Por Esteban Fernandez

 

Unos hipócritas con rosarios colgados del cuello acabaron con la libertad pero INNECESARIAMENTE acabaron con la quinta y con los mangos. Acabaron con la limpieza, con la elegancia y con un país próspero.

¿Por qué tuvieron que dañar a tanta gente inocente que ningún daño les habían hecho ni intentaban hacerle? ¿A que viene esa barbaridad de hasta quitarle un puesto de vender fritas a su legítimo dueño?

Personas buenas y decentes que jamás habían pisado una jefatura de policías, ni habían cometido el más leve de los delitos, que nunca habían visto por dentro un calabozo, lanzarlos a cumplir largas condenas en infrahumanas condiciones. Hasta por ser católicos.

Compatriotas que se habían pasado 30 y 40 años trabajando de sol a sol, levantando un negocio y vienen unos desmadrados e injustamente se los intervinieron. Hasta niñitos inocentes tuvieron que abandonar la patria SOLOS EN ALMA  a través del programa Pedro Pan.

A rajatabla, a destruirlo todo, gritos de ¡que se vayan los gusanos! Y en realidad no eran “gusanos” eran gente buena y del comercio.

¿Qué necesidad había de llamarles lumpen, vende patrias, traidores, curas falangistas, niños bitongos a damas, caballeros, religiosos, profesionales, artistas y deportistas que nada malo habían hecho?

Acabaron hasta con ‘Habana, Almendares, Cienfuegos y Marianao”, con todos los buenos programas televisivos, con todos los productos nacionales.

¿Por qué tuvieron que acabar con la comida, con la ropa, con el calzado, con la televisión entretenida, con las películas de estreno, con la unidad nacional y familiar, con la política y con los Partidos Políticos?

Vaya, en otras palabras mas finas: Para ser un degenerado no era necesario ser   tan intrínsecamente perverso y envidioso .