OPINION

CULTURA

LA SEMANA

VIDA

FRASES FAMOSAS:  

“Sabe que yo estaré contigo siempre; si, hasta el final de los tiempos” Jesucristo

  

 

 

 

 

Alfredo Cepero

 

A mi hijo Alfredito, tres meses antes del encuentro.

 

Acércate, hijo mío, hasta mi pluma,

para que pueda definir el sentimiento

que nace, se agiganta y me estremece

hasta la última célula del pecho.

Con ese nombre múltiple y genérico

he de llamarte hasta que nos encontremos.

Mejor dicho, hasta siempre,

porque el nombre es para los ajenos.

Para los padres, decir “mi hijo” es decirlo todo,

tener motivos para el desvelo,

sentir morirnos cuando se aleja

y si regresa, vivir de nuevo.

 

Deja que to ofrezca, aún antes que llegues,

este pequeño paquete de consejos.

Los mismos que he de repetirte en el camino

de ese escalar cumbres que es vivir derecho,

y que muchas veces responderás con un:

“No mortifiques viejo”.

 

Ten firme el puño para el combate,

alta la frente si en la derrota,

bien ancho el pecho, para que sepas

andar sereno por la victoria.

A tus amigos todo, a tu enemigo nada,

y, para ambos, ¡La justicia como roca!

con la que puedas limarte las pasiones

y sentarte a la puerta de la aurora.

 

Con las mujeres,

antes que hombre has de ser un caballero.

No temas a su encanto ni a sus mañas,

rnas bien a ti debes tenerte miedo

Ellas son condimento de la vida,

estaciones que refrescan el sendero,

pero nunca tomes ni prometas

lo que no pueda romper un “hasta luego”.

Y cuando tus ojos quenados de horizontes

sientan la nostalgia de los puertos,

eterniza el mensaje de tu padre

en el ancla amorosa de mi nieto.

 

Y con tu madre,

nunca te muestres avergonzado

si alguna vez ante tus amigos,

o ante la novia que ya has besado,

ella te dice: “Bésame niño”.

No seas avaro

ni lleves cuenta de tu cariño,

que tu eres de ella

desde la planta para el camino

hasta los dientes con que sonríes

a la muchacha que te hizo un guiño.

 

Ahora, mi hijo,

debo decirte algo de la patria.

Pero, ¿qué digo?,

si la que tuve me la robaron una mañana,

o una noche, o un día claro,

y hasta en una madrugada.

Ya fue de tantos

y por todos tan maltratada,

que le han cambiado

desde la forma hasta la palabra.

Y, de mi mismo, ¿qué he de decirte?,

si soy un padre que te da cama,

te da comida y te da pañales,

pero que vivo con la vergüenza

de que no tengas hoy una patria.

 

Con los consejos, va esta promesa,

hecha con hierro de mi cariño:

La Cuba mía y la patria tuya,

luz y milagro, sueño y martirio,

será una página

donde escribamos nuevos destinos,

será un aliado para la lucha,

para la hazaña será testigo,

lecho amoroso para el descanso

o patria grande para ti, hijo.

Rubén Darío, Nicaragua

El poeta nicaragüense fue uno de los grandes impulsores del modernismo en la lengua española. Uno de los poetas más influyentes del pasado siglo XX.

 

Dejad que siga y bogue la galera

bajo la tempestad, sobre las olas:

va con rumbo a una Atlántida española,

en donde el porvenir calla y espera.

 

No se apague el rencor ni el odio muera

ante el pendón que el bárbaro enarbola:

si un día la justicia estuvo sola,

lo sentirá la humanidad entera.

 

Y bogue entre las olas espumeantes,

y bogue la galera que ya ha visto

cómo son las tormentas de inconstantes.

 

Que la raza está en pie y el brazo listo,

que va en el barco el capitán Cervantes,

y arriba flota el pabellón de Cristo.

Luis Palés Matos, Puerto Rico

 

Calabó y bambú.

Bambú y calabó.

El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.

La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.

Es el sol de hierro que arde en Tombuctú.

Es la danza negra de Fernando Poo.

El cerdo en el fango gruñe: pru-pru-prú.

El sapo en la charca sueña: cro-cro-cró.

Calabó y bambú.

Bambú y calabó.

 

Rompen los junjunes en furiosa u.

Los gongos trepidan con profunda o.

Es la raza negra que ondulando va

en el ritmo gordo del mariyandá.

Llegan los botucos a la fiesta ya.

Danza que te danza la negra se da.

 

Calabó y bambú.

Bambú y calabó.

El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.

La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.

 

Pasan tierras rojas, islas de betún:

Haití, Martinica, Congo, Camerún;

las papiamentosas antillas del ron

y las patualesas islas del volcán,

que en el grave son

del canto se dan.

 

Calabó y bambú.

Bambú y calabó.

Es el sol de hierro que arde en Tombuctú.

Es la danza negra de Fernando Poo.

El alma africana que vibrando está

en el ritmo gordo del mariyandá.

 

Calabó y bambú.

Bambú y calabó.

El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.

La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.

 

Andres Eloy Blanco, Venezuela

 

He renunciado a ti. No era posible

Fueron vapores de la fantasía;

son ficciones que a veces dan a lo inaccesible

una proximidad de lejanía.

 

Yo me quedé mirando

cómo el río se iba poniendo encinta de la estrella...

 hundí mis manos locas hacia ella

y supe que la estrella estaba arriba...

 

He renunciado a ti, serenamente,

como renuncia a Dios el delincuente;

he renunciado a ti

como el mendigo que no se deja ver del viejo amigo;

 

Como el que ve partir grandes navíos

como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;

como el perro que apaga sus amorosos brios

cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

 

Como el marino que renuncia al puerto

 y el buque errante que renuncia al faro

 y como el ciego junto al libro abierto

y el niño pobre ante el juguete caro.

 

He renunciado a ti,

como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;

 como esos granujillas otoñales, con los ojos estáticos y las manos vacías,

que empañan su renuncia, soplando los cristales

en los escaparates de las confiterías...

 

He renunciado a ti, y a cada instante

renunciamos un poco de lo que antes quisimos

 y al final, !cuantas veces el anhelo menguante

pide un pedazo de lo que antes fuimos!

 

 

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.

Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;

desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.

La renuncia es el viaje de regreso del sueño...

EL MUNDO

EL TIEMPO