Por Esteban Fernandez

 

¿Qué culpa tienen los tomeguines del pinar, ni el arroyo en la montaña, de los desmanes cometidos por la tiranía?

Los esbirros castristas han acabado con la libertad, la prosperidad, con la quinta y con los mangos, pero­ no han podido cambiarle el precioso color azul al cielo cubano. Todos los días nos dicen que la Cuba que nosotros recordamos con cariño no existe, pero allí está Soroa, el Salto del Hanabanilla, y la tierra colorada alrededor de mi pueblo.

Las bellas mariposas, el trinar de un sinsonte, una bandera cubana en un mástil, un arco iris, una palma real, un manantial, un aguacero, un rabo de nube...

Cuba es una lagartija, una ceiba centenaria, un palmar, un cañaveral, un punto guajiro, unos niños inocentes jugando a la quimbumbia, unos tinajones camagüeyanos; todo eso son motivos mas que suficientes para sentir ternura por nuestro terruño.

 No pisaré a Cuba mientras sea esclava, pero no es por falta de cariño por mi tierra, sino porque mis principios y mi anticastrismo me lo impiden.

Pero, no pasa un solo día sin que añore la campiña cubana, las playas, una jutía que quede viva, su clima privilegiado, un cerro, un camino vecinal.

Cuba no es del chicle masticado Raúl Castro, ni de su hijo Alejandro, ni de su nieto el detestable Cangrejo, estos H.P. son  buitres de paso y desaparecerán algún día. Cuba es Martí, Maceo y Gómez...

Cuba es eterna. Cuba es Viñales, los Arcos de Canasí, Guanabo, un oxidado machete abandonado en el medio del monte, una guayabera raída que perteneció a un Mambí, un improvisado guateque, un amanecer luminoso, el cantar de un gallo ­ y unas palomas revoloteando en el sol radiante.

Cuba no es Tropicana ni hoteles españoles para turistas, ni jineteras menores de edad. Cuba es la tierra de nuestros antepasados, la isla de los mártires, desde Hatuey hasta Zapata Tamayo.

Escucho decir: “Yo odio aquel lugar donde tanto sufrí”... Pero la culpa no es de Cuba sino de sus hijos malos. ¿Qué culpa tienen las cristalinas aguas de Santa María del mar de las barrabasadas de los criminales? ¡Odien a los esbirros no a la tierra que ultrajan!

Siempre debemos mantenernos orgullosos de las bellezas naturales de nuestra nación aunque hoy en día sólo se utilizan para extraerles dólares a los extranjeros y a los cubanos que visitan la madriguera del enemigo.

A Cuba la tengo en un altar, en un pedestal, Cuba es la Iglesia del parque Central de mi pueblo que yo -mentalmente- visito todos los días. Para mí, un bohío con piso de tierra es mas lindo que el Empire State Building.

El olor a yerba mojada después del aguacero, el Pico Turquino, una gallina con 10 pollitos a su alrededor; eso es la Patria.

¿Son responsables el azulejo y el colibrí de la maldad de los degenerados comunistas?  La destrucción física se arregla en seis meses, la belleza natural es la misma y es eterna, desde mucho antes que Colón y  Rodrigo de Triana llegaron allí. ¡Cuba shall be free!