Por Alfredo M. Cepero

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NOTA DEL AUTOR: Este artículo fue publicado en la edición de LA NUEVA NACIÓN de 13 de mayo de este año. Teniendo en cuenta la reciente sentencia del Tribunal Supremo anulando el fallo de Roe vs Wade creo oportuno compartirlo de nuevo con nuestros lectores. Alfredo M Cepero.

Ha llegado la hora de poner la política del aborto en manos de los estados, que es donde realmente debe de estar.

Diógenes, el filósofo griego, no se equivocó al afirmar que la lengua del chismoso es la más dañina de los animales salvajes porque sus acciones son semillas y detonantes de violencia. El chisme "es tan malo como asesinar, porque en lugar de matar el cuerpo, mata la dignidad, el respeto, la credibilidad" de una persona, afirma una reflexión en la web cristiana 'Viajesus'. Quizá el mito judeocristiano de la Torre de Babel sea el más conocido o al menos el que más cerca nos queda, pero no es ni de lejos el único. En los últimos 50 años, el fallo del Tribunal Supremo en el caso de Roe vs Wade ha convertido a los Estados Unidos en una moderna Torre de Babel en que los bandos opuestos se hablan sin entenderse.

Lejos de crear un consenso nacional, Roe lanzó a los estados de la Unión Americana en una contenciosa guerra legal que se ha prolongado por medio siglo. Dicho sin rodeos para no confundirnos y desde el punto de vista de una política nacional, la jurisprudencia del aborto ha sido un absoluto desastre. La testarudez de la izquierda en aferrarse a un precedente inconstitucional jamás les producirá resultados satisfactorios. Ha llegado la hora de poner la política del aborto en manos de los estados, que es donde realmente debe de estar.

Voy a repetirlo para que todos lo entendamos. La anulación de Roe vs Wade no quiere decir que el aborto sea ilegal en todos los estados. Aunque esa sea la meta de la  comunidad defensora de la vida. La anulación de Roe quiere decir simplemente que los votantes en cada estado podrán expresar su opinión sobre la forma en que el aborto puede ser regulado, ya sea en  formas extremas o en formas más moderadas. El fallo del supremo en 1973 privó a los ciudadanos de ese derecho con el falso argumento de que el aborto en sí mismo era un derecho fundamental protegido con la 14th Enmienda de la Constitución.

Roe interpretó el derecho constitucional de una mujer al aborto basado en la presunción de que la Enmienda Décimo-Cuarta proporciona un derecho inherente a  la privacidad y la Enmienda Novena garantiza las libertades civiles que no estén especificadas en la Declaración de Derechos (Bill of Rights). Todavía más problemático fue el intento de Roe de balancear el derecho constitucional de una mujer al aborto con el interés del estado de proteger la vida de un niño en el vientre materno.

Por otra parte, según apuntó el Presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, la filtración del borrador de una mayoría de los magistrados de ese tribunal anulando el fallo de Roe vs Wade podría traer consecuencias perjudiciales y perdurables. Dicha filtración podría muy bien conducir a la violencia y a la intimidación contra los seis magistrados del Supremo que votaron a favor de anular el ominoso fallo de 1973. De hecho la chusma de la izquierda—que es la “tropa de choque’ del Partido Demócrata—ya ha dado muestras de violencia ante los hogares de varios magistrados. Y no sólo para protestar contra el fallo del aborto sino con la peregrina esperanza de que el tema los beneficie  en unas elecciones parciales que ya saben perdidas.

Coincidiendo con John Roberts, el profesor emérito de Harvard, Alan Dershowitz, declaró a Newsmax que: “La filtración fue deliberada, quizás por un secretario que se opone con vehemencia a la anulación de Roe con la intención de que el público se entere y ponga presión sobre el Tribunal Supremo”.

Esa es quizás la razón por la cual los fanáticos de la izquierda la han emprendido ahora contra el redactor del borrador, el magistrado Samuel Alito. Lo han descrito como un hombre que odia a las mujeres y odia los derechos. Un sadista cuyo mayor placer es extinguir las libertades y la felicidad humanas, ambas, según ellos, contenidas en el aborto.

A eso reducen estos orates la opinión—supuestamente controversial—de Samuel Alito. Una opinión donde Alito jamás condena el aborto, solamente lo menciona. En el párrafo que sigue está contenida la síntesis del borrador de Alito. En el mismo dice: “La constitución no prohíbe a los ciudadanos de cada estado que regulen o prohíban el aborto. Los fallos sobre Roe y de  Casey los privaron de esa autoridad. Ahora nosotros declaramos sin lugar esas decisiones y restauramos la autoridad a los ciudadanos y a sus representantes electos”.

Al mismo tiempo, como era de esperar de un militante del Partido Demócrata, Joe Biden siempre ha sido partidario del aborto legal. Pero, nueve años después del fallo de Roe por el Tribunal Supremo, Biden admitió que ese fallo era indefendible desde el punto de vista legal. “Las mujeres en estado de gestación—explicó Biden en 1982 siendo miembro del Comité Judicial del Senado—“no deben de tener el derecho único” de decidir lo que debe de ocurrir a sus hijos no-natos, porque, después de todo, nadie crea hijos por sí mismo. Es obvio que son necesarias dos personas.”

En una nota positiva, durante más de dos siglos los Estados Unidos han contado con un sistema que soluciona pacíficamente muchas de las cuestiones más complejas. No solamente el aborto sino muchas otras. Y esa es la razón por la cual siempre ha sido un país estable. Estoy convencido de que todo se debe a su sistema democrático.

Todos los ciudadanos en América aprecian la democracia. Ambos partidos—tanto demócratas como republicanos—son defensores de la democracia. Por lo menos, todos lo dicen porque la alternativa a la democracia es mala. Que yo sepa, nadie defiende a la tiranía, por lo menos en público. Por eso es reconfortante ver que la preservación de la democracia es la idea prevaleciente en los Estados Unidos. Es quizás la única idea que prevalece en la opinión de Samuel Alito sobre la derogación de Roe vs Wade.

Por otra parte, es lamentable que la confianza pública en el Tribunal Supremo haya disminuido en los últimos años. Según un informe emitido en febrero de este año por el Pew Research Center, solamente el 54 por ciento de los ciudadanos adultos tiene una opinión favorable del Tribunal Supremo. Esto representa una baja de 5 puntos con respecto al 69 por ciento del año 2019. Y no es exagerado decir que esta situación podría empeorar según soplen los vientos de éste período de recriminación, división y violencia. Con filtraciones como ésta de Roe son muchas las gentes que podrían sufrir daños. Uno odia pensar que esto pueda pasar y odia aún más pensar que hay gente que pueda querer que pase. Pero hay gente que si lo quiere y que lo está demostrando con sus actos de intimidación y violencia. Por lo tanto, tenemos la opción de ser víctimas o victimarios. Por mi parte, yo no tengo vocación de víctima.

5-10-22

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