– 12 de febrero de 2023 -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

¿Tienen la VERDAD, la LIBERTAD, la SABIDURIA y la LEY DE DIOS algo en común?

No les estoy proponiendo una adivinanza, sino una reflexión sobre la relación lógica y estructural en el campo del pensamiento y de la opción moral; o sea, un reto a lo cristiano que provoque en nuestro interior una actitud de búsqueda sincera de la verdad y un sano debate que nos impulse a discutir los asuntos fundamentales del pensamiento y de la acción a que estamos llamados en este mundo.

Jesús proclama hoy la nueva Ley. No es una abolición de la Ley que Dios había dado a su pueblo para que éste alcanzara su plena libertad (Eclesiástico 15, 15-20), sino que perfecciona a esta última, poniendo un énfasis especial en la íntima disposición interior: Es dentro de su propio corazón donde el hombre pone en juego su fidelidad para con Dios y su apertura hacia los demás (Mateo 5, 17-37). En la epístola, San Pablo declara que carece de medios humanos y que, sin embargo, el Espíritu Santo le reveló el plan de salvación que Dios dispuso en su sabiduría desde siempre (I Corintios 2, 6-10).

En una época en que fuerzas ajenas quieren imponernos un modo de pensar y de actuar contrario a nuestra naturaleza y a la Ley de Dios, los cristianos tenemos más que nunca que conocer nuestra fe; Conocerla bien y ser capaces de aplicarla es el único modo de librarnos de la imposición de un relativismo moral y de una obediencia incondicional a un nuevo totalitarismo que busca privarnos de toda libertad. El espíritu del mal se esconde hoy en nuevas formas de propuestas de pensamiento y vida contrarias a la verdad de nuestra propia naturaleza y contrarias, por lo tanto, a la verdad Revelada, a la verdad de Dios.

Las tres lecturas de este domingo contienen, al mismo tiempo, una llamada a aprender y poner en práctica la Ley de Dios y una invitación a vivirla y a enseñarla en la mejor tradición sapiencial y espiritual de la tradición judía, que ha encontrado su plenitud en el camino de Cristo. San Pablo, en su carta a los corintios, realiza el enlace perfecto entre la antigua sabiduría y la aplicación evangélica de la Ley, siempre guiada por lo mejor de la Revelación del Espíritu de Dios.

La Palabra de Dios es siempre nueva, siempre actual; basta que intentemos aprenderla para que el Espíritu nos guíe en su comprensión y nos fortalezca en su puesta en práctica. Lo haremos asistidos por Jesús: la Palabra hecha carne, el Maestro de nuestra vida y el único Camino de salvación.