– 10 de marzo de 2024 –

“Domingo Laetare”

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

Así como llamamos “Gaudete” al tercer domingo de Adviento, llamamos “Laetare” al cuarto de Cuaresma, ya que en ambos resuena el júbilo por la cercanía de la fiesta para la cual nos preparamos espiritualmente a celebrar. Ambas palabras nos invitan a alegrarnos por esos acontecimientos salvíficos: El advenimiento de Cristo en su nacimiento y la fiesta de las fiestas cristianas, “la resurrección de Cristo de entre los muertos”.

Siempre está presente en las oraciones de la Misa el tema del gozo de la celebración que se acerca; también las lecturas del día tienen un contenido de esperanza, ya que Dios siempre cumple sus promesas. Hoy, el evangelio nos revela que “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único”; mensaje que fundamenta nuestra esperanza en que esa salvación anunciada se cumplirá en “los que creen en Él”.

La llegada a la tierra prometida y la celebración en ella de la Pascua tuvieron su continuidad en la institución de la monarquía, que tiene como figura central y profética a David. Pero la destrucción del Templo y el exilio en Babilonia, resultado de las infidelidades del pueblo y sus reyes, llevó de nuevo a la nación a la servidumbre. Por eso el decreto de Ciro, rey de Persia, es recibido como una acción providencial y liberadora del Dios de Israel (II Crónicas 36, 14-16.19-23).

El evangelio de San Juan interpreta la pasión del Señor como una elevación o exaltación. Del mismo modo que Moisés levantó una serpiente de bronce en el desierto para que, al mirarla los israelitas, quedasen sanos y se salvasen de la muerte, así la crucifixión es el comienzo de la glorificación de Cristo. (Juan 3, 14-21).

En su carta a los Efesios (Efesios 2, 4-10) San Pablo nos enseña que, en Cristo somos salvados de la muerte eterna; ya que los pecados nos han llevado a la muerte y sólo la gracia del perdón nos salva. El misterio Pascual consiste en reproducir en nosotros, por la fe, la muerte de Cristo a quien “miramos” crucificado. Mirar tiene aquí el significado redentor de “creer”; es la fe en Cristo muerto y resucitado.