Soeren Kern

La conquista talibán de Afganistán está a punto de generar una inaudita oleada migratoria de afganos hacia Europa, que se prepara para la llegada de lo que podrían ser cientos de miles, y posiblemente millones, de refugiados y migrantes de un país devastado por la guerra.

El ministro alemán del Interior, Horst Seehofer, estima que serán cinco millones los individuos que tratarán de llegar a Europa desde Afganistán. De materializarse esas cifras, la crisis migratoria de 2015, cuando más de un millón de personas procedentes de África, Asia y Oriente Medio llegaron al Viejo Continente, quedaría en poca cosa.

Desde 2015, en torno a 570.000 afganos –casi exclusivamente varones jóvenes– han solicitado asilo en la Unión Europea, según estimaciones de la propia UE. En 2020 Afganistán fue el país de procedencia del segundo mayor grupo de solicitantes de asilo en la UE (el primero fue Siria).

Los varones afganos, muchos de los cuales son especialmente difíciles de asimilar o integrar en la sociedad europea, son responsables de cientos –posiblemente miles– de asaltos sexuales contra mujeres y chicas europeas cometidos en los últimos años. La llegada al continente de millones de ellos augura considerables trastornos sociales.

Como suele suceder, los 27 Estados miembros de la UE se muestran divididos sobre cómo prepararse ante el inminente diluvio migratorio. Los dirigentes de algunos países dicen que tienen la obligación humana de aceptar grandes cantidades de afganos. Otros, en cambio, sostienen que ya es hora de que los países islámicos asuman la carga.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, brazo administrativo de la UE, afirma que la Unión tiene una "responsabilidad moral" para con quienes están huyendo del Talibán. Los dirigentes de varios de los Estados miembros de la UE no están de acuerdo.

En Austria, que en los últimos años ha acogido a 40.000 afganos (en Europa, sólo Alemania ha acogido más: 148.000), el canciller –Sebastian Kurz– ha jurado que su país no aceptará a ninguno más. En una entrevista con el canal Puls 24, Kurz afirmó que Austria ya ha hecho una "aportación desproporcionada":

Me opongo rotundamente a que acojamos a más gente. No sucederá mientras gobierne. Acoger a gente a la que no se puede integrar es un gran problema para el país.

En una declaración conjunta con su colega de Exteriores (Alexander Schallenberg), el ministro austriaco del Interior, Karl Nehammer, pidió que los afganos radicados ilegalmente en Austria sean deportados a países islámicos, toda vez que, según la legislación comunitaria, no pueden ser mandados de vuelta a Afganistán:

Si las deportaciones no son posibles por las restricciones que nos impone la Convención Europea de Derechos Humanos, hay que barajar alternativas. Los centros de deportación en la región en que se encuentra Afganistán podrían ser una opción. Esto requiere firmeza y apoyo de la Comisión Europea.

En una entrevista con la agencia APA, Nehammer insistió en que las deportaciones sean consideradas más una cuestión de seguridad que humanitaria:

Es muy sencillo abogar por una proscripción general de las deportaciones a Afganistán, mientras por otro lado se ignoran los previsibles movimientos migratorios. Quienes necesiten protección han de recibirla lo más cerca posible de su país de origen.

La prohibición general de las deportaciones es un factor que impulsa la migración ilegal y no hace sino alimentar el desconsiderado y cínico negocio de los contrabandistas y del crimen organizado.

Como ministro del Interior, soy responsable principalmente de la gente que vive en Austria. Por encima de todo, eso significa velar por la paz social y el estado del bienestar en el largo plazo.

Schallenberg añadió:

La crisis en Afganistán no se produce en el vacío. Tarde o temprano, el conflicto y la inestabilidad en la región se extenderán a Europa y, por tanto, a Austria.

