Por Dr. Fernando Dominguez

 

El papel de Yunior es tratar de que creas lo contrario. Es quitarle seguidores a los que realmente desean lo único posible para resolver la tragedia cubana: acabar con la tiranía y con los tiranos.

Los días que corren nos han puesto ante nuestros ojos muchas cosas que realmente eran necesarias de ser clarificadas. Algunas en el plano global, planetario. Otras en el país que vivimos, y otras muchas en el que nacimos.

Empezando por lo global, cada vez es más descarada la pretensión de la plutocracia planetaria de hacer horrores con la ingeniería social a través de escenarios económicos, políticos y sociales que les permiten asegurar la dominación global de la humanidad. Unas veces basados en el cambio climático, otras en la pandemia, otras tantas en las deudas impagables, otras muchas en la inmigración promovida tras bambalinas para destruir lo que nos queda de la sociedad que se había erigido en el siglo XX y nos había conducido a dónde llegamos hoy. Lo que Adolfo Hitler no pudo lograr a cañonazos, ahora intentarlo con el cambio climático.

Ya está consumada la existencia de su juego de herramientas: las organizaciones mundiales y regionales, con la misión de asegurar la permanencia en su lugar de todo lo malo, lo injusto, lo indeseable y poder mantener anestesiados a todos a través de la ONU que no resuelve nada más que asegurar la impunidad de los malos; de la Unión Europea, encargada de poner en su lugar a los que aspiran a algo bueno y positivo; el Banco Mundial y el FMI, para destruir la capacidad monetaria de los participantes y la OMS para santificar todo lo que sea necesario en nombre de la seguridad médica; y un largo etcera de otras muchas, como la UNESCO, la FAO, la Iglesia, todos en un gran coro de crear un planeta nuevo, con la menor cantidad de personas y animales, la mayor cantidad de regulaciones que obliguen a todo el mundo a aceptarlo todo, callados, y a ser muy felices por declaración cotidiana de la prensa, la radio y televisión compradas, de Facebook, YouTube y Google, sacrosantos guardianes encargados de taparle la boca a quiénes osen discrepar.

Como parte importante y principalísima, hipócritamente “independiente” del globalismo, los dueños reales del poder: la plutocracia estadounidense, manejando los hilos invisibles del poder económico para destruir la moneda como la conocemos, las palancas económico-financieras y demás herramientas de la economía que ellos han dejado de utilizar, sustituída por la inflación galopante destructora de poderes que no sean los suyos, sostenedora del “deep state” que permite la apariencia más inocente de una democracia violada por la corrupción, el poder casi mafioso de unja clase política únicamente interesada en mantenerse en las posiciones que le permiten recoger las migajas que caen de la gran mesa plutocrática y aparentar la más inocente actitud de beligerancia para arreglarse en las trastiendas, la “tolerancia” ante los destructores de la sociedad en la izquierda  y la persecución real de los defensores de la nación que construyeron los padres fundadores, siempre aspirando a ganar en las próximas elecciones, no importa cuáles y cuándo sean. 

Esta lamentable situación les impide ver la amenaza de los poderes enemigos de la sociedad norteamericana, los impele a un quietismo que significa en la práctica estimular a los enemigos, ante los cuáles hacen gala de la mayor “civilitud democrática” y tolerancia extrema, replegando al país días tras día y condenándolo a la mediocridad paralizante de eternas discusiones y discursos que solo paralizan lo único verdaderamente importante: la fortaleza de las defensas, la estrategia de re-ganar la superioridad perdida por la inacción y la política pusilánime en todo sentido.

En cuanto al país en que nacimos, sigue la destrucción total de lo poco que queda en pie después de 62 años de una guerra diaria y cotidiana contra la prosperidad, contra la libertad, contra la economía, contra la moneda, contra la industria, contra la agricultura, contra la ganadería, contra la naturaleza, contra las ciudades y pueblos, contra la familia, contra los valores morales y espirituales de una población con un lavado de cerebro de muchas generaciones que abarcan nietos, biznietos, hijos, abuelos y ancestros.

La exhaustiva destrucción que incluye la propia historia, el orgullo nacional, la cultura, la educación, la civilidad, el pensamiento libre. El nivel de vida ha descendido hasta las profundas cavidades del interior de la tierra. La forma de vida del más pobre en 1958 es hoy el sueño inalcanzable de los profesionales. Las formas de vida de las tribus más atrasadas del Africa son la aspiración a alcanzar de las generaciones actuales. Lo mismo que esa banda de delincuentes ha exportado a Venezuela, a Nicaragua y aspira seguir haciéndolo al resto del continente, incluyendo a los propios Estados Unidos, hasta dónde llegan sus tentáculos frente a la idiotez de los “líderes” de esta nación.

Y en medio de tales circunstancias, frente a la prestidigitación politiquera de los monstruos cubanos, muchos de nosotros nos dedicamos a debatir si Yunior lo hizo bien o no. Si debió escapar o no. Lo importante queda relegado: ¿A dónde pretenden Yunior y sus manejadores, llevarnos? ¿Qué pretenden Yunior y sus manejadores, dentro o fuera de Cuba?  Lo relevante no se discute. Yunior, no es casualidad; es izquierdista. Yunior aspira a “arreglar” el castrismo. Al igual que le sucedió a Gorbashov, esa  tarea es imposible. No se puede ser malo y aparentar ser bueno. No se puede ser absolutista y a la vez democrático. No se puede ser colectivista y al mismo tiempo defensor de la iniciativa privada. El “socialismo” no es otra cosa que el Comunismo de Dieta.

EN VEZ DE ARENA, VASELINA.

El principio demostrado hasta la saciedad, de que interrumpir la acción de las fuerzas de mercado, tratar de dominarlas, “manejarlas”, es más utópico que las lágrimas de perlas de los utopistas, por una razón: el mercado funciona porque es frío, cruel y despiadado. Y si le echas sentimientos, NO FUNCIONA. Es como un arma que no mata, sino solo “asusta”. El papel de Yunior es tratar de que creas lo contrario. Es quitarle seguidores a los que realmente desean lo único posible para resolver la tragedia cubana: acabar con la tiranía y con los tiranos. Disolver y prohibir el comunismo. Acabar y disolver el ejército, la policía y los esbirros comunistas. Sustituir el ordeno y mando por una Constitución verdadera que asegure que eso no vuelva a pasar. Y castigar a los que han fusilado, asesinado, desterrado, torturado y reprimido al pueblo cubano. Esa es la tarea. Y eso incluye decirle a Yunior: Solavaya!!!