En un ataque contra ellos Schummer dijo: “Ustedes han cometido una bajeza y van a pagar el precio. Ustedes no van a saber lo que les costará si siguen con esta decisión”.

Regresando a Trump, podemos decir con toda seguridad que podrán encarcelarlo, podrán tratar de matarlo pero no lo vencerán porque Donald Trump es indomable y porque tiene una misión sagrada de cumplir. Así lo demostró el atentado frustrado del día de ayer. Por todo ello, me uno a las palabras de Marco Rubio: “Dios protegió al ex presidente Trump”.

7/14/24

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nación

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Trump podría ser el primer presidente preso.

Todas las encuestas de opinión pública daban como ganador a Donald Trump en las elecciones generales que tendrán lugar el próximo mes de noviembre. Joe Biden era víctima de su política equivocada—en muchos casos mal intencionado—sobre todo en lo relativo a fronteras abiertas a cuanto vagabundo buscaba una nación adonde vivir sin trabajar. Confrontado con esa desventaja Joe dio un salto al vacío y aceptó la invitación de Donald Trump a un debate televisado. Esta decisión resultó ser su suicidio político.

Dicha decisión equivale a lo que en futbol americano se conoce como el pase de “Hail Mary”, también conocida como “el milagro de Miami.” El mismo es un juego de futbol americano que tuvo lugar el 23 de noviembre de 1984 entre las Águilas del Boston College y los Huracanes de Miami. Dicho juego fue calificado por el escritor deportivo de Fox News, Kevin Hench, como el acontecimiento de mayor importancia en la historia de los deportes.

El debate entre Trump y Biden fue tal desastre para Biden que hasta ese bastión tradicional de la izquierda que es The New York Times le pidió que renunciara a su aspiración presidencial. Incluso los propios demócratas comenzaron una vertiginosa carrera para buscarle un sustituto a Biden en la candidatura del partido.

Pero el lector y yo sabemos que contrario al texto del consabido refrán “del dicho al hecho no hay más que un  paso” la realidad es que en muchos casos “del dicho al hecho hay más de un paso”. Porque no hay nada más terco que la vanidad de un loco. Sobre todo en el caso de Biden, quién ya sea por vanidad o por demencia, o por ambas, no se da cuenta de que está loco. Por lo que a este sujeto habrá que sacarlo de la candidatura demócrata a las malas.

Ahí es donde entra en juego la élite del partido, entre ellos Barak Obama, Hillary Clinton  y Nancy Pelosi. La bronca será, como decía mi amigo Francisco Cortina, para “alquilar balcones”, pero yo vaticino que ganará la élite del partido. Porque los partidos son la voluntad conjunta de muchas personas.

La excepción ha sido Donald Trump porque nadie tiene el carisma ni la energía para sustituirlo. Si alguien tiene dudas que se lo pregunte a los exiliados George W. Bush, Dick Cheney o Mitt Romney. Esta gente es tan arrogantes y resentidas que prefieren retratarse con Obama antes que con Trump.

Por otra parte, se barajan varios nombres para sustituir a Biden en la candidatura demócrata. Los que parecen tener mayor probabilidad de ser seleccionados son: los gobernadores Gavin Newsome, de California y Gov. JB Pritzker, Illinois, así como la sempiterna aspirante presidencial Hillary Clinton. También se menciona con mucho interés y mayores probabilidades de derrotar a Trump a la ex Primera Dama Michelle Obama.

Yo vaticino que—a pesar de sus altas probabilidades de ganar—Michelle no aspirará porque esta mujer está acostumbrada a los elogios y no a la crítica. Una cosa es ser Primera Dama y otra muy distinta ser candidata en un proceso electoral. De hecho, estemos seguros de que Trump la sometería a su artillería verbal y la bautizaría con alguno de sus punzantes adjetivos. Una frase que la retrata fue la que pronunció cuándo el marido fue elegido presidente: “Por primera vez me siento orgullosa de mi país.” Con la notoriedad le vino el patriotismo y el dinero que le abrió las puertas a la alta sociedad.

Nos queda ahora el hostigamiento del poder judicial utilizado como arma para obstruir la aspiración política de Donald Trump. Los jueces que lo juzgan por delitos que no ha cometido son todos militantes del Partido Demócrata. Es, por lo tanto, altamente probable que lo manden a la cárcel. Pero nada en la Constitución Americana estipula que un preso no  pueda ser elegido presidente. Trump podría ser el primer presidente preso. Ahora bien, Trump puede perdonarse a sí mismo y mudarse a la Casa Blanca. Y misión cumplida.

