– “de Abrahán y de la Transfiguración”-

--5 de marzo de 2023-.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

El pasado domingo el Evangelio nos situaba en el desierto, hoy nos encontramos en lo alto de un monte. La Iglesia, contemplando los misterios de la vida de Cristo, nos recordaba la realidad de la tentación y hoy fija nuestra mirada en la transfiguración; poniendo nuestra mirada en Jesús y atentos en la escucha de su palabra siempre salimos vencedores. La transfiguración apunta a la resurrección, a la gloria de Dios; pero a esa gloria solamente se llega por la Cruz.

La Cuaresma es una imagen resumida de la vida cristiana en cuanto ésta es, a un mismo tiempo, una búsqueda de Dios y un descubrimiento de El en Cristo. Desde los lejanos días en que Dios se reveló por primera vez a Abrahán, los hombres caminan por el sendero válido en su búsqueda de Aquel que es, a un mismo tiempo el Santísimo y el Intimo. El encuentra decisivo tuvo lugar cuando Dios habló a los hombres en Jesús de Nazaret: “Este es mi hijo amado, mi predilecto: Escúchenlo”, y les manifestó en El la gloria a la que les invita.

El relato de la vocación de Abrahán (Génesis 12, 1-4ª) y el de la transfiguración del Señor (Mateo 17, 1-9) no tienen en apariencia relación alguna; sin embargo, San Pablo nos va a permitir enlazar uno y otro

(II Timoteo 1, 8b-10). Nosotros, al igual que Abrahán, nuestro padre en la fe, somos unos llamados: llamados a la vida y a la luz que resplandece en Cristo transfigurado, llamados a convertirnos en hijos en el Hijo.

La realidad de la Encarnación del Verbo de Dios nos revela su amor, su desvelo por nosotros. Una mirada intelectual será necesaria siempre para la comprensión del texto bíblico en la intención del autor inspirado; pero esa mirada quedaría incompleta si no miramos en profundidad con el espíritu libre de prejuicios y presupuestos; esa mirada sólo es posible cuando nos acercamos al misterio, que es Cristo, en el espíritu humilde de la oración. Que al hacerlo así Dios nos guíe y realice en nosotros de nuevo el milagro de la Fe, necesaria para seguir su llamado, como Abrahán.