– 20 de septiembre de 2020 –

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

La referencia simbólica a la imagen de la “viña” en la Biblia tiene una fuerte connotación mística, o sea, nos refiere al mundo espiritual y constituye un lugar común cuando los autores sagrados, inspirados por Dios, quieren hablarnos del Pueblo de Israel como el campo de cultivo predilecto de Dios. La parábola de los jornaleros de la viña, que leemos en el evangelio, quiere decirnos en esencia que Dios es todo bondad. Se asemeja a aquel propietario que tiene compasión de los obreros sin trabajo y paga a cuantos han trabajado (Mateo 20, 1-16ª). Es que, dice el profeta Isaías (Is. 55,6-9), los pensamientos de Dios no son como los del hombre; el corazón de Dios es mayor que el nuestro.

En la parábola de los jornaleros de la viña, como en toda parábola de Jesús, encontramos muchos otros temas que, como enlazados en sucesiva secuencia, nos van llevando desde el aprendizaje más elemental del Evangelio hacia una mirada amplia sobre el Reino de los Cielos que tiene su comienzo en los seguidores del Maestro de Nazaret desde el mismo instante del primer encuentro y su llamada a seguirlo, esto es, su vocación. Un Reinado que cambia totalmente el sentido del converso y dinamiza su vida en clave evangélica.

Me gusta ver en esta parábola, también, la enseñanza de una justicia superior que, por supuesto, tampoco podemos sacar del contexto y proyección del Reino: Todos los jornaleros reciben lo mismo; y es que un denario era ya un jornal generoso por una jornada de trabajo; de justicia, porque todos los jornaleros necesitaban un salario justo que alcanzara para las necesidades de la familia y porque todo trabajador posee una dignidad propia que hace que su jornada, aunque sea breve, tenga un valor humano superior. -Seguramente que muchos pensarán en términos puramente económicos y de ganancias para el propietario de la viña.

Aquí Dios nos da una nueva lección de su “justicia” y sus “caminos”. Dios nos mira como hijos y nos ama, ahí comienzan las diferencias entre su justicia y la nuestra. – Para concluir con otra reflexión, me parece muy claro el mensaje sobre la espiritualidad que Jesús nos propone a sus discípulos, aspirantes a ser “ciudadanos de su Reino”, y ésta se refiere a que nos quiere afanados en ganarnos el jornal con el espíritu de los “últimos”, de los pequeños que saben no merecer el haber sido llamados y que, en una hora de trabajo, superan en generosidad y productividad a los que trabajaron toda la jornada, a los de la primera hora que, sin embargo, no agradecen el privilegio de haber sido llamados a la vida y que, por lo tanto no sienten el gozo de ser ya, desde temprano, miembros y partícipes del Reino; porque con Cristo “servir es reinar”.

San Pablo entendió muy bien el Evangelio y la espiritualidad de los “últimos”; se encontraba prisionero por Cristo cuando escribía su carta a los Filipenses. Por tanto, su palabra produce un impacto mayor cuando nos dice: “Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir” (Flp. 1, 20c-24.27ª). En la llamada apostólica que todos hemos recibido, ya está presente el gozo de predicar a Cristo, de servir con Cristo y de morir en El y con El para resucitar en su Gloria, en su Reino.