*Dr Fernando Dominguez

 

El histórico 20 de enero de 2017, en las escalinatas del Capitolio en Washington D.C., al tomar posesión del cargo de 45º Presidente de los Estados Unidos de América, el Presidente Trump le prometió al pueblo norteamericano lo que ha cumplido al pie de la letra: luchar por sus derechos, por su prosperidad y por una nación cada vez más grande.

Al mismo tiempo se dirigió a los allí reunidos - pertenecientes en su inmensa mayoría  al Deep State o el llamado "pantano" - y les avisó lo que también ha cumplido al pie de la letra: que lucharía incansablemente para eliminarlo ya que ese poder factual, oculto y todo poderoso, existía para su autoperpetuación, para su propio beneficio y que era compuesto por gente que son miembros de ambos partidos y por gente sin partido, pero todos con intereses ajenos a los de la nación.

Trabajar intensamente a favor del pueblo norteamericano significó recuperar la capacidad manufacturera e industrial, que por años había sido menoscabada a favor de terceros países, fomentar el desarrollo para crear millones de nuevos empleos productivos, eliminar enormes cantidades de regulaciones burocráticas, impuestas por ese complejo burocrático para ser cortejados por los "lobbystas" y enriquecerse para favorecerles, impugnar pactos comerciales desfavorables a la nación, negociados por esa especie de mafia político-administrativa y negociar intensamente para sustituirlos por nuevos acuerdos favorables al desarrollo norteamericano, impulsar la creación de nuevas fábricas e industrias que desarrollasen el empleo local, fortalecer la capacidad defensiva de la nación, entre otras muchas y arduas tareas llevadas a cabo pese a la oposición sorda y recalcitrante de ese "pantano" que había tomado nota de la advertencia de que su existencia estaba amenazada por una administración impulsada por el interés norteamericano y no por el enriquecimiento personal de sus integrantes.

Esa resistencia a la labor presidencial y su hostilidad había tomado forma incluso antes de la llegada a la Oficina Oval del Presidente Trump, conformada sombríamente en la conspiración para atacar a sus colaboradores, tratar de desprestigiar al Presidente y presentarlo como un agente ruso, montar un circo en una investigación amañada y cuyo propósito era sacarle del poder en un "impeachment" creado específicamente con ese fin.

A niveles estatales y locales el Partido Demócrata montó la descaradamente llamada "resistencia" para impedir a toda costa que las acciones presidenciales progresaran y fomentando una especie de guerra civil no declarada, desobediencia, provocaciones, intimidación y surgimiento de terrorismo con cualquier excusa y llevando a pleno desarrollo la intención declarada de romper la nación, negar su historia, desbaratar la democracia como fue creada por los padres de la nación y minar a cada momento la autoridad presidencial y sus logros.

El pantano se defendía vigorosamente de la única forma que podía: intentar destruir los logros del Presidente, hacerle la nación inmanejable a través del continuo y descarado sabotaje mediante jueces venales, funcionarios locales subordinados y organizaciones terroristas, azuzamiento de las divisiones raciales y cuanta otra cosa sirviera a sus intereses. Internacionalmente esa hostilidad se ha manifestado y se manifiesta en organizaciones internacionales en manos de aliados de los Demócratas por intereses comunes, colusión y ambiciones de dominio mundial, cuyo escollo fundamental es el Presidente Trump.

El pantano no solo existe nacionalmente. Existe internacionalmente. Existe estatalmente. Existe condalmente y existe municipalmente. Donde quiera que hay gobiernos, contratos, regulaciones y oportunidades de enriquecimiento por venalidad o abierta corrupción, abuso del poder público y repartición de favores. Transparencia, poder judicial independiente y fiscalización pública son las medicinas que lo pueden mantener a raya.

Ello explica cómo se unen en un solo odio al Presidente Trump izquierdas y derechas extremas, pero cuya cabeza visible y organizativa es el Partido Demócrata, cuyos líderes encabezan esa guerra civil no declarada y cuyos instrumentos incluyen la prensa, los grandes artistas, figuras del deporte, grandes banqueros e industriales que constituyen las tropas de ese ejército de guerreros contra Trump.

Pero como toda acción desarrolla una reacción, mientras más descarada y vergonzosa es la escalada anti-Trump, más sólido y entusiasta es el apoyo masivo al Presidente por parte del pueblo norteamericano que ha aprendido que Trump es el muro defensivo que posee para impedir que vuelva a ser traicionado y pierda la nación, los principios, la libertad, la prosperidad y la seguridad que le legaron sus antepasados.

Y a nivel mundial muchos se han dado cuenta, han despertado, y a pesar de la intensa propaganda anti-Trump, se han convertido no solo en sus admiradores sino también en sus defensores. Cientos de You Tubers transmiten diariamente desde decenas de lugares del mundo y denuncian a los traidores que quieren sacrificarles para permitir un gobierno mundial que los manipule. El ejemplo de Trump y el masivo apoyo con que cuenta les da fuerzas para defender sus libertades, sus familias, sus principios y su prosperidad.

Eso es lo que estamos decidiendo con nuestro voto el 3 de Noviembre. La vida o el suicidio. La verdad o la mentira. La prosperidad o la pobreza. La nación o la opresión mundial.