– 30 de julio de 2023 -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

“Nada supera a la sabiduría que procede de Dios”. Hoy nos encontramos con esta enseñanza en la primera lectura de la Misa, tomada del Libro primero de los Reyes, donde el Rey Salomón, joven e inexperto, pide a Dios la sabiduría necesaria para gobernar con justicia y seguridad al Pueblo elegido. Será la sabiduría también necesaria para actuar como los hombres que, encontrando un tesoro escondido en el campo, o una perla de gran valor, saben renunciar (vender) a todos sus bienes para obtenerlos. Se trata hoy, en el mensaje evangélico específicamente, del tesoro único del “Reino de los Cielos”.

Vivimos tiempos de confusión, en los que somos reclamados por otros “reinos” que, ni son ni nos conducen al Reino de la Luz y de la Paz destinado para los que sirven a Dios. Si buscamos el verdadero tesoro o camino a la felicidad, entonces sólo existe un modo para alcanzarlo: Renunciando al mundo presente y dejarnos conducir y modelar por Aquel que es Camino, Verdad y Vida.

Jesús nos va a narrar hoy la parábola del tesoro encontrado por un hombre. Este no duda en sacrificarlo todo a fin de poder adquirirlo (Mateo 13, 44-52). Lo mismo ha de ocurrir con ese tesoro que es la amistad con Dios. La primera lectura nos refiere que el rey Salomón, por su parte, descubrió, desde su juventud, que nada supera a la sabiduría que procede de Dios (I Reyes 3, 5.7-12). San Pablo nos indica el plan de Dios sobre nosotros: Dios nos ama, quiere que reproduzcamos en nosotros la imagen de su Hijo y nos llama a compartir su gloria (Romanos 8, 28-30).

Predestinados a ser imagen del Hijo de Dios, cuando seguimos a Cristo descubrimos que “a los que aman a Dios todo les sirve para el bien”. La vida del cristiano está llamada a ser, guiada por el Espíritu, una “vida en Cristo”; tener esa vida es el equivalente a intimar con Él de tal modo que Él, Cristo mismo, nos configure a su imagen; ese será siempre el camino al que nos conduce la verdadera “sabiduría del Reino”, dejarnos configurar por Cristo en ese hombre nuevo que nosotros estamos llamados a ser en Él.