Por: Lcdo. Sergio Ramos

San Juan, Puerto Rico

 

El desarrollo de las comunicaciones en los últimos años ha permitido y ampliado a nivel mundial el acceso de la información haciéndole cada vez más difícil al régimen castrista mantener el monopolio y control de la información y en consecuencia disminuyendo su capacidad para poder engañar al pueblo.

Tal realidad representa una espada de Damocles sobre la cabeza de los opresores. En consecuencia, la dictadura castrista acaba de promulgar una ley con el propósito de “regular” toda comunicación social en el país según lo establece en su artículo 1:

“Artículo 1. La presente Ley tiene como objeto: a) Regular el Sistema de Comunicación Social para la gestión estratégica e integrada de los procesos de comunicación social en los ámbitos organizacional, mediático y comunitario, con fines políticos, de bien público, organizacionales y comerciales, tanto en los espacios públicos físicos como en los digitales; y b) establecer los principios de organización y funcionamiento para todos los medios de comunicación social en el país”.

Con esta ley, la dictadura castrista pretende cercenar toda libre comunicación entre los ciudadanos con el propósito de apuntalar el monopolio de las comunicaciones que posee el estado totalitario, y así poder continuar con sus engaños y desinformaciones al pueblo sin recibir críticas y desmentidos.

En otras palabras, dicha ley tiene el propósito de controlar y censurar todo tipo de comunicación pública, ya sea de la oficialista del gobierno o de personas particulares con el objetivo de que solo pueda difundirse en el país las ideas oficialistas del castro comunismo como establece el Artículo 5.1 al disponer que: “Artículo 5.1. El Sistema de Comunicación Social actúa conforme al Estado socialista de derecho y de justicia social, democrático, independiente y soberano, expresión del pensamiento y el ejemplo de Martí y Fidel y las ideas de emancipación social de Marx, Engels y Lenin”.

O sea, que de por sí, esta ley coarta y censura toda expresión del pensamiento que esté fuera del marco de las ideas anti-democráticas de la dictadura castro-comunista y de las mentiras y herejías conque el régimen distorsiona, adultera y censura el verdadero pensamiento del Apóstol José Martí.

La ley constituye una flagrante violación del Derecho Humano a la libertad de expresión al estar en franca contradicción a los establecido en el Artículo 19 de la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que claramente establece que:

Artículo 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” 

Por si fuera poco, la llamada Ley de Comunicación Social crea un organismo para el control, la censura y la persecución de las opiniones discrepantes del pensamiento oficialista, provengan estas de fuentes públicas como privadas. El Artículo 99 establece “El Instituto de Información y Comunicación Social se encarga de la regulación de los procesos de comunicación social en el país, y de la evaluación y control de su implementación en todas las instancias”.

Esta ley de censura y coacción del derecho humano a la libertad de expresión, creada con el fin acallar al pueblo, tiene su origen en el miedo que los opresores le tienen al pueblo; porque saben que los cubanos están cansados de los abusos, atropellos e injusticias a que a diario son sometidos por el régimen castrista. Las protestas masivas del 11 de julio de 2021, fueron una muestra clara de la indignación del pueblo ante el abuso de sus opresores. Por eso en el fondo, la llamada Ley de Comunicación Social no es más que un reflejo del pánico que los opresores le tienen al pueblo cubano, y la posibilidad latente de una rebelión popular masiva en el país.

Los tiranos afianzan su ilegítimo poder en la violencia y la mentira para reprimir y silenciar la rebeldía del pueblo al cual oprimen; en ello radica su sinrazón. Pero al fin de cuentas, más tarde o más temprano, los pueblos se sacuden del yugo opresor. Cuba no será una excepción.