Por Esteban Fernandez

 

Jamás en la vida, desde que nací, me ha molestado que todos me llamen “Estebita”. Mi padre se llamaba “Esteban” y para diferenciarnos surge el “Estebita”...

Desde luego me incomoda (y me sorprende) que a uno de los más siniestros personajes que ha parido la Isla de Cuba (Ramiro Valdés) algunos despistados  lo llaman “Ramirito”. Y yo digo: “¡Contra, menos mal que el padre de Castro no se llamaba “Fidel” porque entonces nosotros le  hubiéramos llamado al tirano “Fidelito”!

Si el diminutivo cubano es, como debe ser, supuestamente una prueba de cariño, entonces ¿por qué los cubanos considerarían una falta de respeto enorme si en esta columna yo me refiriera al Generalísimo Máximo Gómez como “Maximito”? O a Radio Martí llamarlo Radio Pepito…

Y al mismo tiempo: ¿Qué confianza, que amistad, que lazos de familiaridad, tenemos los cubanos con el hijo de Máximo Gómez para llamarlo “Panchito” Gómez Toro?

Sinceramente, de todo corazón,  a veces me quedo perplejo con los diminutivos cubanos. ¿Cómo es posible que en determinados momentos nos atrevemos a llamarle “Cachita” a la Virgen de la Caridad del Cobre? ¿Es que en algún momento del remoto pasado había algún cubano que la conocía tan íntimamente que le podía decir: “Oye, Cachita, ven acá”?

Hasta a la tierra que nos vio nacer, que adoramos, que añoramos, podemos referirnos a ella como “Cubita, la bella”.

Hasta a los defectos físicos nosotros le ponemos diminutivos, como “el cieguito”, “la cojita”, “el sordito”, y “el manquito”. Y a los colores también: azulito, verdecito, amarillito, rojito, y moradito. 

Hay gente que se salva porque tienen nombres que son muy difíciles de ponerle un diminutivo. Por ejemplo, el General de la Guerra de Independencia cubana Flor Crombet. Imposible que nadie en el mundo se hubiera lanzado a llamarle “Florecita”.

Pero, el mejor nombre que existe es el de Hércules, porque representaría una falta de respeto, una insolencia, atreverse a llamarlo “Her-culito”…

Nosotros los cubanos hasta a los americanos podemos encasquetarle un diminutivo. ¿Ustedes no han escuchado a unos cubanos que la hija se casó con un americano llamado “Peter Smith” y lo presentan diciendo: “Mira, éste es Pitercito y le encantan los frijoles negros”…

 Y les juro por lo más sagrado que estando en el Army llegó el General Thomas a hablar con nosotros  y a los 20 minutos ya varios soldados cubanos le ponían el brazo por encima y comenzaron a llamarle al afamado General “Tomasito”. Increíble pero cierto.