Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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Por eso las elecciones del próximo tres de noviembre serán las más trascendentales en la historia de esta nación desde las elecciones del ocho de noviembre de 1864 en que Abraham Lincoln fue electo por segunda vez.

Para entendernos mejor, es oportuno que comencemos por definir los términos y las instituciones a los que haremos referencia en el curso de este artículo. La constitución americana establece una forma de gobierno que se conoce como una república federal democrática. Es decir, este país tiene una unión indivisible de 50 estados soberanos. Es una democracia porque los ciudadanos se gobiernan a sí mismos. Es representativa porque los ciudadanos seleccionan a los funcionarios electos por medio de boletas libres y secretas. Y como república constitucional su gobierno está dividido en tres poderes  independientes. A saber, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial.

Ahora los demócratas se han empeñado en destruir las instituciones y transformar los procedimientos diseñados por los padres fundadores de esta nación excepcional en la historia de la humanidad. ¿Por qué incurren en esta barbaridad? Simplemente porque no han podido superar el trauma que les causó la inesperada paliza que Donald Trump le propinó a Hillary Clinton en las elecciones de 2016.

Por eso se han pasado cuatro años hostigando al presidente y formulándole acusaciones totalmente falsas. Todo fue parte de una resistencia que comenzó en la propia oficina oval de la Casa Blanca el 5 de enero de 2017 con la asistencia del mismo Barack Obama, Joe Biden, Sally Yates y Susan Rice. Ante el fracaso de esa resistencia para desestabilizar al Presidente Trump, un partido demócrata dominado por una izquierda furibunda se prepara para llevar a cabo una venganza en estas elecciones de 2020 nunca antes vista en los 243 años de existencia de esta república constitucional.

Esa venganza tiene cuatro frentes que transformarían en forma radical a la política y a la sociedad americana. Si no los detenemos a tiempo, estos fanáticos convertirían a los Estados Unidos en una anarquía similar a la de los estados de Nueva York o California. Por eso las elecciones del próximo tres de noviembre serán las más trascendentales en la historia de esta nación desde las elecciones del ocho de noviembre de 1864 en que Abraham Lincoln fue electo por segunda vez. Estos cuatro frentes son: aumentar el número de magistrados del Tribunal Supremo, eliminar el colegio electoral, poner fin al procedimiento deliberativo del Senado conocido como "filibuster" y agregar dos nuevos estados a los actuales 50 de la federación americana. Veamos los frentes.

AUMENTAR EL NÚMERO DE MAGISTRADOS DEL TRIBUNAL SUPREMO

Los demócratas han amenazado con que, si ganan, aumentarán el número de magistrados del Tribunal Supremo. El objetivo es poner en vigor a través de un Tribunal Supremo con mayoría de izquierda medidas que ellos saben serían rechazadas por la ciudadanía en una consulta popular. El artículo III, sección una de la constitución americana estipula: "El poder judicial de los Estados Unidos está investido en un Tribunal Supremo y en tribunales inferiores que de tiempo en tiempo el Congreso ordene y establezca". El Tribunal Supremo ha estado integrado por 9 magistrados desde hace 150 años.

En realidad, el Tribunal Supremo tiene un poder limitado a dirimir los conflictos entre los poderes ejecutivo y legislativo. El Tribunal Supremo no deriva sus poderes directamente de la voluntad del pueblo. Nadie vota por sus miembros. Su poder es indirecto y proviene del Presidente que postula a los magistrados y el Senado que asesora y los aprueba. Cuando el Tribunal Supremo, en vez aplicar la ley, crea nuevas leyes−como fue en el caso conflictivo de Roe vs Wade− esta usurpando poderes que corresponden a los otros poderes.  Y este asesinato masivo e indiscriminado de niños inocentes es el "elefante en el cuarto" del que no hablan los demócratas pero que es el motivo de todas sus políticas obstruccionistas.

