Por George Chaya
Infobae
El mundo árabe conocido hasta 1979 probablemente nunca más será el mismo. Para los observadores internacionales, el mapa regional actual está comprometido peligrosamente ante el avance de la radicalización islamista.
Para la administración estadounidense saliente, Oriente Medio presentara en 2021 una serie de crisis profundas en materia política cuya resolución puede resultar más compleja que las consecuencias de la pandemia derivada por el covid-19 en la región.
En consonancia con esa posición es que fuentes cercanas a la oficina de la secretaría de Estado de la actual administración han comentado de forma reservada la consulta de Infobae y mostraron su preocupación por la forma en que los gobiernos regionales enfoquen el nuevo mapa geopolítico regional, la cual será determinante para superar el actual escenario de conflicto que se extiende desde Teherán hasta el mar Mediterráneo, incluyendo a Irak, Siria, Yemen, Líbano y que impactaría también de forma directa en otros gobiernos regionales.
Según analistas en Washington, el mundo árabe conocido hasta 1979 probablemente nunca más será el mismo. El actual status quo difícilmente revierta hacia el viejo orden si no se aplican políticas innovadoras. Para los observadores internacionales, el mapa regional actual está comprometido peligrosamente ante el avance de la radicalización islamista.
La Unión Europea (UE) acompaña la visión de Washington. El 28 de diciembre pasado la oficina de Seguridad continental de la UE hizo público un documento en el que indica que el peor escenario para la región es el de este tiempo de transición hacia el nuevo mapa politico árabe-islámico en virtud de que se transita un tiempo provisorio en el que energías reformistas tratan de ganar espacios ante regímenes pétreos como el de Siria o Irán. Sobre el punto, el presidente Emmanuel Macron fue categórico en su declaración de finales de noviembre sobre el islamismo y la nueva política de seguridad de Francia.
El anuncio de Macron fue respondido con vehemencia por Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco considera la nueva política francesa en materia de seguridad nacional como una persecusion a los musulmanes y una ofensa al islam. Erdogan también respondió implementando una serie de medidas concretas en materia de comercio con Paris. Así, ordenó prohibir el ingreso de productos franceses al mercado turco, pero más allá de las duras medidas de su respuesta, definió la posición turca como la de “un estado en revolución permanente contra ese tipo de afrenta hacia los musulmanes”.
Al mismo tiempo, Angela Merkel, sorprendió a varios cancilleres europeos al referirse al tema, la dirigente alemana declaró que en el pasado reciente Europa expresó mensajes equivocados que incluso parecieron apoyar a organizaciones yihadistas en Siria, Egipto y Libia y eso debía ser corregido ya que los grupos radicales vieron las posiciones europeas como una oportunidad para introducir elementos terroristas en Europa. Para Merkel, tanto Alemania como toda Europa deben ser contundentes al momento de expresar que no permitirán ni apoyaran a grupos radicales o regímenes dictatoriales que busquen alterar la agenda de la UE o la paz de sus sociedades.
Angela Merkel y ahora también Emmanue Macron están refiriéndose al ejemplo de lo actuado por las fuerzas represivas de Assad indicando que esas conductas no pueden ser admitidas porque generaron el mayor drama humanitario del mundo árabe y es también la causa de la migración descontrolada hacia Europa Occidental que, todavía hoy, presenta graves problemas en el ingreso de elementos potencialmente peligrosos para la seguridad europea. Europa ha demostrado estos años ser sensible desde lo humanitario, pero no será débil en la seguridad de sus fronteras, declaró Merkel,
Ante los hechos recientes de terrorismo en suelo francés, Macron expresó que el riesgo de que yihadistas y elementos residuales del Estado islamico (ISIS por sus siglas en inglés) estén planificando reagruparse no es solamente alto; sino que es lo que está sucediendo y es similar a lo que ocurrió durante el apogeo del ISIS y sus ataques masivos en territorio europeo.
Para las agencias de seguridad francesas, los islamistas tienen presencia activa en varias ciudades donde se adoctrina y radicaliza a jóvenes utilizando más de media docena de mezquitas que Francia decidió clausurar, al tiempo que ordenó el arresto y expulsión de de unos quince clérigos musulmanes de su territorio.
