China no tiene motivación para frenar a ningún país que genere problemas a EEUU, afirma el comandante del Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos.

El presidente de China, Xi Jinping, no está dispuesto a aceptar las vacunas occidentales contra el Covid-19, pese a la situación que enfrenta debido al virus, aseguró este sábado la directora de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Avril Haines, informó Reuters.

La funcionaria afirmó que las recientes protestas no son una amenaza para el secretario general del Partido Comunista de China, pero podrían afectar su posición personal.

Los casos diarios de Covid-19 en China están cerca de los máximos históricos, por lo que el Gobierno implementó una serie de restricciones contra los rebrotes que provocaron una fuerte desaceleración económica y una ola de protestas, como no se habían visto desde la matanza de Tiananmén.

Luego de varias jornadas de manifestaciones, el pasado 1 de diciembre, algunas ciudades como Pekín, Cantón o Chengdu relajaron algunas restricciones. Las autoridades no reconocieron ninguna relación entre la flexibilización y las protestas.

La viceprimera ministra Sun Chunlan declaró que China está en una "nueva situación" y algunos centros comerciales del distrito comercial de Chaoyang reabrieron sus puertas, que permanecían cerradas desde hace días, durante los cuales la mayoría de restaurantes aceptaron solo pedidos a domicilio o para llevar y numerosos lugares públicos fueron clausurados.

Además, las autoridades pequinesas declararon en las últimas horas que ancianos, gente que trabaje en casa o personas con movilidad reducida pueden no participar en las pruebas PCR rutinarias, aunque los lugares públicos, incluyendo hospitales, seguirán pidiendo a los asistentes mostrar una prueba negativa realizada en las 48 horas previas para poder acceder.

Los anuncios de relajación de las medidas anti Covid-19 se produjeron pese a que la capital china se enfrenta al mayor rebrote de su historia. Justo el día antes de que empezaran a flexibilizarse las restricciones, se registraron en el país casi 36.000 infectados, una de las cifras más altas desde que comenzó la pandemia.

Pese a la situación el gobernante chino no aceptaría vacunas occidentales, según estimó Haines.

En su intervención en el Foro anual de Defensa Nacional Reagan en California, la funcionaria sostuvo que, pese al impacto social y económico del virus, Xi "no está dispuesto a tomar una vacuna mejor de occidente, y en su lugar está confiando en una vacuna de China que no es ni de lejos tan eficaz contra Omicron".

"Ver las protestas y la respuesta a las mismas está contrarrestando la narrativa que le gusta presentar, que es que el Gobierno de China es mucho más eficaz", dijo Haines.

"No es, de nuevo, algo que veamos como una amenaza para la estabilidad en este momento, o un cambio de régimen o algo así", señaló antes de añadir que "cómo se desarrolle será importante para la posición de Xi".

China no ha aprobado ninguna vacuna extranjera contra el Covid-19 y ha optado por las de producción nacional, que según algunos estudios no son tan eficaces como algunas extranjeras. Eso significa que relajar las medidas de prevención del virus podría conllevar grandes riesgos, según los expertos.

La Casa Blanca dijo a principios de la semana que China no había pedido vacunas a Estados Unidos.

Un funcionario estadounidense dijo a Reuters que no había "ninguna expectativa en la actualidad" de que China apruebe las vacunas occidentales.

"Parece bastante inverosímil que China dé luz verde a las vacunas occidentales en este momento. Es una cuestión de orgullo nacional, y tendrían que tragarse bastante si siguieran este camino", dijo el funcionario.

China no tiene motivación para frenar a ningún país que genere problemas a EEUU.

Haines también dijo que Corea del Norte consideraba que era menos probable que China la responsabilice de lo que, según ella, era el "extraordinario" número de pruebas armamentísticas de Pyongyang este año.

En medio de un año récord de pruebas de misiles, el dictador norcoreano, Kim Jong Un, dijo la semana pasada que su país pretende tener la fuerza nuclear más poderosa del mundo.

En un panel posterior, el almirante John Aquilino, comandante del Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos, aseguró que China no tenía ninguna motivación para frenar a ningún país, incluida Corea del Norte, que estuviera generando problemas a Estados Unidos.

"Yo diría que está en su estrategia impulsar esos problemas", afirmó Aquilino refiriéndose a China.

Agregó que China tenía una considerable influencia para presionar a Corea del Norte sobre sus pruebas armamentísticas, pero que no era optimista respecto a que Pekín "hiciera algo útil para estabilizar la región".

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