Por Daniel B. Kaplan, PhD, LICSW,

Adelphi University School of Social Work

 

El abuso a las personas mayores se da cuando una persona causa daño o amenaza con causar daño a una persona mayor.

Las personas mayores pueden ser objeto de abusos por comportamientos o palabras perjudiciales hacia ellas, o si se les priva de aspectos necesarios. Por lo general, con el tiempo el abuso resulta más frecuente y más intenso. Las personas mayores maltratadas sufren lesiones, mala salud física, daño psicológico, hospitalización repetida, pérdidas económicas y muerte prematura más a menudo que las personas mayores no maltratadas.

Cada año miles de personas de edad avanzada sufren abusos o negligencia en Estados Unidos. El responsable del abuso suele ser un miembro de la familia, generalmente un hijo adulto que cuida de la persona mayor. A veces, los cuidadores profesionales, como los cuidadores a domicilio o los empleados de residencias y otras instituciones, abusan de las personas mayores.

En todo el mundo, hasta 1 de cada 6 personas que viven en la comunidad y que son mayores de 60 años sufren maltrato. Alrededor del 12% de estas personas experimentan varios tipos diferentes de maltrato.

Los informes de maltrato a personas de edad avanzada aumentaron durante la pandemia de la COVID-19, posiblemente a causa de una mayor vulnerabilidad de las víctimas y al mayor estrés o al aumento de los factores desencadenantes que afectan a los maltratadores a causa del aislamiento social, las dificultades económicas y la mala salud mental. Además, las tasas de maltrato físico y emocional fueron significativamente más altas, y las víctimas eran más propensas a sufrir varias formas de maltrato.

A menudo, los cuidadores se sienten abrumados por las demandas del cuidado, tienen una preparación inadecuada o pocos recursos, o no saben lo que se espera de ellos. También es posible que se sientan cada vez más aislados socialmente, lo que en ocasiones incrementa su resentimiento y aumenta las probabilidades de abuso. Muchos cuidadores no pretenden abusar de la persona, y otros ni siquiera saben que lo están haciendo.

Los tipos más comunes de abuso a personas mayores incluyen el abuso físico, el abuso sexual, el abuso psicológico, la negligencia y el abuso financiero. A menudo se combinan muchas formas de maltrato.

El maltrato físico es el uso de la fuerza para hacer daño, o bien la amenaza de hacerlo. Ejemplos de maltrato físico son los golpes, los empujones, las sacudidas, las palizas, las prohibiciones y la alimentación forzada. Las lesiones inexplicables o las heridas sin tratamiento adecuado, las quemaduras por fricción, las marcas de ataduras, las gafas rotas, los arañazos, los cortes y las contusiones son posibles indicios de abuso físico. Un cuidador que se resiste a dejar sola a la persona a la que cuida con los visitantes o con los profesionales de la salud puede ser sospechoso de abuso físico.

El abuso sexual es el contacto sexual sin consentimiento, la amenaza de tal contacto o el contacto por la fuerza. Ejemplos de ello son el tocamiento de las partes íntimas y la violación. Contusiones alrededor de los senos o de las zonas genitales o hemorragias inexplicables de la vagina o del ano pueden indicar abuso sexual. Sin embargo, el abuso sexual no siempre comporta lesiones físicas.

El maltrato psicológico es el uso de palabras o acciones para causar estrés emocional o angustia. Puede incluir

Amenazas, insultos y órdenes bruscas

Ignorar a la persona (por ejemplo, no hablándole durante mucho tiempo o no respondiéndole cuando hace preguntas)

Tratar a la persona mayor como a un niño (infantilización), a veces con el objetivo de hacerla dependiente del agresor

Las víctimas de malos tratos psicológicos pueden volverse pasivas y retraídas, ansiosas o deprimidas.

