Por Esteban Fernandez

 

Detesto las Oscas, no soporto a las estrellas rojas de Hollywood. Hace muchísimos años que no veo ese show donde los millonarios socialistas van a exhibir sus atuendos y sus joyas para después lanzarnos sus hipócritas monsergas liberales…

Pero este año no me ha quedado mas remedio que dispararme por los noticieros mañana tarde y noche el galletazo que Will Smith le sonó a Chris Rock por un chiste de mal gusto sobre la calvicie de su esposa producto de una peligrosa enfermedad.

En primer lugar, Chris Rock no se merecía un trompón, se merecía medio millón de garnatones. Yo no soporto verlo ni cinco minutos, burlón, falta de respeto, engreído, racista, que dedica 90 por ciento de su presentación a barrer el piso con los blancos de este país. Es detestable.

Y la audiencia cobardemente tiene que soportar sus exabruptos y groserías, porque saben que el blanco que se revire lo van a crucificar acusándolo de racista y de tener odio por los negros.

Es decir que Chris Rock es un repugnante, pero del otro lado el “Principe de Bell Air” es un payaso, que aceptó y le rió el chascarrillo al comediante, hasta que miró a su mujer molesta con la gracia pesada, entonces en un alarde de marido ofendido se levanta, detiene el espectáculo y le da una sorpresiva cachetada al gracioso.

Las dos preguntas que yo hago son: ¿Will Smith se hubiera lanzado en la guapería si el chistoso hubiera sido el musculoso Dwayne Johnson “the Rock” o Sylvester Stalone?

Y ¿Qué hubiera pasado si el agresor contra un "pobre negro" hubiera sido el blanco australiano Mel Gibson? Hubiera ardido Troya...

Utilizando las palabras brillantes de Alberto Garrido “Chicharito”: “Los Oscars dan aco”…