En una encuesta publicada por Österreich 24, casi tres cuartas partes de los consultados apoyaron la línea dura del Gobierno en lo relacionado con la inmigración afgana. El sondeo relacionó esos datos con un crimen de gran repercusión registrado en Viena, en el que cuatro afganos drogaron y violaron a una niña de 13 años, a la que estrangularon y que murió luego de quedar inconsciente.

En Alemania, la migración desde Afganistán se ha convertido en un asunto de gran relevancia al calor de las elecciones federales del próximo 26 de septiembre. Paul Ziemiak, secretario general de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel, declaró que Alemania no debería adoptar la política de puertas abiertas que adoptó en 2015, cuando la canciller permitió la entrada en el país de más de un millón de migrantes procedentes de África, Asia y Oriente Medio. En una entrevista con n-tv, Ziemiak afirmó:

Para nosotros, está claro que lo de 2015 no debe repetirse. No vamos a resolver la cuestión afgana con la migración a Alemania.

El candidato a canciller de la CDU, Armin Laschet, calla ante la cuestión afgana, así como el de los socialdemócratas del SPD, Olaf Scholz. En cambio, la del partido verde, Annalena Baerbock, abogó por que Alemania acoja a más de 50.000 afganos. "Tenemos que asumirlo", dijo en una entrevista con la ARD.

Mientras, criminales afganos previamente deportados a su país, y entre los que hay violadores y traficantes, están regresando a Alemania en vuelos de evacuación. Tras su llegada, inmediatamente cursan una nueva solicitud de asilo. "No es un escenario completamente nuevo que llegue a Alemania gente previamente deportada", dijo un portavoz del Ministerio del Interior.

En Francia, el presidente Macron ha pedido una respuesta europea coordinada para impedir la migración masiva desde Afganistán:

La desestabilización de Afganistán probablemente incrementará el flujo de la migración irregular hacia Europa (...) Europa sola no podrá asumir las consecuencias de la situación actual. Debemos hacer planes y protegernos contra los vastos flujos de migración irregular, que ponen en peligro a quienes los integran y alimentan todo tipo de contrabandos.

Marine Le Pen, que está muy igualada con Macron en las encuestas sobre las presidenciales de abril del año que viene, sostiene que Francia debería decir 'no' a la migración masiva de refugiados afganos. En una petición que puede leerse en la web de su partido –"Afganistán: ¡NO a una nueva autopista migratoria!"– se dice:

Somos perfectamente conscientes de las tragedias humanas y la obvia angustia de algunos de los auténticos refugiados. Pero el derecho de asilo no puede seguir siendo lo que es ahora, el caballo de Troya de una inmigración masiva incontrolada e impuesta, del islamismo y en algunas ocasiones del terrorismo, como fue el caso de varios de los yihadistas implicados en los ataques del 13 de noviembre de 2015 [cuando una serie de ataques yihadistas coordinados provocaron en París más de 130 muertos y más de 400 heridos].

Los alcaldes de algunas grandes ciudades ya han expresado su intención de dar la bienvenida a los refugiados. A nuestro juicio, se trata de un riesgo obvio para sus conciudadanos.

A nosotros, lo que más nos importa es la protección de nuestros compatriotas.

Mientras, cinco afganos que fueron trasladados a Francia han sido puestos bajo vigilancia antiterrorista por sus presuntos lazos con el Talibán, según el Ministerio del Interior. Uno de ellos, que trabajó en la embajada de Francia en Kabul, admitió en un interrogatorio haber estado previamente a cargo de un puesto de control talibán. Otros 20 afganos trasladados a Francia están siendo investigados por petición fraudulenta de asilo.

En Grecia, el Gobierno, temeroso de una repetición de la crisis migratoria de 2015, ha erigido una valla de 40 kilómetros (25 millas) e instalado un nuevo sistema de vigilancia en su frontera con Turquía, a fin de detener a los afganos migrantes que tratan de alcanzar Europa. En los últimos años Grecia ha sido una de las puertas de acceso a Europa de migrantes procedentes de África, Asia y Oriente Medio.

