– 29 de octubre de 2023 -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

El amor, en todo tiempo constituye para el hombre un reto; partiendo de lo sensible, del afecto del corazón; puede ser la motivación de toda la vida humana; puede también, cuando lo dejamos transformarse en pasión desordenada, trastornar toda la vida y el entorno del que así ve desvirtuarse el sentimiento más noble; el amor requiere propósito y, en la Palabra de Dios recibimos la revelación de su origen y su destino: Ambos coinciden en Dios, el único Dios, que es Amor.

Una vez más recuerda Jesús en el evangelio que toda la ley descansa en el amor a Dios y al prójimo (Mateo 22, 34-40). La primera lectura, tomada del Éxodo, precisa cuales son nuestros deberes respecto a aquellos de entre nuestros hermanos que se encuentran más necesitados: el pobre, el trabajador emigrado, los olvidados de la prosperidad económica (Éxodo 22, 21-27).

En la Biblia podemos seguir varios hilos conductores de la Revelación; uno de ellos, y muy importante para comprender todo el mensaje de la Palabra de Dios, es el que muestra la predilección de Dios por los pobres y desvalidos, cuyos símbolos son el huérfano y la viuda; pero también lo encontramos en la clara referencia a lo que hoy llamamos justicia social: el salario justo, la aplicación equitativa e igualitaria de la ley. Siempre tenemos pendiente una mejor lectura de las Bienaventuranzas y la tarea de meditarlas e interiorizarlas con el fin de poder comprenderlas y cumplirlas en nuestras vidas.

En la epístola, San Pablo nos invita a acoger la Palabra de Dios y a difundirla en nuestro derredor, con la alegría del Espíritu Santo y dentro de la esperanza de la venida del Señor, a ejemplo de la comunidad de Tesalónica (I Tes. 1, 5c-10).

El Evangelio, la Buena Noticia del Reino, siempre debe ser leído buscando la intención de Jesús, quien es su protagonista. Hoy Jesús nos enseña que hay dos mandamientos que “sostienen la Ley entera y los profetas”: “Amar a Dios con todo el corazón y Amar al prójimo como a sí mismo”. Ambos son uno, porque uno es el Amor; uno solo es Dios.