Se considera abandono, descuido o negligencia el hecho de no proporcionar a la persona alimentos y fármacos o lo necesario para atender a su higiene personal o a otras necesidades. Algunas personas mayores se descuidan a sí mismas (autoabandono). Otras son descuidadas por sus cuidadores. Las necesidades pueden ser deliberadamente negadas, u olvidadas o pasadas por alto por cuidadores irresponsables o desatentos. Los signos de desatención incluyen

Pérdida de peso como consecuencia de la desnutrición

Piel y boca secas a causa de la deshidratación

Mal olor como consecuencia de una higiene inadecuada

Úlceras por presión en los glúteos o en los talones debidas a que se deja a la persona sentada o tumbada en la misma posición durante demasiado tiempo

Falta de dispositivos de ayuda necesarios, como gafas, audífonos o prótesis dentales

Faltar a la cita programada con el médico o dejar de recibir atención cuando los trastornos están empeorando claramente

Algunos cuidadores no son conscientes de que su trato a la persona mayor ha cruzado la línea entre no ser idóneo y ser negligente. Estos cuidadores pueden carecer de la noción de lo que constituye una atención adecuada y apropiada, o pueden tener concepciones muy diferentes acerca de qué conductas son o no aceptables. A veces la negligencia es el resultado de circunstancias apremiantes, como dificultades económicas, a pesar de las mejores intenciones del cuidador. En ocasiones, los cuidadores voluntariosos no son capaces de dar el cuidado necesario por sus propias limitaciones físicas o por discapacidad mental. Por ejemplo, los cuidadores pueden no ser capaces de bañar a la persona mayor o no recordar que tienen que administrarle un medicamento.

El abuso económico es la explotación de los bienes o los fondos de una persona. Comprende

Estafa

Presionar a una persona mayor para distribuir sus bienes

Manejar el dinero de una persona mayor de manera irresponsable

Los cuidadores pueden gastar la mayor parte de los ingresos de la persona mayor en ellos mismos y darle solo una mínima cantidad.

Restringir la libertad de la persona mayor para tomar decisiones importantes sobre su vida, como con quién relacionarse y cómo gastar el dinero, se considera en ocasiones otra forma de abuso.

Factores de riesgo para el maltrato a personas mayores

Cualquier persona de edad avanzada, independientemente de su estado de salud, puede sufrir abusos. Sin embargo, la probabilidad de abuso aumenta si las personas mayores

Son físicamente débiles, a menudo por trastornos crónicos incapacitantes

Tienen problemas para realizar las tareas diarias

Tienen dificultad para comunicarse

Se encuentran aisladas socialmente

Sufren demencia, confusión u otra forma de discapacidad mental

La probabilidad de que aparezcan abusos también es más elevada si quienes los perpetran

Son económicamente dependientes de la persona mayor o viven con ella

Abusan del alcohol o las drogas

Padecen un trastorno psiquiátrico como la esquizofrenia

Han sido violentos anteriormente

Sufren estrés, por ejemplo por problemas económicos o por la muerte de un familiar

Presentan falta de habilidades y recursos, lo que provoca que el cuidado del mayor sea frustrante

Tienen un trastorno (como una demencia) que les hace estar agitados o violentos (incluso aunque en el pasado fueran pacíficos)

Cuándo sospechar maltrato a personas mayores

A menudo, los médicos, enfermeras, trabajadores sociales, amigos y miembros de la familia no reconocen los signos de abuso. Los signos pueden ser difíciles de distinguir de otros problemas. Por ejemplo, si una persona mayor tiene una fractura de cadera, los profesionales de la salud quizá sean incapaces de distinguir si la causa es un abuso físico o bien osteoporosis, una caída, o estas dos últimas (que son causas mucho más frecuentes). Además, si la persona mayor está confusa, puede que no la tomen en serio cuando denuncie los malos tratos, por lo que el abuso pasa desapercibido.

Cuando las personas mayores tienen ciertos problemas o hacen ciertos cambios, los familiares y amigos, así como los profesionales de la salud, deben ser conscientes de que la causa de éstos puede ser el abuso. Estos problemas son los siguientes:

Falta de higiene o un olor desagradable

Úlceras por presión

Pérdida de peso y sequedad de boca

Falta de gafas, audífonos o prótesis dentales

Moretones múltiples, moretones en lugares donde no suelen producirse por accidente (como las nalgas) o moretones con la forma de ciertos objetos (como un utensilio, palo o cinturón)

Marcas de cuerda

Fracturas óseas

Rasguños y cortes

Ansiedad, depresión o abandono y pasividad

Cambios financieros súbitos (como cambios en el testamento, pérdida de dinero u otros activos o adición de otros titulares a la tarjeta bancaria de la persona mayor)