Por otra parte, la idea de aumentar el número de miembros del Tribunal Supremo ha sido tradicionalmente impopular, aún entre las criaturas del mismo pantano de Washington. Cuando en 1937 el demócrata Franklin Delano Roosevelt intentó aumentar el número de magistrados para lograr un fallo favorable a su política del "Nuevo Trato" se encontró con la ira de los miembros de su propio partido y se vio obligado a dar marcha atrás.

ELIMINAR EL COLEGIO ELECTORAL

Según la Constitución de los Estados Unidos, los presidentes americanos no son elegidos directamente por el pueblo sino por electores designados por el  pueblo. El Colegio Electoral fue creado por los redactores de la constitución como alternativa a una elección del presidente por el voto popular o por el Congreso. Dicho colegio consiste de 538 electores y el candidato triunfador tiene que recibir 270 o más votos.

La idea fue otorgar poder de influir en el proceso electoral a los estados con escaso número de habitantes como los estados del centro del país. Si el presidente fuera elegido por voto popular ganaría con los votos de estados con ciudades de población numerosa como California, New York, Texas y Florida. Los demás estados no influirían en el proceso electoral y serian ignorados por los candidatos.

PONER FIN AL PROCEDIMIENTO CONOCIDO COMO "FILIBUSTER"

El "filibuster", una palabra del idioma holandés que significa pirata, está  comprendida en la Regla XXII del Senado de los Estados Unidos. La palabra quiere decir "clausura"−una moción para poner fin al debate de un proyecto de ley−y requiere una mayoría de por lo menos 60 votos en la casi totalidad de los asuntos bajo consideración. Esto hace posible que la minoría en el Senado pueda poner fin a cualquier proyecto de ley con sólo 41 votos. Su principal beneficio es que protege los derechos de todos los senadores y permite que las opiniones minoritarias sean escuchadas y entendidas.

Lamentablemente, su poder se ha ido erosionando en forma progresiva por las acciones tanto de los demócratas como de los republicanos. Los demócratas crearon procedimientos para superar este obstáculos en el proceso para lograr la aprobación del Acta de Seguro Asequible−Obamacare− y los republicanos se las arreglaron para hacer lo mismo en los candidatos postulados por el Presidente Trump para magistrados del Tribunal Supremo.

AGREGAR DOS NUEVOS ESTADOS

Muchos demócratas han propuesto que, de lograr el control del Congreso en las elecciones que se avecinan, el partido debe proponer la admisión de nuevos estados a la Unión en representación de territorios como el Distrito de Columbia, Puerto Rico y las Islas Vírgenes. Un paso de esta naturaleza daría un tiro de gracia de manera permanente a cualquier mayoría republicana en el Congreso.  

Peor aún, estas medidas drásticas conducirían a la tiranía de un solo partido y destruirían a la república constitucional que diseñaron con tanta pericia los padres fundadores de esta nación. Además, una democracia sin la estructura de una república constitucional deviene con frecuencia en una anarquía donde predomina la ley del más fuerte y se imponen los más violentos, tal como ha ocurrido en los últimos meses.

Otras sorpresas que nos tiene ese binomio radioactivo de Biden-Harris son: desarmar al pueblo suprimiendo la Segunda Enmienda a la Constitución, privar de fondos a la policía y cambiar la zonificación en los suburbios para llenarlos de edificios de múltiples apartamentos. Estos tres elementos destruirían a la clase media americana que es el principal obstáculo que les impide comunizar al país. En ese mundo alucinante los pobres serían mantenidos con los impuestos pagados por la ciudadanía y los billonarios retendrían sus privilegios.

Ha llegado, por lo tanto, la hora de la verdad y no podemos darnos el lujo de la inercia. La interrogante que confrontamos ya no es si apoyamos o no a Donald Trump. Si su forma de expresarse nos cae bien o mal. La pregunta es si estamos dispuestos a poner en peligro nuestra libertad y nuestra prosperidad económica con tal de poner fin a la presidencia de Trump. Para los republicanos descontentos, los independientes y los muchos americanos que han encontrado refugio del socialismo en este país esas preguntas pueden tener respuestas diferentes. Para mí la gran diferencia consiste entre estar descontento con Trump y cometer suicidio con tal de sacarlo de la Casa Blanca. 

10-14-20

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