El ministro de Orden Público, Michalis Chrisochoidis, manifestó:

No podemos esperar pasivamente al posible impacto. Nuestras fronteras permanecerán seguras e inviolables.

El ministro heleno de Migración y Asilo, Notis Mitarachi, declaró que la UE necesita enviar "el mensaje correcto" para evitar una nueva crisis migratoria, "que Europa no es capaz de soportar". Y enfatizó: "Nuestro país no será la puerta de acceso a Europa para los migrantes afganos ilegales".

En Italia, el primer ministro, Mario Draghi, pidió al grupo que reúne a las 20 mayores economías del mundo que celebre una cumbre para analizar la situación en Afganistán. El diario La Repubblica consignó:

Para Draghi, el G-20 tiene un valor estratégico: es un foro en el que se puede y se debe llegar a un acuerdo que vincule no sólo a las fuerzas de un Occidente que ha salido baqueteado de sus 20 años de misión en Afganistán, también y sobre todo a países como China Rusia, Arabia Saudí y Turquía, que tienen intereses e influencia en el sedicente Estado islámico.

En el Reino Unido, el primer ministro, Boris Johnson, en una declaración ante el Parlamento, anunció un plan para acoger a 20.000 migrantes afganos:

Hemos de lidiar con el mundo tal como es, aceptando lo que hemos logrado y lo que no (...)

No mandaremos a la gente de vuelta a Afganistán ni permitiremos que venga gente de Afganistán de manera indiscriminada.

Queremos ser generosos, pero debemos asegurarnos de velar por nuestra propia seguridad.

En Turquía, el Gobierno está levantando un muro de 295 kilómetros (180 millas) a lo largo de su frontera con Irán para impedir un nuevo flujo de migrantes afganos. El presidente Erdogan afirmó que es "inevitable" una nueva ola migratoria si Afganistán e Irán no aseguran sus fronteras. Y añadió que Turquía no será el "depósito de refugiados" para los afganos que huyen de su país:

Hemos de recordar a nuestros amigos europeos este hecho: Europa –que se ha convertido en polo de atracción para millones de personas– no puede quedarse al margen del problema de los refugiados afganos sellando sus fronteras para proteger la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos. Turquía no tiene el deber, la responsabilidad o la obligación de ser el depósito de refugiados de Europa.

Mientras, miles de migrantes afganos están llegando a países europeos como BélgicaCroaciaDinamarcaEstoniaFinlandiaHungríaIrlandaLituaniaLuxemburgoNoruegaPoloniaPortugalSerbia o Suecia.

AlbaniaMacedonia y Kosovo han convenido en acoger a cientos de afganos que trabajaban con las fuerzas occidentales de mantenimiento de la paz y ahora son amenazados por el Talibán.

España comunicó que acogería temporalmente a 4.000 afganos en dos bases militares utilizadas por EEUU.

Eslovenia, que ostenta en estos momentos la presidencia semestral rotatoria de la UE, aseguró que la Unión no permitirá una oleada de migración afgana. El primer ministro, Janez Janša, tuiteó:

La #UE no abrirá corredores 'humanitarios' o migratorios para #Afganistán. No permitiremos que se repita el error estratégico de 2015. Sólo ayudaremos a los individuos que nos ayudaron durante la misión de la #OTAN. Y a los miembros de la UE que protegen nuestra frontera exterior.

Entre tanto, decenas de migrantes afganos se encuentran atrapados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. Polonia y los Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania dicen que lo que está haciendo el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, enviar migrantes a través de las fronteras, es un acto de "guerra híbrida". Se está acusando a Lukashenko de buscar venganza por las sanciones que le impuso la UE por su controvertida reelección y su represión de la disidencia.

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, dijo que, aunque simpatiza con ellos, los migrantes afganos son un "instrumento en manos de Lukashenko" y que Polonia no sucumbirá a esa clase de "chantaje".

https://es.gatestoneinstitute.org/17713/europa-migrantes-afganos