Por Marcelo Duclos

 

Desde la irrupción del kirchnerismo en 2003, la sociedad argentina está partida. La copa mundial de Catar 2022 dejó todo de lado y el país vive un momento excepcional de unidad y fraternidad colectiva bajo los colores de la camiseta.

Aunque las divisiones políticas en los últimos años han generado rupturas de parejas, familiares e incluso dividido grupos de amigos, el kirchnerismo-antikirchnerismo no fue la primera antinomia nacional. Incluso en el ámbito futbolístico, la enemistad entre el clásico Boca y River es para muchos analistas deportivos la rivalidad más grande del mundo. Hasta con respecto al seleccionado nacional, los partidarios de Bilardo y los de Menotti mantuvieron una guerra sin cuartel por años. Los que vivieron esa época, coinciden que el «bilardismo» y el «menottismo» eran lisa y llanamente «ideologías», que estaban por encima del amor por la celeste y blanca.

Por estas horas, el sentimiento que despertó el seleccionado de Lionel Scaloni ha sido toda una excepción para la histórica virulencia local. En las últimas semanas, una Argentina sin grieta ha irrumpido de forma sorpresiva y espontánea. ¿Durará?

Dejando de lado raras excepciones, como el histórico mundial de Italia 90, los hinchas de River y de Boca reconocieron siempre mayoritariamente que primero estaba el club de sus amores y luego la camiseta de la selección. Incluso la simpatía por la albiceleste, para cada sector, siempre se midió por la cantidad de jugadores surgidos de la cantera o de algún momento en uno u otro equipo. Pero, con el plantel que disputará la final contra Francia en Doha, parece que lo único que hay son “momentos Bover”. Es decir, la insólita armonía total entre los dos archirrivales.

Con respecto a la grieta política, la de los “K” y los “antiK”, todo parece haber pasado a un segundo plano desde aquel fatídico partido con Arabia Saudita en la apertura del certamen. Salvo Cristina Fernández de Kirchner, que no menciona absolutamente nada del campeonato de fútbol, toda la clase política ha decidido mostrarse como unos fanáticos más. El sentimiento de unión nacional, que se respira por la calle en cada rincón del país, ha postergado el enfrentamiento político más intenso de las últimas décadas.

¿Terminará el lunes con un nuevo campeonato o alguna otra desilusión? Si Lionel Messi trae la copa, seguramente el fervor y el éxtasis se extienda hasta fin de año. Lo más probable es que 2023 traiga la normalidad otra vez, sobre todo porque se trata de un año electoral. Sin embargo, los que vivimos este período absolutamente excepcional recordaremos estos momentos como algo lindo. Que sea completo y con la tercera estrella en la camiseta.