Falta año y medio para las elecciones en Brasil, pero las últimas decisiones del Tribunal Supremo de Justicia han encendido ya el debate político.

Ha sido una decisión que tiene dos caras. Con su decisión en pleno, el Tribunal Supremo de Justicia de Brasil no solo ha devuelto a la arena política con plenas facultades al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, sino que también ha hundido al exjuez y exministro Sergio Moro, un potencial rival presidencial pero que ahora deberá hacer frente a una serie de acciones judiciales en su contra.

El Supremo brasileño, asimismo, ha sepultado las causas de la sonada trama de corrupción bautizada como Lava Jato, que envolvió a la firma Odebrecht y a la clase política no solo de Brasil, sino de varios países latinoamericanos.

El quid del asunto está en la supuesta parcialidad exhibida por Moro, una arista en la cual el Supremo de Justicia se basó para dejar sin efecto los procesos que se habían abierto contra Lula da Silva, el dos veces presidente. El 15 de abril con la decisión final del máximo tribunal, se colocó a Lula de lleno en la carrera presidencial.

El 16 de abril le dijo al canal argentino C5N que "si es necesario y tengo que ser candidato en el 2022 para ganar las elecciones a un fascista que se llama Bolsonaro lo haré". El match entre Lula y el actual presidente Jair Bolsonaro ha encendido desde ya el debate político en Brasil, en medio de la aguda crisis por el Covid-19 y los señalamientos de mal manejo de la pandemia que recaen sobre el actual mandatario.

Por si quedarán dudas, este 22 de abril, una semana después del fallo favorable a Lula da Silva, el Supremo de nuevo terció y dictó una sentencia en la que se califica de parcializadas las decisiones del entonces juez Sergio Moro en el caso Lava Jato. Según analistas, esto abre una caja de Pandora, ya que decenas de altos empresarios y políticos podrán solicitar que se quede sin efecto las decisiones que tomara Moro.

La imparcialidad de Moro ya había quedado en entredicho cuando saltó del sistema judicial a la arena política y accedió a ser ministro de Justicia de Bolsonaro. El cargo de Moro como ministro comenzó en enero de 2019 y apenas meses atrás había tomado decisiones, incluyendo el encarcelamiento de Lula, que impidieron que el expresidente volviera a ser candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) y se enfrentase a Bolsonaro en los comicios de 2018. "Si Lula regresa (a la Presidencia) por voto directo, por un voto auditable, está bien. Ahora, a ver qué futuro le espera a Brasil con el tipo de gente que traerá a la Presidencia", reaccionó por su parte Bolsonaro. En esa misma declaración sostuvo que "un pueblo que podría votar por un tipo así es un pueblo que merece sufrir".

Moro, que aparecía con posibilidades de ser candidato presidencial, tras ser largamente la figura gubernamental más popular de Brasil, deberá enfrentar ahora incluso procesos en su contra. Lula da Silva ha descartado enzarzarse en una diatriba judicial con el exjuez, pero es probable que algunos empresarios y políticos sentenciados por el exjuez ahora quieran revertir sus condenas.

Inicialmente, la posición del Supremo de Justicia estuvo orientado a los procedimientos. Cuando se iniciaron la seguidilla de decisiones que han terminado favoreciendo a Lula da Silva, lo que se cuestionó es que las causas judiciales de del escándalo de Lava Jato se llevaran desde los tribunales de Curitiba y no desde las máximas instancias de Justicia en Brasilia.

Sin embargo, la decisión de este 22 de abril ha sido categórica sobre la parcialidad de Moro. El viento en contra del exjuez y a favor del expresidente se inició al difundirse los mensajes intercambiados por el entonces juez Moro con los fiscales del caso, revelados por The Intercept Brasil y publicados por diversos medios. Dichos audios y textos revelaron una cercanía y unas relaciones consideradas impropias entre ellos.

Valor, una publicación brasileña, sostiene que el derrumbe de Moro y lo que se prevé, en términos de batallas judiciales que prácticamente le anularán políticamente, deja sin una opción política de centro a la carrera presidencial de 2022. Aun cuando restan 18 meses, todas estas decisiones judiciales del Supremo de Justicia han encendido el debate político con la mira puesta en los próximos comicios.

De esta forma, y siguiendo las primeras declaraciones dadas por Lula y Bolsonaro, se prevé una campaña polarizada en extremo.

De acuerdo con sondeos recientes, una vez que se conoció la decisión judicial del 15 de abril, Lula aventaja a Bolsonaro en la intención de voto. El manejo de la pandemia del coronavirus ha influido de forma muy negativa en el mandatario, especialmente en su base de apoyo de la clase media urbana que le votó hastiada por los escándalos de corrupción que rodearon las gestiones del PT, con Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016), esta última destituida por el Congreso.

Según las cifras de la estadounidense Universidad John Hopkins, Brasil es el tercer país, por detrás de EEUU e India, con el mayor número de contagios de Covid-19, un total de 14,3 millones. Mientras que con casi 390.000 fallecidos es el segundo país con más letalidad, solo superado por EEUU.

De acuerdo con este centro de estudios, los meses de marzo y abril han sido los peores, desde que se decretó la pandemia, para el gigante sudamericano en materia de contagios y fallecimientos por coronavirus.

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