Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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El antisemita más destacado dentro del Partido Demócrata es Barack Hussein Obama, quién lo puso de moda durante su presidencia.

Si lees y escuchas a la prensa mentirosa y desprestigiada que odia a Donald Trump, tergiversa la realidad y apoya al fantasma que habita en la Casa Blanca, ambos partidos−el demócrata y el republicano−cuentan con una cantidad similar de antisemitas. Pero nada está más lejos de la realidad. De hecho, estos mentirosos congénitos llegan al extremo de insinuar que el abuelo Donald Trump no ama a sus nietos judíos. La realidad es muy diferente y yo escribo estas líneas para ponerla en su verdadero contexto. Porque Donald Trump ha sido el presidente más pro judío de los Estados Unidos. Pero los demócratas nunca se han dejado intimidar por  la verdad. Por eso, tal como "Alí Babá y sus cuarenta ladrones", los antisemitas corruptos del Partido Demócrata tienen su cueva donde esconden sus malignos designios y su deplorable conducta.

Ahora bien, por razones para las que no tengo explicación, el antisemitismo ha existido desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, la nueva variedad de antisemitismo violento es la que se ha diseminado a través de la izquierda, sobre todo en todos los niveles de esa izquierda que ha secuestrado al Partido Demócrata. Es un odio ciego a todo lo judío que cubre su antisemitismo bajo la manta solapada del "anti Zionismo". El antisemitismo es una pandemia para la que aparentemente no existe vacuna. El antisemita más destacado dentro del Partido Demócrata es Barack Hussein Obama, quién lo puso de moda durante su presidencia, siempre con su estilo hipócrita y taimado.

Si alguien lo duda que se lo pregunte al Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu. En una de sus visitas a la Casa Blanca durante la presidencia de Obama se rompieron todos los protocolos diplomáticos. El Presidente no se retrató con Netanyahu, como se acostumbra con todos los jefes de estado y, para añadir sal a la humillación, lo dejó solo durante una hora mientras él cenaba en privado con la Primera Dama. Al día siguiente los periódicos en Jerusalén calificaron el incidente de humillación al pueblo israelí y dijeron que el Primer Ministro había sido sometido "al mismo trato que se habría dado al Presidente de Guinea Ecuatorial". 

Dentro de la misma conducta, hay otro incidente que pone de manifiesto los sentimientos de BarackObama con respecto a los judíos. Para ilustrarlo haré una paráfrasis del refrán sobre la compañía que mantenemos: "Dime con quién te retratas y te diré quién eres". Corría un día de una semana cualquiera del año 2007 en el Capitolio de los Estados Unidos cuando el fotógrafo Askia Muhammad le dijo a un reciente electo senador por Illinois: "Usted se parece al ministro". El senador ripostó rápidamente: "El ministro es mejor parecido que yo."

El senador era Barack Obama y el ministro Louis Farrakhan, el antisemita que más odio ha vomitado contra los judíos. El mismo que en Octubre de 2018 le dijo a sus seguidores: "Cuando mucha gente habla de mí dice que soy un 'antisemita' . Se equivocan, yo soy un 'antitermita". La fotografía de Obama con Farrakhan estuvo escondida hasta el final del segundo período presidencial de Obama. Así operan estos solapados.

En esta guerra sucia los demócratas cuentan con la complicidad de los centros universitarios y de los llamados medios sociales como Twitter y Facebook. Los demócratas pueden decir lo que les venga en ganas sin sufrir represalias mientras los conservadores son amordazados cuando expresan la menor crítica contra la izquierda. Esto no quiere decir que el estado de Israel no puede ser criticado, pero quiere decir que sus acciones deben de ser cubiertas con la misma objetividad con que se cubren las de otras naciones.

Para decirlo sin rodeos, el Partido Demócrata se ha unido oficialmente con grupos antisemitas repartidos por todo el mundo. Este Partido Demócrata ya no es el partido de John Kennedy, de Harry Truman, de Sam Nunn o de Henry Jackson defensor de la seguridad nacional de los Estados Unidos. Es el partido de una izquierda que odia la nación individualista y democrática creada en Filadelfia en 1776, que se propone reescribir su historia y está empeñada en convertir sus escuelas en fábricas de ciudadanos que se abochornen del poderío americano. El cambio ha sido dramático. Así como Ronald Reagan puso de moda el conservadorismo nacionalista Barack Obama ha puesto de moda el izquierdismo internacionalista, que equivale a asomarnos al precipicio del comunismo. Si no nos paramos firmes perderemos la libertad.

Porque esta gente del odio y de la violencia no parece estar dispuesta a dar marcha atrás. La prueba la tenemos en quienes se han convertido, de la noche a la mañana, en los principales voceros del partido. Ahí están, amenazando y amedrentando no solamente a los republicanos sino a los propio demócratas que no acaten su línea política. Hasta la serpiente Nancy Pelosi teme ser sustituida por estas alimañas.

Una imberbe como Alexandria Ocasio-Cortés lidera un grupo minúsculo integrado por la palestina Rashida Tlaib, la somalí Ilhan Omar y la americana Ayanna Pressley. Las dos primeras son musulmanas furibundas y la tercera es la primera mujer de raza negra electa a la Cámara de Representantes por el estado de Massachusetts. Pero su importancia no está en los números sino en su capacidad para amedrentar a la vieja guardia del partido y en su influencia sobre la política del partido a nivel nacional.

Estas tres mujeres ha recibido luz verde para vomitar sus diatribas contra todo el que les parezca sin ser objeto de retribuciones o repercusiones. Las dos musulmanas antisemitas, Tlaib y Omar, no perdieron tiempo antes de atacar a al estado de Israel y a los judíos desde el mismo momento en que llegaron al Capitolio.

Al igual que sus compañeros musulmanes estas dos mujeres consideran a los judíos y a Israel los enemigos jurados del Islam. Todo esto demuestra que el conflicto en Oriente Medio no es motivado por cuestiones de territorio sino de religión. Si la confrontación hubiera estado motivada por territorio todo habría terminado con las propuestas de Estados Unidos para crear dos estados: Uno israelí y otro palestino. Y ya sabemos que los conflictos religiosos han sido los más sanguinarios de la historia.

Ahora bien, lo que debe de ser motivo de mayor preocupación es la militancia de los judíos americanos en el Partido Demócrata. La  mayoría de ellos parece haber puesto el falso populismo del Partido Demócrata por encima de la propia existencia del estado de Israel. Y eso es lo que estaría en juego si se llegara al extremo de debilitar la asistencia militar de este país al estado de Israel.

Según una encuesta de un grupo judío de izquierda con oficinas en la calle J de la ciudad de Washington, el 76 por ciento de los judíos americanos votaron por candidatos del Partido Demócrata en las elecciones parciales de 2018. Todo esto a pesar de que el Partido Demócrata ha puesto a los Estados Unidos en un camino precario que conduce a la pérdida de su libertad religiosa y los tradicionales valores americanos.

Por lo tanto, es de suma importancia que demos el grito de alerta y declaremos al Partido Demócrata adversario de los Estados Unidos y de su Constitución. Además sus acciones racistas contra los judíos tienen que ser condenadas a todos los niveles. Porque, después de los judíos, podríamos ser nosotros.

6-1-21

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