Por Esteban Fernandez
Soy un empecinado, nací así, no creo que sea una virtud, pero así soy, así me creó Dios, utilizando a Ana María y a Esteban para traerme al mundo.
Intransigente, terco, mulo, con respecto a Cuba. Desde 1959 me di cuenta, detesté lo que la mayoría apoyaba y defendía a capa y espada. La baba se les salía a los incautos por Fidel, por Camilo, y por unos zarrapastrosos vestidos de harapientos uniformes verde olivo. Y a mí no me dio la gana de aceptar ni unirme al carro rojo y sangriento de la revolución.
Y hoy en día la inmensa mayoría de los cubanos saben que el castrismo es un total fracaso, sin embargo, de nuevo me encuentro rodeado de miles (quizás millones) de pesimistas y de otros que no quieren ni escuchar hablar de la isla que nos vio nacer…
Y a mi nada me inmuta, nada me lleva a darle las espaldas al país que adoro y que merece ser libre. No cedo ni un ápice en mi odio contra los esbirros que usurpan el poder en Cuba.
Me quieren hacer creer que ha habido cambios positivos en nuestro archipiélago, en lo absoluto, aquello va de mal en peor, la represión sigue siendo el pan nuestro de cada día, y nada ha cambiado.
Los motivos por los cuales salimos siguen vigentes, la nación se ha destruido, La Habana parece que ha sido bombardeada, el castrismo ha sido peor que 200 huracanes.
Si once millones de cubanos aceptaran que perdimos esta guerra, a mí no me interesa, NO ME DA LA GANA, yo sigo pensando que el futuro será nuestro, y que nuestro país volverá a ser la envidia del mundo, y que seremos más prósperos que hasta los mismos Estados Unidos…
El seboruco donde están las cenizas del monstruo será dinamitado, Raúl debe ser pasado por las armas como él hizo en Santiago de Cuba en 1959.
Debemos imitar y emular a los judíos, buscar y encontrar dondequiera que se metan a los grandes culpables y llevarlos a Cuba para ser enjuiciados.
Que se raje el que así lo desee, yo sería el último que acepte nuestra derrota, he invertido demasiado tiempo, esfuerzos, lágrimas, sudor, para echarme atrás a última hora.
No sé cómo ni cuándo, pero Cuba será libre, gústele a quien le guste y duélale a quien le duela. Los derrotistas, los pusilánimes, deben abandonar esta página, y reciban los patriotas anticastristas un apretado abrazo de este servidor y defensor de la patria que lo vio nacer.