El ministerio del interior francés dio a conocer un comunicado reciente en el que explica la decisión del gobierno en materia de clausuras y expulsiones e informó el modo de operar de esas organizaciones que utilizan la fachada de templos religiosos y centros de caridad diciendo que no están interesados en tener relaciones con el ISIS o con la República Islámica de Irán pero que mintieron, ya que su finalidad es ganar tiempo para fortalecerse e imponer sus agendas yihadistas.
Los islamistas han sabido manejar muy bien los cambios y transiciones de los gobiernos europeos durante el último decenio, Washington conoce eso y se prepara para neutralizar cualquier estrategia de esos grupos ante el próximo relevo en el salón Oval, cuando la nueva administración demócrata de Biden-Harris se haga cargo del gobierno en los EE.UU.
En materia de política exterior, la preocupación de la administración saliente del presidente Trump se centra en lo que pasará con Teherán en los asuntos relacionados al dossier nuclear iraní. Lo que Trump no quiere oír de ninguno de sus asesores es que Biden volverá al tratado nuclear firmado por Obama en su tiempo. Aunque es evidente que más allá de modificaciones y algunos cambios, existen altas probabilidades de que eso suceda.
Las agencias de seguridad occidentales saben que los islamistas no necesitan de mucha logística ni demasiado dinero para crear el caos, hacerse fuertes y marcar su presencia activa. Los terroristas pueden actuar ahora mismo si quisieran a través de elementos que podrían activar en cualquier capital occidental. Sin embargo, para los estadounidenses, el aspecto más peligroso del terror yihadista en Occidente es igual a la permanencia de tropas iraníes en suelo sirio, especialmente en la zona de las Alturas del Golán, donde una guerra puede estallar y extenderse a la región por cualquier error de cálculo, con lo cuál todo seria más caótico en la medida en que se retrase la salida iraní de Siria.
La victoria a largo plazo sobre ISIS y otros grupos islamistas deberá focalizarse en la desradicalización ideológica de ultramar y no podrá ser sólo policial-militar como bien señaló el presidente Macron en su discurso de diciembre pasado. Tampoco será posible vencer al islamismo radical como Europa intentó hacerlo en el pasado al creer que apoyándose en dictaduras y regímenes teocráticos era la forma adecuada de combatirlo. Cuando eso ocurrió, Bruselas y en cierta medida Washington, perdieron de vista que sólo las contrarrevoluciones seculares pueden modificar la ecuación doctrinaria del integrismo y tener éxito en desalojar a los regímenes que desestabilizan no sólo la región sino también al mundo. Este aspecto pareciera haber quedado claro cuando Macron declaró: “La nueva etapa será más larga y desordenada de lo que muchos esperan, pero trabajaremos para alcanzar los objetivos”. “Lo que teníamos allá eran gobiernos totalitarios, sin democracia, pero sin yihadismo. Ahora es distinto, por lo que avanzaremos hacia cambios políticos profundos y corregiremos eso”.
Sin embargo, regímenes como el del dictador sirio Bachar al Assad no quieren que esos cambios se produzcan. Las dictaduras laicas, al igual que las teocráticas, se valen del actual statu-quo para sostenerse y crecer. Hoy, Europa parece haber comprendido que su primera línea defensiva en materia de seguridad continental es que el ISIS, el Talibán, Al-Qaeda, Boko Haram o los Khomeinistas iraníes no avancen sobre los países árabes que se inclinen por la secularidad y la democracia.
En consecuencia, la forma en que Occidente salga adelante va a impactar definitivamente en el mundo árabe-islámico. Es posiblemente que se transiten tiempos de turbulencias que serán más o menos gravitantes según sea la forma en que Europa y EE.UU. apliquen sus políticas de corto plazo con las organizaciones terroristas regionales y los gobiernos que les brindan cobijo para desarrollar sus actividades. Sin embargo, el mundo árabe-islámico conocido ya no será el mismo. Es imposible que haya vuelta atrás al anterior statu quo.
No obstante, y aunque todavía no se divisa el nuevo escenario regional, el actual es un proceso de transición donde muchas cosas deben seguir su curso, un ejemplo de ello es la lucha del estado de Israel contra el terrorismo, lo que configura una circunstancia imposible de evitar y que debe ser entendida en el marco dinámico de transformación constante del terror islamista hacia nuevas formas que incluyen aspectos de oportunidad y beneficio que no fueron interpretadas en su complejidad por Bruselas y Washington en el pasado reciente.