Mientras tanto, vivimos días de hostigamiento, de odio y de trampas en que el comunista Barack Obama—amigo de Raúl Castro y alumno de la “gatica de María Ramos”—proyecta su sombra tenebrosa sobre todo lo malo que ocurre en los Estados Unidos. Maldita la hora en que resultó electo. Su antídoto se llama a Donald Trump. Mientras tanto, nosotros tenemos que dormir siempre con un ojo abierto.

7-1-24

 

 

 

 

Por Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nación

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Llevamos una herida de 65 años de fusilamientos, cárceles, exilio y persecuciones que nos hacen imposible la objetividad.

La creciente popularidad de Donald Trump y la debilidad electoral de Joe Biden—confirmada en las encuestas—tiene desesperada a la izquierda política. En el 2020 la izquierda ganó con trampas y ahora se preparan para tratar de hacer lo mismo porque saben que legalmente jamás ganarían. Pero esta vez Donald Trump y sus fieles y multitudinarios seguidores de MACA se han preparado para enfrentarse al fraude. Se les aplica el refrán español de “guerra avisada no mata soldados.”

Una muestra de la desesperación de la izquierda es la valla desplegada en tamaño gigantesco y el llamativo color rojo situada cerca de la avenida 67 del noroeste, en la jurisdicción de la ciudad de Miami Lakes, condado de Miami-Dade, fácilmente visible por quienes transitan por la autopista Palmetto. Dicha valla despliega el texto: “No a los dictadores, no a Trump.” Pero alguna vez se ha preguntado el lector cuantas vallas similares hay en los Estados Unidos. Una encuesta realizada en 2021, arrojó el resultado de 350,000 pantallas exteriores de gran formato en todo el país.

CUANTO PUEDE COSTAR ESTA VALLA Y QUIEN PAGO POR ELLA.

En el caso de la publicidad que compara a Donald Trump con Fidel Castro, se trata de una valla estática (tradicional), cuyo costo puede oscilar entre $3.000 y $10.000 dólares por mes, dependiendo de la visibilidad y el tráfico del área específica. La valla fue pagada por el Mad Dog PAC—un comité de acción política (PAC, por sus siglas en inglés)—que se fundó con el objetivo de oponerse a la agenda política del entonces presidente Donald Trump y sus aliados. Fundado por Claude Taylor, el Mad Dog PAC se ha destacado por su enfoque en realizar campañas publicitarias agresivas y creativas contra figuras políticas conservadoras.

DICE TAYLOR QUE HABRA MAS VALLAS

Desde enero, se han instalado entre 15 y 20 nuevas vallas publicitarias en Florida y varias más en 8 estados clave, pero este cartel cerca del Palmetto es el primero en español y en el sur de Florida. Ahora bien, el cartel junto al Palmetto no es el único controvertido. Taylor dice que el PAC está instalando vallas publicitarias todos los días en Florida, Nevada, Arizona, Georgia, Carolina del Norte y en lo que él llama “los tres grandes”: Pensilvania, Wisconsin y Michigan. A pesar de las fuertes reacciones, algunos ciudadanos reconocen que este tipo de publicidad es parte del ejercicio democrático. "Está mal pero es la democracia, por eso es que lo pueden hacer, y a mí me da hasta gracia," comentó un residente con un tono más relajado.

Por mi parte, estoy seguro de que a muchos cubanos—de los que yo formo parte—les moleste. Llevamos una herida de 65 años de fusilamientos, cárceles, exilio y persecuciones que nos hacen imposible la objetividad. Es altamente probable que esa objetividad la recuperemos cuando Cuba sea libre de los malvados que se la robaron aquel fatídico primero de enero de 1959.

NINOSCA PEREZ CASTELLON

Una cubana de pura cepa—mi amiga la periodista Ninosca Pérez Castellón—comparte mi forma de sentir y pensar. Preguntada sobre el contenido de la ignominiosa valla Ninosca contestó: “El contenido de esta valla es un insulto a la comunidad cubana. La mejor respuesta del exilio cubano a la ofensa de la valla es votar en las próximas elecciones locales y presidenciales de noviembre. La participación cívica se ve como la mejor manera de responder a la provocación y honrar a las víctimas del régimen de Castro, subrayando que la comunidad cubana tiene una memoria profunda y activa”.

EL DEBER DE TODOS

Fidel Castro vivió lo suficiente como para ser testigo del fracaso de su revolución y objeto del rotundo rechazo de un pueblo esclavizado. En la muerte, el infierno se le ha puesto más caliente porque murió sin cumplir sus falsas promesas y sin ver realizadas sus alucinaciones. Lo que nos queda a quienes lleguemos con vida a la liberación de la patria es la generosidad de reconstruir –para todos los cubanos—una nación como la soñó nuestro Apóstol José Martí: “Con todos y para el bien de todos.”

6-25-24

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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