Por Esteban Fernández Roig Jr.

 

Una  tarde se apareció mi padre con una pequeña caja en sus manos. ¡Se trataba del glorioso Zenith de 17 pulgadas!  que había sido adquirido en la “Casa Calixto” propiedad de mis primos Roberto Quintero y Horacio Fernández…

Mi hogar, que hasta ese instante era solamente visitado por amigos de mi padre de la política y familiares de mi madre, de pronto, de sopetón, sin avisarnos, sin pedir permiso, aquello se convirtió en un hervidero de vecinos y hasta de desconocidos televidentes.

Broncas entre la gente por querer ver diferentes programas, discusiones durante juegos de pelota y de lucha libre, y mi pobre madre sirviéndoles de criada y llevándoles vasos de agua fría a todo el que se lo pidiera.

Los peores días en mi casa era los miércoles y jueves porque ponían los mejores programas: “Cabaret Regalías, Casino de la Alegría o Jueves de Partagás"- y la casa estaba de bote en bote.

Una tarde llegó mi padre, después de haberse tomado un montón de cervezas en La Viña, y se sentó en uno de los balances a mecerse, la casa estaba llena de “televidentes”. De pronto sale el anuncio del comunista Manolo Ortega de la cerveza Hatuey.

Ustedes no me lo van a creer, en el mismo instante en que Ortega echaba la cerveza en la copa mi padre lanza un eructo, y un vecino gritó: “¡Esto es increíble, ese aparato es mágico, desde aquí puedo oler la cerveza Hatuey de Manolo Ortega!” y como 20 personas en la sala estuvieron de acuerdo en que nuestro televisor no sólo se podía ver y escuchar sino oler también.

La vecina del frente, una buena señora llamada Santa -esposa de Gustavo O’Hallorans- al despedirse le dijo a mi sorprendida madre: “Ana María, mañana vengo a ver "Cocina al Minuto" de Nitza Villapol para poder disfrutar del olor de todos los platos que ella cocina…”.

Menos mal que poco a poco, la mayoría de la gente fue comprando sus milagrosos televisores, yo pude disfrutar tranquilo de La Taberna de Pedro, ver los muñequitos con con mi hermano Carlos Enrique y mis vecinitos Tony Marin y Emilio Garcés, y mis padres encantados viendo el  Album Phillips.