Por Esteban Fernandez

 

Sí, vamos retroceder el reloj y vamos a dar un viaje  a nuestra niñez.

Vamos al Parque a jugar a la Viola: un niño se dobla y los demás vamos brincando por encima de él y cada cual decía: “A la una mi mula, a las dos mi reloj, a las tres mi café, a las cuatro mi gato”…

Acompáñenme a nadar en contra de la corriente en el río, saltar de un banco del parque hacia una rama de un árbol después de ver una película de Tarzan…

Tiremos serpentinas en los carnavales, veamos a “Gaby Fofó y Milike y el viejito Chi Chí” en la televisión. ¿Quieren leer libros de muñequitos de Superman, El Pato Donald, El Pájaro Loco y la Pequeña Lulú?”

Vayamos a ver Películas americanas  con  Tony Curtís y Doris Day, o mexicanas con Miguel Aceves Mejías, Pedro Infante, Jorge Negrete, Cantinflas y Tin Tan. 

Montemos en La chivichana, juguemos a los yaquis, las damas, el monopolio, la quimbumbia, pelotas de cajetillas de cigarros, la bicicleta, los patines, ponerle el rabo al burro y los Yoyos…

Vámonos para La Habana, móntemonos en la guagua, el conductor grita “Dale que ya montó”…

Todos miremos por las ventanillas, subimos y bajamos la Loma de Candela, San José de Las Lajas,  el Cotorro, tremenda bandera cubana que tiene la cervecería Hatuey, paremos en Jamaica para comernos unos panques.

¿Alguien quiere bajar para tirar unas monedas en la fuente de La Virgen del Camino?

Nos vislumbra ver el Capitolio, nos reímos cuando alguien nos dice que a esa fuente le dicen: “El Bidet de Paulina”…

Mi hermano Carlos Enrique, que es muy religioso, quiere que vayamos a ver el Cristo de La Habana y lo complacemos …

¿No es verdad que al terminar este recorrido todos los muchachitos queríamos ser grandes, crecer, ser adultos?

Y hoy en día, en este minuto, después de yo escribir y ustedes leer este artículo, ¿todos no quisiéramos poder decir: “Papi, dame un peso para ir al cine, después comerme una frita, tomarme una Salutaris y si me alcanza voy por un helado al Ten Cent de Galiano?”